Adolescentes y motos, un fenómeno que pide más atención - Piedra OnLine

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domingo, 15 de noviembre de 2015

Adolescentes y motos, un fenómeno que pide más atención

Se muestran imparables. Aceleran y andan a altas velocidades. El desafío es permanente. Qué hay detrás de este fenómeno, por qué en muchos casos hasta ponen en riesgo su vida. Un psicólogo explica algunas razones.  Por Luis Leiva luisleiva@rionegro.com.ar

Se juntan en grupos. Se mueven sin un objetivo claro y ponen a prueba la paciencia de más de un vecino que los observa sin poder hacer demasiado. Son ejércitos de adolescentes que arriba de una moto parecen imparables.Velocidad y aceleración extrema hacen de este fenómeno un motivo de charla común que pocas veces encuentra una respuesta de rigor científico. ¿Qué hay atrás de este movimiento? ¿Por qué los jóvenes son capaces de poner en riesgo su vida? ¿Qué los lleva a tomar decisiones extremas?

El psicólogo, escritor y titular de la cátedra de Psicología de la Infancia y la Adolescencia del IUPA Gustavo Marín abordó el tema y analizó la visualización de los jóvenes y la ausencia de los adultos en este esquema social.

-¿Qué sucede en la adolescencia?

-Primero es necesario saber que la adolescencia o la primera juventud se da a partir de los 11 o 12 años aunque hay mucha discusión sobre dónde termina. Empieza con la pubertad, con los cambios hormonales, psicológicos y sociales. Algunos sostienen que la adolescencia termina en la cultura. Una autora hizo una comparación sobre la adolescencia en un país industrializado y Samoa, y llegó a la conclusión que culturalmente son distintas. En ese momento (mediados de 1930) ya no coincidían. Actualmente la adolescencia ya no es la misma que la nuestra y tampoco es la misma la que se vive en un barrio que en el centro de la ciudad. Es una construcción social y no la podemos ver separada de la sociedad. Si queremos que ver qué pasa en la sociedad tenemos que ver qué pasa con los adolescentes.

-Y qué sucede...¿qué tienen distinto nuestros adolescentes?

-El adolescente es algo que se desarrolla desde la infancia. Muchos autores hablan actualmente de una infancia invadida desde los medios de comunicación. Antes la escuela era la que promovía los valores, la moral, la vergüenza y hasta la ternura. Era una etapa de reposo hasta sexualmente hablando. Pero ahora hay una etapa de explosión con los videojuegos, con las imágenes que marcan la publicidad sexual. Son esos niños de 8 o 10 años que miran Tinelli hasta tarde.

Entonces todo cambia y entran a una adolescencia que está tomada por el mercado (que no es un producto cultural, sino que busca transformarte en consumidor). La cultura debería ser un espacio donde los seres humanos podamos crecer en libertad y desarrollarnos de manera colaborativa para estrechar lazos de confraternidad.

Hoy está marcado por la frivolidad y el entretenimiento. Se promueve el facilismo social. Ya lo vocacional no importa sino que se piensa en estudiar para ganar plata más fácil.

-¿Y qué se busca con el fenómeno de las motos?

-Se busca una identidad. Antes eso se encontraba en la confrontación con el adulto. Había un frontón, una brecha generacional donde el adulto se imponía y el joven lo necesitaba pero a su vez lo rechazaba. Allí podía construir su propia identidad.

Ahora los adultos están en crisis y los jóvenes a la deriva. Los adultos se han borrado de su lugar, quieren ser amigos de sus hijos y consumen los mismos que ellos.

-¿Y qué les sucede?

-Los jóvenes viven el momento, no pueden ver el futuro. Y entonces buscan la velocidad y la adrenalina. No pueden ver un futuro. Y en este sentido creo que se revive la cultura punk que decía "no hay futuro" y por eso se reventaban con las drogas. De alguna manera buscan identificarse y llamar la atención.

-¿Y para qué?

-El eje de todo es que necesitamos afectos y ser mirados y reconocidos. Lo emocional está marcado en nuestra vida pero estos adolescentes no son mirados y en realidad lo que están haciendo es llamar la atención. Tampoco el sistema educativo satisface sus necesidades, siguen estudiando lo mismo que nosotros. No encuentran el sentido profundo por el que vivir, qué trabajo pueden encontrar. Y si trabajan cobran un salario de 5 o 6.000 pesos que no les alcanza para vivir y menos para comprarse un terreno o una casa. No se les está planteando un futuro.

-Muchas veces implica el riesgo de vida...

-Yo creo que es real que los adolescentes buscan adrenalina, buscan el límite. Pero acá logran traspasarlo porque no encuentran nada que los pueda contener. No hacen falta más leyes sino más contención. Otros espacios más allá del boliche donde ni siquiera te escuchás y donde impera la imagen. Y donde vemos las publicidades que nos mandan mensajes de cómo tenes que ser aceptado. El alcohol para medicar el estado de ánimo es utilizado al igual que las drogas. No resisten la angustia de la realidad y así se van...Y cuando se roza con la muerte hay una falta de reconocimiento importante. El hacer ruido está marcando algo, un llamado de atención.

-¿Cómo se hace frente como padre?

-La herramienta más importante es la presencia. No hay que ir desde la agresión sino desde el diálogo. Afrontar las situaciones, sentarnos y hablar. A pesar de que muchas veces dicen los padres "yo les hablo y no dicen nada", siempre están escuchando, lo necesitan. No hay que tener temor de afrontarlos porque lo necesitan.

A veces a los padres les cuesta ponerles límites. Pero tenemos la función de escucharlos y recordarles que tienen voz y no voto. Uno es el que tiene que decidir, hay que recuperar la autoridad. A veces incluso se les imponen castigos que no se pueden sostener, yo en vez de castigar hablo de perder derechos. Hay que darles siempre una nueva oportunidad.

Es una tarea que también los propios vecinos cuando encuentran este fenómeno deben desarrollar. Por el hecho de ser adulto puede acercarse y hablar, a veces te sacan volando y a veces te van a escuchar. Hay que analizar cómo se puede afrontar cada situación.

-¿Y el poder de policía?

-No sirve. El problema es mucho más profundo, y no pasa sólo en Roca, sino también en otras ciudades. Los adolescentes no encuentran un espacio para reunirse y compartir en un lugar mejor. Por ejemplo para bailar o bien hacer otra actividad. Ellos necesitan descargar las hormonas que producen, tienen una violencia interna que necesita descargar.

A veces lo hacen a través de una picada (carrera) o con la aceleración, y con eso se sienten importantes. Habría que trabajar en las escuelas sobre la autoestima, la valoración de uno mismo, los límites, y saber quién soy... qué tengo potencialmente (educación emocional). Es la valoración de uno mismo.

Los adolescentes no saben cómo manejar esos valores y los mayores tampoco. Eso los ayudaría a saber cómo manejarse con ellos mismos.

El adolescente representa "el vale todo"... y no es así, tiene que haber valores para ser construidos.

El fenómeno está todos los días en la calle y en todos los lugares.