'Cumplir la ley salva vidas o la payasada vial'
A continuación, un UR narra la experiencia que vivió mientras viajaba por la ruta 237 hacia Bariloche, al cruzarse con un móvil de la Agencia Nacional de Seguridad Vial.
Dice el encabezado del Ministerio del Interior:
“La Agencia Nacional de Seguridad Vial fue creada mediante la Ley 26.363, sancionada el 09 de abril del corriente año, por pedido de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y del ministro del Interior, Florencio Randazzo con el objetivo de reducir la tasa de siniestralidad en la Argentina, mediante la promoción, coordinación, control y seguimiento de las políticas de seguridad vial.”
Bien. Pese a que inicialmente no estaba seguro de informar esto, el hartazgo a que me tiene sometido ver cada vez más ñoquis y punteros políticos ubicados en funciones de estado, me decidieron a compartir el hecho.
Anoche, jueves 6 de Agosto, a las 21:55, me dirigía por la ruta 237 hacia Bariloche.
A unos 40 Km de Piedra del Aguila, una unidad de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, identificada con el dominio HTE 144 circulaba por la ruta a unos 70 Km/h con dos fuertes luces ámbar sobre el techo.
Como al aproximarme ignoraba de que se trataba, lo hice moderando mi velocidad y colocándome a distancia prudencial del vehículo, que ante mi presencia apagó los reflectores ámbar y en sólo 400 metros el conductor hizo lo siguiente:
> Aplicó brevemente la luz de giro izquierda (Ley 24.449 Art. 42 Inc. f.: Para indicar a los vehículos posteriores la inconveniencia de adelantarse, se pondrá la luz de giro izquierda, ante la cual los mismos se abstendrán del sobrepaso), e
> inmediatamente colocó dos ruedas sobre la banquina (Ley 24.449 Art. 48 Inc. c.: Prohibiciones: A los vehículos, circular a contramano, sobre los separadores de tránsito o fuera de la calzada, salvo sobre la banquina en caso de emergencia); y
> puso giro derecho invitándome a sobrepasarlo en doble raya amarilla, con el riesgo de arrojar piedras, o peor, perder la estabilidad de su vehículo dado el hielo y el ripio presente.
Ni bien hubo terminado la restricción, lo sobrepasé y le solicité que se detuviera, cosa que hizo. Bajó una persona con jinetas de suboficial de alguna policía, que parecía ignorar de que se trataba la Ley 24.449.
Con el mayor respeto le informé que habían violado tres normas:
> Uso de banquina,
> luces de sobrepaso e
> inducción a cometer una infracción, pidiéndoles que con un vehículo de esa repartición se abstengan de cometer payasadas viales como la sucedida.
No es que el hecho haya tenido el más mínimo viso de gravedad. La gravedad es institucional, porque si un vehículo de la repartición que debe velar por la capacitación y el control vial está conducido por quien no tiene idea de las normas, se consolida el hábito de NO CREER EN LAS INDICACIONES VIALES.
En Chile, para no ir muy lejos, es casi imposible encontrar una señal de restricción que no esté relacionada con un peligro real.
Entonces, las autoridades viales chilenas logran que la gente respete las indicaciones porque LES CREEN. En nuestro país abundan indicaciones viales contradictorias y restricciones que no tienen ningún sentido, por lo que la gente termina no creyéndoles, lo que contribuye a que ostentemos los 1.100 muertos por año por cada millón de vehículos, cifra que seguramente es mayor porque este dato es del Ministerio de Justicia, en el que sólo están representados quienes han generado una causa judicial.
Los muertos indirectos no figuran. Es importante enfrentar el tema vial en serio. Los políticos viven creando fundaciones sobre el tema y sólo parecen perseguir los subsidios internacionales que se otorgan al ver el nivel de salvajismo con que nos movemos.
No hay conciencia de infraestructura vial, no hay conciencia educativa sobre el tema, no se ha dado cumplimiento a la Ley 24.449 ni se han reformulado en ella pequeños errores que se prestan a interpretaciones encontradas. Nuestro país tiene casi 9 millones de vehículos que generan casi 10.000 muertes/año.
Valuando una vida y su potencial en 700.000 dólares, tenemos la friolera de casi 7.000 millones de dólares en potencialidad perdida. Representa 2,2% del PBI. Si no lo arreglan por amor, por lo menos que lo arreglen por interés.
