Un enfoque desde NeuquĆ©n del tema que el gobierno ha instalado como el mĆ”s importante en la actual coyuntura polĆtica. Y el recuerdo para quien fue el primero e implacable denunciador de los monopolios y su perversa influencia en la prensa argentina.
Cristina FernƔndez, durante su didƔctico mensaje por la cadena nacional (foto TELAM)
El por quĆ© de una historia tan vieja y meneada como la de Papel Prensa aparece de pronto como un urgente problema a resolver, para que la democracia y (sobre todo) los derechos humanos se mantengan en pie en Argentina, es tal vez solamente explicable desde la propia necesidad polĆtica de un gobierno que sigue gastando cartuchos con el Ćŗnico afĆ”n de reproducirse en el poder.
La historia de Papel Prensa, que la presidenta Cristina FernĆ”ndez explicĆ³ tamizada por la Ć³ptica del gobierno durante mĆ”s de una hora de uso de la cadena nacional de radio y televisiĆ³n, es una historia macabra, pero no desconocida, al menos para nosotros, los periodistas. Me temo que nunca alcanzarĆ” a ser de conocimiento masivo. Porque son otras las noticias que adquieren fama, aunque sea efĆmera.
Quienes hemos trabajado en diarios “papel” –en mi caso, desde 1979 hasta 2004- y ademĆ”s nos hemos desempeƱado en diarios “off Buenos Aires”, sabemos de las tribulaciones de las pequeƱas empresas para conseguir papel de buena calidad; de la injusticia y el monopolio ejercido sin piedad por el grupo ClarĆn, con la complicidad sempiterna del propio Estado. Podemos incluso acceder, sin ruborizarnos, a identificar lo sucedido durante tantos aƱos como una obra del demonio…si es que esto no se toma como una identificaciĆ³n que endiose, como contrapartida, al gobierno nacional de turno, es decir, a Ć©ste.
En su libro “los cerrojos a la prensa”, publicado en octubre de 1993 –hace 17 aƱos- Julio Ramos, entonces dueƱo de Ćmbito Financiero y en NeuquĆ©n de La MaƱana del Sur, destacaba que “desde la instalaciĆ³n del monopolio del papel, hace 15 aƱos, murieron en la Argentina 46 medios grĆ”ficos de prensa”. Y profetizaba, sin saber que los Kirchner gobernarĆan la Argentina y pondrĆan a ClarĆn como su enemigo principal, que “el gran problema, la gran acechanza de la prensa argentina en estos aƱos ’90 es el monopolio ClarĆn”.
DecĆa Ramos, entonces en soledad, que el grupo manejado por Ernestina Herrera de Noble “es el gran dominador, el gran pulpo que se extiende amenazante sobre toda forma de difusiĆ³n, escrita o electrĆ³nica, que no se pliegue a sus designios de dominaciĆ³n, que va disecando aliados y arrinconando a sus competidores”.
Antes de Ramos, en NeuquĆ©n habĆa sobrevivido con enormes dificultades durante cinco aƱos El Diario del NeuquĆ©n. Nunca pudo comprarle una bobina de papel a Papel Prensa. Ese papel estaba reservado para los asociados amigos de ClarĆn, como el RĆo Negro de General Roca. Hubo dĆas, durante la hiperinflaciĆ³n, que tuvimos que esperar, con el diario ya armado, a que llegara el camiĆ³n que traĆa…una Ć³ dos bobinas de papel de TucumĆ”n, o directamente desde Chile, para poder imprimir la mĆ³dica tirada de ese diario, efĆmero pero inaugural tras el retorno de la democracia, para la prensa neuquina.
Ya con el entonces poderoso Ramos, la historia no cambiĆ³. Papel Prensa no le vendĆa papel, que seguĆa reservado para el RĆo Negro. Esto implicĆ³, segĆŗn la Ć©poca y los avatares econĆ³micos de la empresa, imprimir en papel de mala calidad, o bien gastar dinerales en traer camiones desde Chile.
