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lunes, 3 de abril de 2017

El MPN es una gran familia, caracterƭstica que responde a sus orƭgenes. En una mirada rƔpida de la polƭtica local, se puede decir que tradicionalmente el partido estuvo asociado a los Sapag como el tronco de un Ɣrbol al que, con el tiempo, le crecieron retoƱos.

Los brotes de esta fuerza polĆ­tica no siempre nacieron verdes. Esas ramificaciones se multiplicaron en colores en los Ćŗltimos 30 aƱos y, producto de diferencias internas, surgieron ramas blanca, amarilla, azul, azul y blanca y de otras tonalidades que no llegaron al podio cuando los recursos econĆ³micos para las campaƱas fueron escasos.

El viernes al mediodĆ­a hubo un acto polĆ­tico del partido provincial disfrazado bajo la formalidad de un acto de inauguraciĆ³n de un edificio de 12 pisos cuya construcciĆ³n costĆ³ 12 millones de dĆ³lares. La obra fue encarada por un sindicato conducido en forma hegemĆ³nica desde hace mĆ”s de 30 aƱos, una organizaciĆ³n gremial que acumula poder econĆ³mico, polĆ­tico y de presiĆ³n como pocas en el paĆ­s.

Un economista de mirada lineal dirĆ­a que para levantar la nueva sede de la mutual del gremio de los trabajadores petroleros se destinĆ³ un millĆ³n de dĆ³lares por piso. Un fiscal con ganas de investigar preguntarĆ­a cĆ³mo hizo el sindicato para juntar tanto dinero, teniendo en cuenta que ademĆ”s se anunciĆ³ otra construcciĆ³n por 169 millones de dĆ³lares: el edificio de la cuarta clĆ­nica administrada por el sindicato.
La suma de ambas inversiones de un gremio que por lo visto recauda muy bien entre sus 23.000 afiliados se aproxima bastante al presupuesto anual de la Municipalidad de NeuquĆ©n de este aƱo, que contempla gastos del orden de los 230 millones de dĆ³lares.

Tal lo esperado, la ceremonia polĆ­tico-sindical que clausurĆ³ la semana cristalizĆ³, con gestos e imĆ”genes, la unidad del MPN. El momento llegĆ³ despuĆ©s de cuatro aƱos de distanciamiento entre las dos figuras de peso que quedan en el partido: Guillermo Pereyra y Jorge Sapag.

El exgobernador concurriĆ³ en compaƱƭa de su hermana Alma (Chany) y el dirigente sindical y senador mostrĆ³ a su hijo MartĆ­n, un desconocido en el mundo de la polĆ­tica al que quiere potenciar como candidato a diputado nacional.

La fotografĆ­a de este evento fue la de una familia unida con un mensaje polĆ­tico claro: en el partido mandan Sapag y Pereyra. Y se confirmĆ³ que en el MPN los lazos de filiaciĆ³n cotizan tanto o mĆ”s que las fichas de afiliaciĆ³n.

Cuando los hermanos Felipe y ElĆ­as Sapag rompieron relaciones a principios de los 90 del siglo pasado, aquel tronco original sufriĆ³ hachazos y Jorge Sobisch aprovechĆ³ la grieta para quedarse con el poder, primero cuatro aƱos y luego ocho en forma contĆ­nua.

Las acciones polĆ­ticas de Sobisch estĆ”n depreciadas desde hace tiempo. No fue invitado a la fiesta organizada por Pereyra, pese a que el dirigente de los trabajadores petroleros apoyĆ³ la Ćŗltima aventura interna del exgobernador en el 2015.

Puede ser que a Sobisch no lo hayan convocado por una variedad de razones polĆ­ticas internas, entre ellas que Sapag, que fue su vicegobernador, lo quiere ver lejos. Pero hay un motivo que no se puede ignorar: subir a Sobisch al escenario a pocos dĆ­as de cumplirse diez aƱos del asesinato del docente Carlos Fuentealba hubiera sido un gesto de enorme provocaciĆ³n. El crimen del maestro ocurriĆ³ durante Ćŗltimo gobierno de Sobisch y sĆ³lo hubo condena para el autor material del hecho. Pero las responsabilidades polĆ­ticas de las decisiones tomadas en aquella represiĆ³n ocurrida en cercanĆ­as de Arroyito el 4 de abril del 2007 quedaron sin condena.

Con perfiles desdibujados frente a la trascendencia del reencuentro entre Sapag y Pereyra, tambiĆ©n participaron de la fiesta Omar GutiĆ©rrez y Rolando Figueroa, la llamada nueva generaciĆ³n del MPN que no parece estar dispuesta a desafiar el pasado. Al gobernador le dieron el micrĆ³fono para levantar un poco su protagonismo y el vice quedĆ³ relegado al aplauso y la foto.