El castellano impera en el Mundial, pero no todos se entienden - Piedra OnLine

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martes, 22 de junio de 2010

El castellano impera en el Mundial, pero no todos se entienden

Si bien el inglés es lengua 'universal' de la FIFA, el español impera en el Mundial con 7 equipos de habla castellana, aunque las terminologías futboleras de cada región podrían impedir la comprensión y diÔlogo fluido entre sus hinchas o porristas.


El argentino Lionel Messi y el mexicano Rafael MÔrquez comparten vestuario en el Camp Nou de Barcelona, pero una anécdota relata que la Pulga no entendió cuando Rafa le pidió que le pasara una "playera" y un par de "tachos" para ir a entrenar. Con ojos abiertos, el rosarino preguntó: "casaca" y "botines".

Todos hablan castellano, pero no siempre comprenden lo mismo, porque para el paraguayo Roque Santa Cruz lo mƔs normal del mundo hubiera sido decir "tirame la 'camiseta' y las 'taquillas'".

España, Argentina, Uruguay, México, Paraguay, Honduras y Chile son las siete selecciones que hacen reinar el castellano por delante del inglés, que también es idioma oficial para 8 equipos, aunque en tres africanos (SudÔfrica, Nigeria, Ghana) usan otros dialectos y en Camerún es mÔs utilizado el francés.

KakÔ, líder de un Brasil en que el castellano es segunda lengua fluida por sus jugadores que militan en Liga española y el contagio del 'portuñol' que aprenden al vivir en una región rodeados de países de habla hispana, es un maestro "driblando" y "regateando" cuando sale al "campo", como lo hizo ante Costa de Marfil (3-1).

Pero para los 'hinchas' argentinos, el ex crack del Milan "gambeteó" a los defensas de los Elefantes hasta volver loco al hombre de los mil nombres, según el país: arquero, portero, golero, guardameta, guardavalla, cuidavalla, cuidapalos, cancerbero.

Si bien KakÔ "le pone tiza", como quiso hacer Wilson Palacios ante España (derrota 0-2), afinando la puntería como en una partida de billar, el astro brasileño aún no encontró el gol, u "omoingué" guaraní. Al brasileño todavía le falta "mojar", según una expresión argentina para los que marcan.

Precisamente, el que cortó la sequía goleadora fue Luis Fabiano, con un doblete ante los marfileños que incluyó un doble globo en el segundo, o un "sombrero" paraguayo o un "baño" hondureño, dejando al portero sin chances de hacer una buena "parada", "salvada" o "atajada".

A la hora de los lujos, el 'pibe' argentino Ángel di María se cansó de tirar "túneles" o "caños", lo que despertó el grito "sotana para uno" que se suele escuchar en las 'populares de las canchas argentinas cuando a un jugador le pasan el balón entre las piernas.

Por ahora no se han visto goles de "vaselina", según define la Real Academia Española como "disparo suave y de trayectoria muy curva que hace volar el balón por encima de uno o varios jugadores contrarios", aunque en el Río de la Plata uruguayos y argentinos dirían "gol de emboquillada" o un "sombrero" guaraní.

En contraposición a los talentosos, los aficionados suelen agarrÔrselas con los "troncos" o "mantas", para hablar de esos que pierden seguido el balón y chuta con poca fortuna, que por lo general terminan siendo los "leñadores", esos que se encargan de repartir patadas.

Esos jugadores dan mucho trabajo a los Ɣrbitros, mƔs formalmente conocido como "colegiado" en EspaƱa y con las adaptaciones del inglƩs "rƩfere" en Paraguay y "referƭ" en Argentina, que en este Mundial se han equivocado al sacar alguna tarjeta roja o "oƱemosƩ" (expulsado) por alguna 'picardƭa'.

Sader Keita lo hizo con KakÔ, al "hacer teatro", calificativo que le pusieron al chileno Arturo Vidal cuando exageró un roce e hizo expulsar al suizo Valon Behrami.

Portugal regaló una lluvia de goles ante Corea del Norte (7-0), "llenÔndole el saco". Pero ojo al escuchar al relator, pues "encajar un gol" en España es recibir un tanto, mientras que en casi toda Latinoamérica es marcarlo.

Parte del éxito es que bajo las órdenes del "míster" (como llaman los jugadores al técnico en España), los futbolistas se entrenen bien con partidillos en España o "cascaditas" en México.

Parte del secreto es el buen control del balón, que se trabaja con un "rondo" en España (los jugadores muevan el balón en círculo para que otro en el medio no lo toque), un "torito" en México o un "loco" en Argentina.

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