Hacia 1770, la Argentina no estaba en los planes de nadie. Por entonces, ni siquiera el Virreinato del RĆo de la Plata tenĆa existencia formal. Los espaƱoles que residĆan en Buenos Aires desconocĆan el paĆs que se extendĆa del otro lado del rĆo Salado y no tenĆan demasiadas intenciones de aventurarse mĆ”s allĆ”. La convivencia con las distintas expresiones del pueblo mapuche no sĆ³lo era consecuencia del equilibrio militar, sino tambiĆ©n de los tratados que las autoridades coloniales habĆan celebrado con algunos de los loncos. Al parecer, las primeras “paces” se acordaron en 1734 aunque hasta el momento, el texto no se pudo recuperar. Hacia 1742 se llegĆ³ a otro acuerdo que estableciĆ³ como “lindero” entre las posesiones espaƱolas y los grupos mapuches libres “el Saladillo”. En aquellos tratados, Buenos Aires reconocĆa en forma implĆcita y a veces explĆcita, la independencia y la soberanĆa mapuche allende el curso de agua, aunque en los papeles se refiriera a “pampas”, “puelches” o “aucas”, como resultado del embrollo Ć©tnico en el que acostumbraron a enredarse los espaƱoles del RĆo de la Plata.
En octubre de aquel aƱo, partiĆ³ una expediciĆ³n al mando de Juan HernĆ”ndez, con el Ć”nimo de castigar “indios teguelches”. La columna no se conformĆ³ exclusivamente con tropas coloniales, ya que acompaƱaron a los bonaerenses treces loncos con su gente de pelea. SegĆŗn las anotaciones del oficial real, fueron Lepin Naguel, Lican Naguel, Caulla Mantu, Calfingere, Epullanca, Alcaluan, Tanamanque, Cadupani, Guente Naguel, Lepiguala, Pallaguala y Guayquibilu 1. Si se soslaya la ortografĆa, puede advertirse que todas son identificaciones en mapuzungun, es decir, el “habla de la tierra” o idioma mapuche.
La participaciĆ³n de aquellos loncos como parte de la “entrada” seguramente obedecĆa a razones propias, pero tambiĆ©n se explicaba porque unos meses antes habĆan celebrado un tratado con Buenos Aires a travĆ©s del sargento mayor Manuel Pinazo. Como resultado, los “pampas” y “aucaces” no podĆan “pasar el lĆmite de la frontera, y si asĆ lo hicieran previo permiso, debĆan seguir el camino de las Salinas, que llegaba a LujĆ”n y en nĆŗmero no mayor de seis, siendo siempre custodiados por uno o dos soldados” 2. SegĆŗn entendieron las dos partes, el acuerdo implicaba reciprocidad.
Aquellos “aucaces” habĆan sido atacados por “teguelches” que seguĆan el liderazgo de los loncos Flamenco y Guayquitipay, quienes no habĆan ingresado al acuerdo. MĆ”s allĆ” de las anotaciones “a la espaƱola”, se observa claramente que el nombre del segundo proviene de Waiki Tripay, que significa “sale la lanza”. Quiere decir que mĆ”s allĆ” de las confusiones en las identificaciones, habĆa mapuches en los dos bandos.
Formar parte de una comunidad
QuizĆ” sea necesario recapitular sobre las palabras en mapuzungun que aparecen en el diario de HernĆ”ndez para la mejor comprensiĆ³n de los acontecimientos. Cuando consultĆ© a Pablo CaƱumil al escribir mi libro sobre Inakayal, explicĆ³ que chewĆ¼lche es la persona que forma parte de un grupo, sea “un pueblo o un lof” (nociĆ³n mapuche de comunidad). De ese vocablo derivĆ³ la imposiciĆ³n Ć©tnica tehuelche, chehuelche o chegulche porque en realidad, hasta el siglo XIX ningĆŗn pueblo se llamĆ³ a sĆ mismo de esa forma. Un recorrido mĆ”s o menos similar hizo la palabra awkache, que se utilizaba antiguamente para designar a una persona que no formaba parte de comunidad alguna. Imponer la voz chewĆ¼lche para designar a un pueblo fue una operaciĆ³n wingka, porque los aludidos se llamaban a sĆ mismos gĆ¼nĆ¼na kĆ¼na o bien, aonik enk. En el mundo mapuche, cualquier persona que formara parte de una comunidad podĆa considerarse chewĆ¼lche. Para sumar a la confusiĆ³n de los colonialistas, en mapuzungun existe el vocablo chewel, de pronunciaciĆ³n muy parecida. En este caso, significa elegante, no “arisco”, como generalmente se traduce. Un chewel kawel es un caballo brioso o elegante… Y una persona chewelche es alguien de gran aspecto o buena presencia, siempre segĆŗn el kĆ¼melchefe (profesor) CaƱumil.
