Imputabilidad: escuchar a los que trabajan con la infancia - Piedra OnLine

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viernes, 13 de enero de 2017

Imputabilidad: escuchar a los que trabajan con la infancia

Por Gabriel Lerner *


El debate irrumpe de manera recurrente y se expresa en una pregunta: ¿debe bajarse la edad de punibilidad de los actuales 16 a 14 aƱos o menos? En la ediciĆ³n del 7 de enero se publicĆ³ la columna “La imputabilidad en beneficio de los jĆ³venes”, en la que se propone reducir la edad mĆ­nima de responsabilidad penal lo mĆ”s bajo que se pueda, bajo la idea de que “...la baja de edad de imputabilidad es esencialmente en beneficio de los jĆ³venes...”. Nada nuevo bajo el sol: es la posiciĆ³n histĆ³rica de la derecha argentina. Lo sorprendente es la falta de rigor en los fundamentos y la desconsideraciĆ³n de datos fundamentales, todos de fĆ”cil acceso pĆŗblico. Sobre esos baches discurriremos.

Comencemos por el principio: es falso que el gobierno haya lanzado algĆŗn debate serio, o presentado un proyecto sobre nueva legislaciĆ³n penal juvenil. Garavano se limitĆ³ a postular el retorno a la edad de punibilidad que existiĆ³ hasta 1983, es decir los 14 aƱos. Es malicioso acusarnos a los que resistimos ese retroceso de negarnos a debatir. Por el momento sĆ³lo conocemos por TV el deseo oficial de reducir la edad mĆ­nima penal, y peor aun, lanzada en medio de la conmociĆ³n que provoca un crimen doloroso. Esa es la verdad, aunque duela.

Por otra parte existe un dato determinante –omitido en la columna– y verificable con abrir los ojos (sin anteojeras ideolĆ³gicas, claro): es unĆ”nime en los actores sociales e institucionales que trabajan con adolescentes o estudian esos temas el rechazo a la ampliaciĆ³n del castigo penal propuesto con “la baja”. Se opusieron Unicef y la Iglesia –por intermedio de los “curas villeros” del papa Francisco–, tambiĆ©n la rechazaron movimientos y referentes sociales, asĆ­ como todas las autoridades provinciales de niƱez –en los Consejos Federales en 2015 y 2016–; mĆ”s recientemente hizo pĆŗblica su negativa Adepra, entidad que reĆŗne a los defensores de menores, y hasta la titular de la SecretarĆ­a de NiƱez macrista manifestĆ³ su desaprobaciĆ³n. Para encontrar apoyo a la idea de Garavano hay que buscarlo por fuera del campo de la infancia. ¿Con quĆ© fundamentos sostener que los que nos oponemos a reducir la edad de punibilidad lo hacemos “Desde la zona de confort de los lugares protegidos de la delincuencia...”? Falso y, ademĆ”s, agraviante.

La columna construye, ademĆ”s, otra falsa nociĆ³n: no habrĆ­a en Argentina rĆ©gimen penal juvenil y el gobierno macrista vendrĆ­a a crearlo. Nuevo engaƱo al lector: en el paĆ­s existe legislaciĆ³n especial para adolescentes que delinquen, normas procesales especĆ­ficas, jueces especializados, doctrina, jurisprudencia. Lo que sucede es que la norma vigente –ley 22278 de la dictadura– ha sido severamente cuestionada por expertos, por la Corte Suprema e incluso por la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Esos cuestionamientos
–que compartimos– no tienen nada que ver con que la edad de punibilidad comience en 16 aƱos, sino que se refieren a otros aspectos: que la ley permite aplicar penas muy elevadas a adolescentes –perpetuas, por ejemplo– o que habilita a imponer castigos en nombre de la protecciĆ³n. En sĆ­ntesis: existe ley especial y debe ser modificada en mĆŗltiples aspectos, pero no es necesario (ni deseable) llevar al castigo penal hacia “abajo”.

¿Entonces hay razones de polĆ­tica criminal que hacen conveniente endurecer el sistema penal juvenil? Contamos con estadĆ­sticas accesibles de los poderes judiciales de la provincia de Buenos Aires y de la NaciĆ³n. Hay tambiĆ©n disponibles excelentes investigaciones de 2008 y 2014 de la SecretarĆ­a Nacional de NiƱez junto a Unicef –sugerimos visitar su pĆ”gina–. Esos y otros caminos serios conducen a la misma conclusiĆ³n: la idea de un crecimiento exponencial del delito juvenil carece de bases verificables. La diputada CarriĆ³ –que no destaca por sus conocimientos en la materia– afirma que como los chicos menores de 16 no son punibles son mano de obra de mafias. No existe ninguna investigaciĆ³n con sustento tĆ©cnico que permita sostener tal hipĆ³tesis. Eso no es “la” realidad, sino una hipĆ³tesis, interesada y divulgada por actores no especializados.

Unas Ćŗltimas consideraciones sobre la necesidad de que exista una edad mĆ­nima de punibilidad. No es demasiado original el columnista al poner esa necesidad en entredicho. Pero esas concepciones reaccionarias han perdido vigencia hace aƱos. La ConvenciĆ³n sobre Derechos del NiƱo –parte de nuestra ConstituciĆ³n desde 1994– obliga al Estado a que exista una edad penal mĆ­nima y la ONU –mediante el ComitĆ© de Derechos del NiƱo– propone que esa edad sea lo mĆ”s elevada posible. ¿Es que acaso los tratados de Derechos Humanos, la ONU, la Iglesia o Unicef son contrarios a que el Estado intervenga cuando un adolescente comete un delito? No, de ningĆŗn modo. SĆ³lo sucede que se ha aprendido de la experiencia, y hoy sabemos que cuando una persona menor de edad –en formaciĆ³n y desarrollo, que aĆŗn no ha alcanzado madurez y autonomĆ­a plena– transgrede la ley penal es por regla mucho mĆ”s eficaz para que ese camino se rectifique dar respuestas educativas, sociales, de acompaƱamiento o apoyo al joven o a sus familias, antes que punitivas. Y tambiĆ©n, que si hay que echar mano de sanciones penales debe ser de manera excepcional, para los adolescentes mĆ”s maduros e intentando eludir las medidas privativas de la libertad. No hay ideologismo, es la experiencia de dĆ©cadas recientes de la humanidad traducida en el paradigma de los derechos humanos.

SegĆŗn el autor de la columna si no se apoya la “baja”, “Todo otro debate es pura demagogia, oportunismo o esteticismo intelectual...”. Con juicios tan descalificatorios no se contribuye a ningĆŗn debate productivo. Y no es buen mĆ©todo discutir sobre polĆ­ticas y normas destinadas a la niƱez sin siquiera considerar a los que investigan y estudian sobre el tema, o desconociendo lo que tienen para decir los que a diario trabajan con chicos y chicas con dificultades en barrios, escuelas o instituciones a lo largo y ancho de nuestro paĆ­s.

*Exsecretario nacional de NiƱez, Adolescencia y Familia, extitular de la Sedronar, miembro del Observatorio por los Derechos de la Infancia Eduardo Bustelo
Por el momento sĆ³lo conocemos por TV el deseo oficial de reducir la edad mĆ­nima penal, y peor aun, lanzada en medio de la conmociĆ³n que provoca un crimen doloroso.
Es unĆ”nime en los actores sociales e institucionales que trabajan con adolescentes el rechazo a la ampliaciĆ³n del castigo penal propuesto con “la baja”.