Volvieron los bailes de Carnaval y tres generaciones se sumaron al festejo - Piedra OnLine

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martes, 8 de marzo de 2011

Volvieron los bailes de Carnaval y tres generaciones se sumaron al festejo


DespuĆ©s de 35 aƱos, abuelos, padres y nietos compartieron una noche a pura mĆŗsica y nostalgia. En el centro Galicia hubo mĆ”s de 3.000 personas.
PorCandelaria Schamun
Colaboro: Brumo Cimalando

Manuel Barros tiene 88 aƱos y un antifaz de Batman le cubre los ojos y parte de su nariz. EstĆ” en el “SalĆ³n Rojo” del Centro de Galicia de Olivos. En el escenario, la orquesta Costa Brava anima la noche. “Recuerdo los carnavales como fiestas impresionantes. Nos preparĆ”bamos los trajes con mucha anticipaciĆ³n. El club se llenaba de gente: un aƱo vinieron mĆ”s de 25 mil personas , era imposible moverse”, dice mientras una seƱora lo saca a bailar.

DespuĆ©s de 35 aƱos, con la restauraciĆ³n de los feriados de Carnaval, volvieron los festejos. Anoche, miles de porteƱos participaron de los corsos organizados en mĆ”s de 20 puntos de la ciudad. En el club Galicia de Olivos, en tanto, los bailes convocaron a abuelos, padres y nietos. Arrancaron el sĆ”bado con el show de Los Pericos y el domingo La Sole hizo saltar de alegrĆ­a a mĆ”s de 3.000 personas.

Carolina SuĆ”rez tiene 20 aƱos y el domingo, en el Galicia, disfrutĆ³ de su primera fiesta de Carnaval. “Vine con toda mi familia. Esto es espectacular. Es hermoso que hayan vuelto los festejos”, cuenta la chica, apoyada sobre la valla que rodea el escenario al que, una hora despuĆ©s, saltarĆ­a Soledad Pastorutti.

Domingo Lamosa es socio vitalicio y uno de los organizadores de los festejos. Hace dos noches que no duerme. “Los dĆ­as de Carnaval esto era una agencia matrimonial . Todos conocĆ­an mujeres en la fiesta. A mi esposa la conocĆ­ en un baile. Recuerdo que las chicas no podĆ­an usar pantalones”, cuenta.

El Centro Galicia tiene once hectĆ”reas. Es como caminar por la plaza de un pueblo del interior. Las parejas sentadas en bancos, los chicos persiguiĆ©ndose con pomos de espuma, mientras de fondo Lourdes –ex Bandana– agita la noche. El pasto estĆ” cortado al ras, las ramas de los eucaliptos se mueven cuando sopla una mĆ­nima brisa del RĆ­o de la Plata que estĆ” tan cerca.

Mercedes Aira, 45 aƱos, siente que estĆ” caminando en un tĆŗnel del tiempo. Se ve a ella, chiquita, tirĆ”ndose por el tobogĆ”n y jugando con bombitas de agua. Recuerda las bandas de mĆŗsica tropical, las luces de colores, los banderines azules, naranjas, verdes, violetas, igualitos a los que cuelgan ahora de las farolas blancas del club. Mercedes camina lento de la mano de su hija Abril, de 12 aƱos, que es la primera vez que vive el Carnaval. “HacĆ­a falta, mucha falta el regreso de los carnavales. Cuando era chiquita venĆ­amos temprano porque las colas para entrar eran impresionantes. Estoy muy emocionada, vine en la panza de mi mamĆ”. Tiene 83 y estĆ” ansiosa por venir. AcĆ” hay tres generaciones disfrutando ”, dice.

Todos recuerdan aquel aƱo que al club fueron mĆ”s de 25 mil personas. Isabel RodrĆ­guez, 83 aƱos y socia vitalicia, lleva esa noche como un tatuaje. “Yo atendĆ­a el kiosco del club. En Carnaval decorĆ”bamos todo con flores, luces y banderines. El dĆ­a de las 25 mil personas no habĆ­a lugar para moverse”, cuenta ahora en la pista del SalĆ³n Rojo mientras se da aire con un abanico. EstĆ” agitada: hace una hora que no deja de bailar. DetrĆ”s, en la barra, uno de los chicos que atiende corta una feta de jamĆ³n crudo gruesa como un dedo meƱique, mientras otro llena un vaso de cerveza tirada.

Camilo GonzĆ”lez acaba de bajarse del escenario del salĆ³n rojo. EstĆ” impecable: pantalĆ³n de traje negro, camisa negra con rayitas blancas y unos zapatos de punta de charol que brillan como si fuesen lentejuelas. Tocaba el saxo en la mĆ­tica banda espaƱola “Los Gavilanes”. Recuerda cuando en la fiesta de Carnaval actuaban HĆ©ctor Varela, El Negro Lavie, Los Reyes del Tango, Varela Varelita o cuando la gente bajaba de los trenes apurada para poder entrar al Galicia.

Soledad sale a escena y como una tromba revolea su poncho. Los mĆ”s chicos saltan, juegan con la espuma, mientras sus abuelos los miran sentados en reposeras de playa al costado de la pista. “En La Rioja como no hay agua la gente se tira con harina. El Carnaval hay que festejarlo. Son dos dĆ­as hermosos para soltarse y disfrutar esta fiesta que es tan popular y hermosa”, dice a ClarĆ­n .

A las 3.30 de la maƱana los festejos terminan. Los chicos estƔn cansados y con sus remeras mojadas de tanta espuma. Seguramente esta noche fueron protagonistas de esa anƩcdota que tantas veces le habrƔn contado sus abuelos.

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