GERMAN A. BERIZZO
A continuación, un UR narra la experiencia que vivió mientras viajaba por la ruta 237 hacia Bariloche, al cruzarse con un móvil de la Agencia Nacional de Seguridad Vial.
Dice el encabezado del Ministerio del Interior:
“La Agencia Nacional de Seguridad Vial fue creada mediante la Ley 26.363, sancionada el 09 de abril del corriente año, por pedido de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y del ministro del Interior, Florencio Randazzo con el objetivo de reducir la tasa de siniestralidad en la Argentina, mediante la promoción, coordinación, control y seguimiento de las políticas de seguridad vial.”
Bien. Pese a que inicialmente no estaba seguro de informar esto, el hartazgo a que me tiene sometido ver cada vez más ñoquis y punteros políticos ubicados en funciones de estado, me decidieron a compartir el hecho.
Anoche, jueves 6 de Agosto, a las 21:55, me dirigía por la ruta 237 hacia Bariloche.
A unos 40 Km de Piedra del Aguila, una unidad de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, identificada con el dominio HTE 144 circulaba por la ruta a unos 70 Km/h con dos fuertes luces ámbar sobre el techo.
Como al aproximarme ignoraba de que se trataba, lo hice moderando mi velocidad y colocándome a distancia prudencial del vehículo, que ante mi presencia apagó los reflectores ámbar y en sólo 400 metros el conductor hizo lo siguiente:
> Aplicó brevemente la luz de giro izquierda (Ley 24.449 Art. 42 Inc. f.: Para indicar a los vehículos posteriores la inconveniencia de adelantarse, se pondrá la luz de giro izquierda, ante la cual los mismos se abstendrán del sobrepaso), e
> inmediatamente colocó dos ruedas sobre la banquina (Ley 24.449 Art. 48 Inc. c.: Prohibiciones: A los vehículos, circular a contramano, sobre los separadores de tránsito o fuera de la calzada, salvo sobre la banquina en caso de emergencia); y
> puso giro derecho invitándome a sobrepasarlo en doble raya amarilla, con el riesgo de arrojar piedras, o peor, perder la estabilidad de su vehículo dado el hielo y el ripio presente.
Ni bien hubo terminado la restricción, lo sobrepasé y le solicité que se detuviera, cosa que hizo. Bajó una persona con jinetas de suboficial de alguna policía, que parecía ignorar de que se trataba la Ley 24.449.
Con el mayor respeto le informé que habían violado tres normas:
> Uso de banquina,
> luces de sobrepaso e
> inducción a cometer una infracción, pidiéndoles que con un vehículo de esa repartición se abstengan de cometer payasadas viales como la sucedida.
No es que el hecho haya tenido el más mínimo viso de gravedad. La gravedad es institucional, porque si un vehículo de la repartición que debe velar por la capacitación y el control vial está conducido por quien no tiene idea de las normas, se consolida el hábito de NO CREER EN LAS INDICACIONES VIALES.
En Chile, para no ir muy lejos, es casi imposible encontrar una señal de restricción que no esté relacionada con un peligro real.
Entonces, las autoridades viales chilenas logran que la gente respete las indicaciones porque LES CREEN. En nuestro país abundan indicaciones viales contradictorias y restricciones que no tienen ningún sentido, por lo que la gente termina no creyéndoles, lo que contribuye a que ostentemos los 1.100 muertos por año por cada millón de vehículos, cifra que seguramente es mayor porque este dato es del Ministerio de Justicia, en el que sólo están representados quienes han generado una causa judicial.
Los muertos indirectos no figuran. Es importante enfrentar el tema vial en serio. Los políticos viven creando fundaciones sobre el tema y sólo parecen perseguir los subsidios internacionales que se otorgan al ver el nivel de salvajismo con que nos movemos.
No hay conciencia de infraestructura vial, no hay conciencia educativa sobre el tema, no se ha dado cumplimiento a la Ley 24.449 ni se han reformulado en ella pequeños errores que se prestan a interpretaciones encontradas. Nuestro país tiene casi 9 millones de vehículos que generan casi 10.000 muertes/año.
Valuando una vida y su potencial en 700.000 dólares, tenemos la friolera de casi 7.000 millones de dólares en potencialidad perdida. Representa 2,2% del PBI. Si no lo arreglan por amor, por lo menos que lo arreglen por interés.
GERMAN A. BERIZZO
S.C. de Bariloche
No hay comentarios:
Publicar un comentario