El paraíso petrificado - Piedra OnLine

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domingo, 9 de mayo de 2010

El paraíso petrificado


El paraíso petrificado A pocos kilómetros al sur de El Sauce, en el departamento Picún Leufú, hay un bosque de árboles que se petrificaron y que la erosión se encargó de hacer visible. El sitio es de difícil acceso y podría convertirse en un atractivo turístico que se complemente con la Fiesta del Choclo y la Humita que se hace en la localidad.
Neuquén > Troncos de árboles que se transformaron en piedra que, por tu tamaño, no se pueden rodear con los brazos y otros de menor tamaño que semejan los gruesos leños que se depositan en las salamandras. El lugar donde se encuentran está virgen de la depredación del hombre, dejar la huella del calzado en la arcilla roja y endurecida de las laderas del poco profundo cañadón parece un acto de descubrimiento.
Es como volver millones de años en el tiempo e imaginar que allí hubo un bosque. A pocos kilómetros al sur del pueblo de El Sauce, en medio de la meseta patagónica rodeado de zampa, uña de gato y alpataco, vegetación de colores pasteles que confunden su color con el suelo arenoso y arcilloso, con el cerro Mesa como fondo lejano, se encuentra este sitio escondido del alcance humano.
“Cuando Jorge Sapag estaba de campaña nos dijo que teníamos que buscar cómo aprovechar el bosque petrificado, así que lo tuve que ir a conocer y me sorprendí del tamaño de los fósiles y la cantidad”, contó el presidente de la comisión de fomento de El Sauce, Gustavo Cortez. Con sus jóvenes 29 años, Cortez tiene el pragmatismo como primera opción. Está convencido de que el desarrollo de este valle del arroyo Picún Leufú no puede basarse en forma exclusiva en la producción agraria porque el curso de agua se seca en verano y realizar obras hídricas para contenerlo es una inversión inaccesible. Hay emprendimientos pecuarios que tiene buen resultado.
“Tenemos que tomar el ejemplo de Villa El Chocón, que descubrió un dinosaurio y ahora es una ciudad turística”, se autoconvence Cortez y para estimular el sueño saca cuentas. En la fiesta de la humita hubo entre cinco y seis mil personas que arribaron al pueblo y se imagina organizar una suerte de excursión al lugar, o venderlo como una opción de turismo alternativo.
Tiene un dato que oficia como estudio de mercado. Cuando tuvieron que ilustrar la página web que tiene la comisión de fomento pusieron una foto de un tronco fosilizado y “nos llovieron correos electrónicos de gente que nos pedía información y que quería venir a visitarlo”.

El bosque de Antonio
Antonio Obreque es nacido y criado en la zona. Va a cumplir 70 años y ataviado con alpargatas, bombachas de campo, una campera de cuero y un sombrero es un excelente guía turístico para llegar hasta “los pinos” –como él llama a estos troncos de piedra--. Es dueño de un campo de más de 300 hectáreas en la zona y al visitante le produce la sensación que conoce cada piedra, cada rastro, cada planta y cada tronco de este cañadón que pide unos 1.500 metros de largo por 50 de ancho.
No hay grafitis, no hay rastros de pisadas humanas en la arcilla seca y dura que rodea estas maravillas de piedra que la naturaleza depositó en medio de esta meseta seca, inhabitada e infinita en un día diáfano, que tiene al norte el cerro Mesa y al sur el cerro Ventana. El nombre tiene relación con la forma que tienen estas pequeñas elevaciones.
Antonio confiesa que hace 22 años está viviendo en el lugar –es un arquitecto reciclador porque utiliza todo lo que no se usa en otros lugares y les da utilidad como el depósito de agua de su puesto o una rústica represa en la que embalsa agua de lluvia para que beba su ganado—y jamás llevó a nadie al lugar donde están “los rollizos” o “los pinos”.
Antonio muestra los troncos petrificados con la misma pasión que describe la pequeña represa de arcilla o “tranque” que tiene cerca de su casa en el puesto que la hizo por su propia iniciativa. Enseña con voz pausada y tranquila dónde encontrar un tronco más grande, más impactante e intenta levantarlo.
Dice que no existen leyendas o mitos que los pocos habitantes del lugar hayan elaborado para dar explicación a este valle que quedó detenido hace más de 150 millones de años. De acuerdo a la explicación que se puede encontrar sobre la aparición de bosques petrificados en la Patagonia es que la zona era rica en gigantescos árboles que quedaron sepultados por una erupción volcánica en contemporáneo con el surgimiento de la Cordillera de los Andes. El viento del Pacífico que dejó de ser húmedo pasó a seco y frío para el Este, y la erosión hicieron su lento y contínuo trabajo durante ese lapso de tiempo y logró esta maravilla: un paraíso fosilizado.

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