Esa disparidad en los significados que mal entendieron los espaƱoles, hizo que un mismo lonco apareciera como auca, tehuelche o pampa, segĆŗn el autor del diario o de los cambios de la coyuntura polĆtica. Para HernĆ”ndez, sus compaƱeros de travesĆa eran “aucaces” aunque esa expresiĆ³n nunca fue vĆ”lida al interior del universo mapuche para designar a una parcialidad o identidad territorial determinada.
Prestadme un baquiano
A cinco dĆas de su partida desde las posesiones cristianas, la expediciĆ³n de castigo comenzĆ³ a encontrar tolderĆas y humaredas de aviso. El subordinado del todavĆa gobernador Vertiz imponĆa de nombres a los rĆos y elevaciones que encontraba a su paso, quiere decir que hasta entonces (¡1770!) el conocimiento que habĆan acumulado los colonizadores sobre la actual provincia de Buenos Aires era nulo mĆ”s allĆ” del rĆo Salado. DespuĆ©s de la Guardia del LujĆ”n (Mercedes), todo fue novedad.
Antes de arribar a Sierra de la Ventana, nueve dĆas despuĆ©s de iniciar la marcha, los milicianos presenciaron el recibimiento ceremonial que le prodigaron los jinetes que tenĆan como loncos a Linkon y Alkaluan, otras dos autoridades mapuches. Para seguir con su avance, HernĆ”ndez dependiĆ³ de baquianos de los anfitriones, porque el suyo desconocĆa en absoluto aquellos campos. SegĆŗn las informaciones, los adversarios tenĆan su morada en la margen norte del rĆo Colorado, donde erigĆan 42 toldos.
Al dar con las famosos “teguelches”, el jefe wingka dio una orden significativa: “repartir entre los indios las divisas que para este fin llevaba, y asĆ a cada indio de los de bolas (boleadoras) se le dio banda blanca de platilla pura para que se pusiesen como turbante, y los de lanza se les dio para que pusiesen en ellas como bandera, y de esta suerte fuesen conocidos de nosotros (los soldados) en la refriega”. La precauciĆ³n indica que a simple vista, era difĆcil distinguir a los “pampas” amigos de los “teguelches” enemigos. De los invasores…
DespuĆ©s de un primer encontronazo que no dio los resultados que los atacantes esperaban, tuvo lugar un segundo hecho de armas. Antes, se produjo otro hecho llamativo: “al mandarlo poner en ejecuciĆ³n el comandante, se llegaron a Ć©l los caciques amigos y le suplicaron no diese orden de hacer fuego a nuestra gente, despuĆ©s de cercados los toldos, hasta que ellos avisasen, porque querĆan sacar muchos parientes y amigos que estaban en dichos toldos”. Ante esa insĆ³lita precauciĆ³n queda claro que aquellos pampas, aucas o tehuelches no formaban parte de pueblos distintos, sino de agrupaciones mapuches cuyas relaciones con Buenos Aires eran de alianza o enemistad, segĆŗn el momento. Las razones por las cuales diversas parcialidades mapuches podĆan llegar a enfrentarse militarmente hay que buscarlas en los pliegues mĆ”s Ćntimos de su historia y en los vĆnculos entre los diversos linajes.
NingĆŗn regalo de reyes
Entre el 5 y el 6 de enero de 1641, se celebrĆ³ entre el gobernador de Chile y unos 70 loncos el Pacto de QuilĆn, por el cual la corona espaƱola reconociĆ³ como frontera entre sus posesiones y las mapuches libres el rĆo BiobĆo. Quiere decir que desde entonces, la jurisdicciĆ³n del Reino de Chile se agotĆ³ en aquel curso de agua. Desde allĆ al sur, sĆ³lo los enclaves solitarios de Valdiva y ChiloĆ© prosperaron bajo la enseƱa roja y gualda. El resto de aquella geografĆa permaneciĆ³ bajo soberanĆa mapuche hasta los avances paulatinos que la RepĆŗblica de Chile impulsĆ³ en el siglo XIX, con trĆ”gico final en 1881.
