En ciudades de nuestra región los jóvenes hacen del consumo de alcohol en grupo casi su principal excusa para reunirse. Ya casi no quedan chicos que sean "abstemios puros". Deterioro en la memoria y el aprendizaje
La alarmante constatación de que jóvenes y adolescentes han hecho del consumo de alcohol un rasgo que los identifica a la hora de relacionarse con sus pares tuvo su respaldo científico en un estudio reciente realizado por expertos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y de la Universidad Nacional de Córdoba .
El trabajo en cuestión explica que alrededor del 35 por ciento de los menores que tienen entre 8 y 12 años admitió que consume con frecuencia alguna bebida alcohólica, desde algunas veces por año hasta dos o tres veces por mes.
El estudio realizado sobre el consumo de alcohol entre adolescentes reveló un dato alarmante que obliga a prestar atención a un fenómeno social que parece crecer día a día.
A esos datos llegaron los responsables de la investigación luego de procesar la información de una encuesta realizada entre 270 adolescentes que tienen entre 13 y 18 años y 209 niños con edades entre 8 a 12 años, que asisten a colegios públicos y privados en los principales centros urbanos del país.
En el primer grupo, el 56 por ciento de las consultas se hicieron a mujeres; mientras que en el segundo grupo ellas representaron el 52 por ciento de la muestra.
La investigación se denominó "Diferencias en el uso del alcohol en función de las expectativas hacia el alcohol de niños y adolescentes", y estuvo a cargo de especialistas de los laboratorios de Psicología y Psicología Cognitiva de Universidad Nacional de Córdoba, quienes trabajaron en estrecha colaboración con sus pares del Conicet.
El trabajo académico advierte en uno de sus párrafos que en la Argentina ya casi "no quedan chicos abstemios puros", debido a que —como lo demuestra el sondeo—, los adolescentes se han convertido en "el grupo evolutivo que tiene mayores probabilidades de presentar uso y abuso de alcohol".
Los investigadores observaron con marcada preocupación que el problema del consumo de bebidas alcohólicas entre menores, por lo general, es subestimado por los adultos.
También sostienen que el país presenta un alto índice de consumo de alcohol y "poca tradición en la evaluación de las consecuencias físicas, neurocog- nitivas, sociales y económicas asociadas con el uso y abuso del mismo". A esto, además, "debe agregarse que ha disminuido la edad en la que la población argentina se inicia en el consumo del alcohol, particularmente la población en riesgo".
Este último punto confirma la necesidad de observar con mayor detenimiento el comportamiento de los chicos, sobre todo los fines de semana y en los locales comerciales que expenden bebidas alcohólicas. Las sanciones que en más de una oportunidad recibieron algunos locales de diversión nocturna y kioscos confirman que en varios de ellos no se cumple a rajatabla con la norma que prohíbe la venta de estas bebidas a menores.
Deben intensificarse los controles para evitar que se vendan bebidas alcohólicas a menores, tarea en la que a los municipios les cabe una mayor responsabilidad; pero también los padres y adultos en general están obligados a prestar una mayor atención a los niños y adolescentes en relación a este problema que, de no tomarse con la debida seriedad, comprometerá la salud y el futuro de los chicos.
La alarmante constatación de que jóvenes y adolescentes han hecho del consumo de alcohol un rasgo que los identifica a la hora de relacionarse con sus pares tuvo su respaldo científico en un estudio reciente realizado por expertos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y de la Universidad Nacional de Córdoba .
El trabajo en cuestión explica que alrededor del 35 por ciento de los menores que tienen entre 8 y 12 años admitió que consume con frecuencia alguna bebida alcohólica, desde algunas veces por año hasta dos o tres veces por mes.
El estudio realizado sobre el consumo de alcohol entre adolescentes reveló un dato alarmante que obliga a prestar atención a un fenómeno social que parece crecer día a día.
A esos datos llegaron los responsables de la investigación luego de procesar la información de una encuesta realizada entre 270 adolescentes que tienen entre 13 y 18 años y 209 niños con edades entre 8 a 12 años, que asisten a colegios públicos y privados en los principales centros urbanos del país.
En el primer grupo, el 56 por ciento de las consultas se hicieron a mujeres; mientras que en el segundo grupo ellas representaron el 52 por ciento de la muestra.
La investigación se denominó "Diferencias en el uso del alcohol en función de las expectativas hacia el alcohol de niños y adolescentes", y estuvo a cargo de especialistas de los laboratorios de Psicología y Psicología Cognitiva de Universidad Nacional de Córdoba, quienes trabajaron en estrecha colaboración con sus pares del Conicet.
El trabajo académico advierte en uno de sus párrafos que en la Argentina ya casi "no quedan chicos abstemios puros", debido a que —como lo demuestra el sondeo—, los adolescentes se han convertido en "el grupo evolutivo que tiene mayores probabilidades de presentar uso y abuso de alcohol".
Los investigadores observaron con marcada preocupación que el problema del consumo de bebidas alcohólicas entre menores, por lo general, es subestimado por los adultos.
También sostienen que el país presenta un alto índice de consumo de alcohol y "poca tradición en la evaluación de las consecuencias físicas, neurocog- nitivas, sociales y económicas asociadas con el uso y abuso del mismo". A esto, además, "debe agregarse que ha disminuido la edad en la que la población argentina se inicia en el consumo del alcohol, particularmente la población en riesgo".
Este último punto confirma la necesidad de observar con mayor detenimiento el comportamiento de los chicos, sobre todo los fines de semana y en los locales comerciales que expenden bebidas alcohólicas. Las sanciones que en más de una oportunidad recibieron algunos locales de diversión nocturna y kioscos confirman que en varios de ellos no se cumple a rajatabla con la norma que prohíbe la venta de estas bebidas a menores.
Deben intensificarse los controles para evitar que se vendan bebidas alcohólicas a menores, tarea en la que a los municipios les cabe una mayor responsabilidad; pero también los padres y adultos en general están obligados a prestar una mayor atención a los niños y adolescentes en relación a este problema que, de no tomarse con la debida seriedad, comprometerá la salud y el futuro de los chicos.
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