Cada vez que se lograba hacer stock de papel en el galpĆ³n, al costado de la rotativa, celebrĆ”bamos.
Esto, que pasĆ³ y sigue pasando, se multiplica por muchos diarios, muchos diarios que han sobrevivido a un paĆs que penosamente declama la libertad de prensa, pero en la prĆ”ctica, nunca termina de ejercerla.
Como el federalismo. Como la justicia social. Como tantas asignaturas pendientes.
Pasaron 34 aƱos sin que nada cambiara. Ahora, de repente, aparece un gobierno –que en realidad gobierna desde 2003- a decirnos que serĆ” el campeĆ³n de la igualdad ante la ley. Que quienes la violaron antes, lo pagarĆ”n ahora. Que se asegurarĆ” el libre abastecimiento de papel a todos los diarios.
Cristina FernƔndez, nuestra presidenta, parece que nos mostrara las Tablas de la Ley. Nos lee los 10 mandamientos de la nueva democracia argentina.
Pero esta no es una historia entre Dios y el Diablo. Esta es solo una historia de ejemplos y realidades, en la que los periodistas hemos tratado, todo el tiempo, de sobrevivir contra natura, puteando por los sueldos, por la falta de trabajo, por la degradaciĆ³n del mercado publicitario, por los monopolios, por los gobiernos prepotentes, por el precio de los alquileres, por la inflaciĆ³n…y por el papel. Al menos, hasta que vino la dichosa Internet, y pudo empezar esta etapa, por ahora mĆ”s libre, del periodismo digital.
Los periodistas hemos sido, durante todo este timpo, como cualquier ciudadano. No hay, no debe haber, un paĆs en el que sus periodistas hayan sido mĆ”s ciudadanos y mĆ”s comunes que Ć©ste.
Por eso, permĆtaseme decir que no estoy con ClarĆn, pero tampoco estoy con el gobierno.
Ni con Dios, ni con el Diablo.
PĆ³ngalo usted en el orden que quiera.
RubƩn Boggi
Cristina FernƔndez, durante su didƔctico mensaje por la cadena nacional (foto TELAM)
El por quĆ© de una historia tan vieja y meneada como la de Papel Prensa aparece de pronto como un urgente problema a resolver, para que la democracia y (sobre todo) los derechos humanos se mantengan en pie en Argentina, es tal vez solamente explicable desde la propia necesidad polĆtica de un gobierno que sigue gastando cartuchos con el Ćŗnico afĆ”n de reproducirse en el poder.
La historia de Papel Prensa, que la presidenta Cristina FernĆ”ndez explicĆ³ tamizada por la Ć³ptica del gobierno durante mĆ”s de una hora de uso de la cadena nacional de radio y televisiĆ³n, es una historia macabra, pero no desconocida, al menos para nosotros, los periodistas. Me temo que nunca alcanzarĆ” a ser de conocimiento masivo. Porque son otras las noticias que adquieren fama, aunque sea efĆmera.
Quienes hemos trabajado en diarios “papel” –en mi caso, desde 1979 hasta 2004- y ademĆ”s nos hemos desempeƱado en diarios “off Buenos Aires”, sabemos de las tribulaciones de las pequeƱas empresas para conseguir papel de buena calidad; de la injusticia y el monopolio ejercido sin piedad por el grupo ClarĆn, con la complicidad sempiterna del propio Estado. Podemos incluso acceder, sin ruborizarnos, a identificar lo sucedido durante tantos aƱos como una obra del demonio…si es que esto no se toma como una identificaciĆ³n que endiose, como contrapartida, al gobierno nacional de turno, es decir, a Ć©ste.