En 1810, la iniciarse el proceso que terminĆ³ con la edificaciĆ³n del Estado argentino siete dĆ©cadas mĆ”s tarde, aquellos “linderos” y fronteras que separaban las posesiones espaƱolas de las mapuches y gĆ¼nĆ¼na kĆ¼na, pasaban muy cerca de Buenos Aires y JunĆn (provincia de Buenos Aires), MelincuĆ© (Santa Fe), RĆo Cuarto (CĆ³rdoba), Fuerte de Las Pulgas (Mercedes - San Luis) y San Carlos (Mendoza). Salvo la lejana y solitaria Carmen de Patagones, jamĆ”s hubo presencia espaƱola institucional y continua al sur de esa lĆnea. El cuadro de situaciĆ³n no sĆ³lo era asĆ de hecho sino tambiĆ©n de derecho, por la existencia de mĆŗltiples tratados que tenĆan vigencia al 25 de mayo de 1810. Para EspaƱa, aquellos acuerdos formaban parte del derecho de gentes, es decir, el derecho internacional. Las Provincias Unidas primero, la ConfederaciĆ³n Argentina despuĆ©s y la RepĆŗblica por Ćŗltimo, continuaron con la prĆ”ctica de celebrar tratados con los distintos loncos principales, inclusive hasta tres aƱos antes de la CampaƱa al Desierto. Era mandato constitucional: el artĆculo 67 inciso 15 de la ConstituciĆ³n de 1853 ordenaba “proveer a la seguridad de las fronteras; conservar el trato pacifico con los indios, y promover la conversiĆ³n de ellos al catolicismo”. Desde esta perspectiva, la ofensiva que ideĆ³ y encabezĆ³ Julio Roca fue inconstitucional. El senador AristĆ³bulo del Valle levantĆ³ su voz en repetidas oportunidades contra las violaciones a la ley que consumaba el propio Estado. Aquel artĆculo se perdiĆ³ despuĆ©s de la reforma constitucional de 1994.
Al referirse a “fronteras” y a preservar “el trato pacĆfico con los indios”, los convencionales que se reunieron en Santa Fe reconocieron no tan implĆcitamente que la jurisdicciĆ³n de la RepĆŗblica Argentina era distinta a la que se instituyĆ³ despuĆ©s de la conquista militar de Pampa y Patagonia. Y que mĆ”s allĆ” de aquellas lĆneas de fortines, cuya seguridad habĆa que “proveer”, residĆan otras entidades soberanas, distintas a las nacionales.
Fuera de la ley, el Estado
Los mapuches no vinieron de Chile. DespuĆ©s la celebraciĆ³n del Pacto de QuilĆn, su lĆmite sur se fijĆ³ en el BiobĆo. Y la Argentina en tĆ©rminos histĆ³ricos, es una construcciĆ³n relativamente reciente que tiene bastante menos de 200 aƱos. Que las incursiones espaƱolas rioplatenses se toparan con una multitud de tolderĆas mapuches 40 aƱos antes –como mĆnimo- de la RevoluciĆ³n de Mayo y a unos dĆas de marcha desde Buenos Aires, cuestiona la idea segĆŗn la cual, la totalidad de la jurisdicciĆ³n argentina de hoy se heredĆ³ de la corona espaƱola. Falso.
“Los mapuches son un grupo de extrema violencia”, afirmĆ³ la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, cuando concurriĆ³ al Senado al explicar la actuaciĆ³n de la GendarmerĆa durante el operativo que le costĆ³ la vida a Santiago Maldonado. A raĆz de su investidura, no hay que concederle a la funcionaria la indulgencia de la ignorancia: la ministra miente. El mapuche es un pueblo, no un grupo… Los derechos de los pueblos son distintos a los que puedan poseer los grupos. Los pueblos tienen derecho a la libre determinaciĆ³n, concepto que reconocen el Convenio 169 de la OIT (Ley 24.071 en la Argentina) y la DeclaraciĆ³n de Derechos de los Pueblos IndĆgenas de la ONU, que tambiĆ©n suscribiĆ³ el paĆs. No es el mapuche un pueblo de “extrema violencia” y el reconocimiento de preexistencia tiene estatus constitucional (artĆculo 75 inciso 17). Como desde 1879 en adelante, desde 2017 hasta ahora mismo es el Estado el que viola la ley.
1 “Diario que el capitĆ”n D. Juan Antonio HernĆ”ndez ha hecho, de la expediciĆ³n contra los indios tegĆ¼elches, en el gobierno del seƱor D. Juan JosĆ© de Vertiz, gobernador y capitĆ”n general de estas provincias del RĆo de la Plata, en 1ro de octubre de 1770”. En De Angelis, Pedro (1969): “ColecciĆ³n de obras y documentos relativos a la historia antigua y moderna de las provincias del RĆo de la Plata”. Tomo IV. Buenos Aires. Editorial Plus Ultra.
2 Comando General del EjĆ©rcito. DirecciĆ³n de Estudios HistĆ³ricos (1973). “PolĆtica seguida con el aborigen (1750-1819)”. Buenos Aires. CĆrculo Militar. Biblioteca del Oficial.