Trascendieron imƔgenes de un inƩdito encuentro en 1938.
La historia.
Por DarĆo Silva D'Andrea
Las imĆ”genes, segĆŗn el diario cedidas por la administraciĆ³n del Luna Park, muestran a unos 15.000 argentinos nazis festejando el "Anschluss", es decir, la anexiĆ³n de Austria por parte del rĆ©gimen de Hitler. Ese mismo dĆa, el lĆder nacionalsocialista ganaba con el 99% un plebiscito sobre su permanencia en el poder y la embajada alemana en Buenos Aires quiso festejarlo. (Ampliar en mĆ”s informaciĆ³n)
Mientras entonces algunos diarios hablaban con preocupaciĆ³n de las "las pretensiones alemanas de extraterritorialidad", otros destacaban las "convicciones profundas" de Hitler y sus esfuerzos por establecer "la igualdad social" en Alemania, intentos que "se asemejan a un ideal democrĆ”tico". Desde Alemania, el lĆder intentaba seducir a los argentinos publicando en el diario La Prensa: "Por intermedio del diario La RazĆ³n, envĆo a la prensa argentina y a los alemanes de la Argentina mis cordiales saludos".
El fervor de miles de argentinos por las "promesas" del nazismo y su "cautivante" lĆder, sin embargo, no se debĆa a la falta de informaciĆ³n sobre lo que realmente sucedĆa en Alemania. En 1936 la prensa argentina ya informaba que Hitler buscaba "aniquilar, con los medios mĆ”s abominables, a la laboriosa e inteligente poblaciĆ³n israelita".
Pese a todo, segĆŗn los registros histĆ³ricos, Alemania estuvo a punto de ampliar sus conquistas en AmĆ©rica con Argentina como un poderoso aliado: 70.000 argentinos eran afiliados al Partido Nacional Socialista alemĆ”n, muchos de los cuales aquel 10 de abril vivaron a Hitler ("Heil Hitler!") en pleno centro de Buenos Aires.
SegĆŗn la crĆ³nica del diario La Prensa, aquel domingo 10 de abril de 1938, las columnas al estadio Luna Park comenzaron a llegar pasadas las 9 de la maƱana. “Era un pĆŗblico numeroso y entusiasta”. Las delegaciones austrĆacas y alemanas arribaron portando sus banderas e indumentarias nazis.
Dentro del estadio se pudo apreciar el escenario adornado con banderas alemanas con la cruz esvĆ”stica y argentinas, destacĆ”ndose en la parte posterior del telĆ³n de fondo en rojo la inscripciĆ³n “Heil FĆ¼hrer” y otra (en alemĆ”n) que decĆa: “Un pueblo, una naciĆ³n, un conductor”.
“Muchos miembros de las entidades nazis, quienes vestĆan camisas pardas y llevaban brazaletes con la cruz esvĆ”stica, tuvieron a su cargo la ubicaciĆ³n del pĆŗblico realizada en un orden casi militar”, relatĆ³ entonces La Prensa.
El delegado comercial de la embajada alemana, Erich Otto Meynen, arengĆ³ a la concurrencia que respondĆa "¡Heil FĆ¼hrer!" saludando con el tradicional saludo nazi, brazo en alto. Meynen destacĆ³ la anexiĆ³n de Austria “sin violencia ni sangre” y “el afecto de los austroalemanes hacia la Argentina”, al que definiĆ³ como un “paĆs hospitalario en el cual se sienten cĆ³modos y orgullosos de cobijarse bajo sus instituciones y bandera”.
Tras una manifestaciĆ³n antinazi, que se saldĆ³ con 2 muertos y 57 heridos, saltaron las alarmas. El presidente Roberto Marcelino Ortiz creĆ³ una comisiĆ³n especial que investigarĆa las actividades “ilĆcitas” de organizaciones extranjeras, que consistĆan en el adoctrinamiento de niƱos en escuelas de nuestro paĆs, entre otras cosas. AdemĆ”s decretĆ³ la disoluciĆ³n del multitudinario Partido Nacionalsocialista AlemĆ”n de la Argentina y decidiĆ³ la expulsiĆ³n de dos espĆas de la Gestapo.
Pero el "affaire" entre Argentina y el nazismo, sin embargo, no concluyĆ³ con la caĆda de Hitler. Se sabe que, finalizado el conflicto, y durante el primer gobierno de PerĆ³n, Argentina y varios paĆses americanos se lanzaron a una encarnizada carrera por atraer a los mĆ”s cĆ©lebres cerebros alemanes, en lo mĆ”s diversos campos de las ciencias o la ingenierĆa.
Al mismo tiempo, segĆŗn el historiador Felipe Pigna, "entre 1945 y 1950 arribaron al paĆs criminales de guerra nazis (…). SegĆŗn las fuentes, se habla de 6.000 a 8.000 ‘refugiados’”.
Este fue un largo periodo durante el cual tuvieron acceso al paĆs, entre otros, el criminal croata Dinko Satic, el mĆ©dico Joseph Mengele, y el jerarca Eric Priebke.
Seria el mismo Priebke quien admitirĆa, en un juicio en Roma, que “en 1945 el gobierno nacional [argentino] negociĆ³ con Alemania la entrega de documentaciĆ³n que permitiĆ³ el ingreso de nazis. Se distribuyeron unos 2.000 pasaportes y 8.000 cĆ©dulas en blanco… Con esta modalidad ingresaron en la Argentina unos 2.000 nazis”.
En tanto, Adolf Eichmann, el ideĆ³logo de la "soluciĆ³n final" para el "problema judĆo" ingresĆ³ a la Argentina con un pasaporte italiano falso a nombre de Riccardo Klement en 1950, se radicĆ³ en el barrio bonaerense de San Fernando y hasta llegĆ³ a trabajar en la planta local de la automotriz Mercedes Benz.
La reflexiĆ³n y conclusiĆ³n de El Mundo es categĆ³rica: "Al revisar las pĆ”ginas de la Argentina nazi se comprende porquĆ© se ha ido al carajo esta naciĆ³n que a principios del siglo XX alcanzĆ³ el puesto nĆŗmero ocho de las mĆ”s desarrolladas del mundo.
Una saga intermitente de golpes de Estado y dictaduras cĆvico-militares -con la previsible reacciĆ³n de guerrillas- y miles de ciudadanos desaparecidos llevan la seƱal distintiva de aquel totalitarismo mesiĆ”nico".
(*) Especial para Perfil.com.