En su libro “los cerrojos a la prensa”, publicado en octubre de 1993 –hace 17 aƱos- Julio Ramos, entonces dueƱo de Ćmbito Financiero y en NeuquĆ©n de La MaƱana del Sur, destacaba que “desde la instalaciĆ³n del monopolio del papel, hace 15 aƱos, murieron en la Argentina 46 medios grĆ”ficos de prensa”. Y profetizaba, sin saber que los Kirchner gobernarĆan la Argentina y pondrĆan a ClarĆn como su enemigo principal, que “el gran problema, la gran acechanza de la prensa argentina en estos aƱos ’90 es el monopolio ClarĆn”.
DecĆa Ramos, entonces en soledad, que el grupo manejado por Ernestina Herrera de Noble “es el gran dominador, el gran pulpo que se extiende amenazante sobre toda forma de difusiĆ³n, escrita o electrĆ³nica, que no se pliegue a sus designios de dominaciĆ³n, que va disecando aliados y arrinconando a sus competidores”.
Antes de Ramos, en NeuquĆ©n habĆa sobrevivido con enormes dificultades durante cinco aƱos El Diario del NeuquĆ©n. Nunca pudo comprarle una bobina de papel a Papel Prensa. Ese papel estaba reservado para los asociados amigos de ClarĆn, como el RĆo Negro de General Roca. Hubo dĆas, durante la hiperinflaciĆ³n, que tuvimos que esperar, con el diario ya armado, a que llegara el camiĆ³n que traĆa…una Ć³ dos bobinas de papel de TucumĆ”n, o directamente desde Chile, para poder imprimir la mĆ³dica tirada de ese diario, efĆmero pero inaugural tras el retorno de la democracia, para la prensa neuquina.
Ya con el entonces poderoso Ramos, la historia no cambiĆ³. Papel Prensa no le vendĆa papel, que seguĆa reservado para el RĆo Negro. Esto implicĆ³, segĆŗn la Ć©poca y los avatares econĆ³micos de la empresa, imprimir en papel de mala calidad, o bien gastar dinerales en traer camiones desde Chile.
Cada vez que se lograba hacer stock de papel en el galpĆ³n, al costado de la rotativa, celebrĆ”bamos.
Esto, que pasĆ³ y sigue pasando, se multiplica por muchos diarios, muchos diarios que han sobrevivido a un paĆs que penosamente declama la libertad de prensa, pero en la prĆ”ctica, nunca termina de ejercerla.
Como el federalismo. Como la justicia social. Como tantas asignaturas pendientes.
Pasaron 34 aƱos sin que nada cambiara. Ahora, de repente, aparece un gobierno –que en realidad gobierna desde 2003- a decirnos que serĆ” el campeĆ³n de la igualdad ante la ley. Que quienes la violaron antes, lo pagarĆ”n ahora. Que se asegurarĆ” el libre abastecimiento de papel a todos los diarios.
Cristina FernƔndez, nuestra presidenta, parece que nos mostrara las Tablas de la Ley. Nos lee los 10 mandamientos de la nueva democracia argentina.
Pero esta no es una historia entre Dios y el Diablo. Esta es solo una historia de ejemplos y realidades, en la que los periodistas hemos tratado, todo el tiempo, de sobrevivir contra natura, puteando por los sueldos, por la falta de trabajo, por la degradaciĆ³n del mercado publicitario, por los monopolios, por los gobiernos prepotentes, por el precio de los alquileres, por la inflaciĆ³n…y por el papel. Al menos, hasta que vino la dichosa Internet, y pudo empezar esta etapa, por ahora mĆ”s libre, del periodismo digital.
Los periodistas hemos sido, durante todo este timpo, como cualquier ciudadano. No hay, no debe haber, un paĆs en el que sus periodistas hayan sido mĆ”s ciudadanos y mĆ”s comunes que Ć©ste.
Por eso, permĆtaseme decir que no estoy con ClarĆn, pero tampoco estoy con el gobierno.
Ni con Dios, ni con el Diablo.
PĆ³ngalo usted en el orden que quiera.
RubƩn Boggi
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