Los dos referentes del MPN comienzan a enfrentarse desde la dialĆ©ctica polĆtica. Ya en la semana hubo gestos fuertes. Es una situaciĆ³n que condiciona e impacta sobre toda la escena polĆtica. Por ahora, el eje del debate se propone sobre cuestiones muy concretas: obras que se hicieron y obras que presuntamente se harĆ”n.
Durante la semana, hubo algunos hechos reveladores para indicar los caminos posibles de la polĆtica neuquina, en el actual proceso de transiciĆ³n entre una interna y otra, entre una situaciĆ³n pre-electoral y las elecciones propiamente dichas.
Uno de estos hechos lo protagonizĆ³ el presidente del MPN, Jorge Sobisch. Sorpresivamente, se hizo de una invitaciĆ³n de la empresa constructora, visitĆ³ las instalaciones del canal Mari Menuco- Confluencia, y disparĆ³ desde allĆ una consigna que luego repitiĆ³ en otros Ć”mbitos: “voy a mostrar la obra del MPN”, dijo.
Decir esto y sugerir que no se la ha querido mostrar es mĆ”s o menos lo mismo. Si ademĆ”s se le agrega el detalle de que criticĆ³ que todavĆa no estĆ©n hechas las conexiones que necesita ese canal, por lo que en realidad funcionarĆ” al mĆnimo este verano, y volverĆ” a haber problemas de agua en la capital neuquina, se tendrĆ” un esbozo de un nuevo panorama: Sobisch haciendo equilibrio entre la fiscalizaciĆ³n del gobierno de su partido, y la construcciĆ³n de una opciĆ³n que lo condicione sin destruirlo.
El otro hecho lo protagonizĆ³ el gobernador Jorge Sapag. Aspira, como se sabe, a la reelecciĆ³n. En ese camino, lo mira a Sobisch sin verlo. “Todos los dĆas estamos mostrando obras. SĆ³lo que son otras, las que hicimos nosotros”, se ha dicho en estos dĆas. Sapag mostrĆ³ un documento firmado por Amado Boudou como si fuera las llaves para un nuevo reino. Es el que comienza a concretar la garantĆa estatal que se le da a la obra de Chihuido I. Sin esa garantĆa, no hay obra, ni financiamiento privado, ni nada.
Esto nos indica otra singularidad de la actual situaciĆ³n. Sapag, como se ha dicho muchas veces, apuesta a comenzar esta obra gigantesca en esta gestiĆ³n. Esto le permitirĆa montarse sobre ella, cabalgar sobre el fulgor de un nuevo progreso, haciendo abstracciĆ³n del recurrente y decadente tema petrolero. Con Chihuido, Sapag cerrarĆa una ecuaciĆ³n casi perfecta: obra indiscutible, generadora de miles de puestos de trabajo, revitalizadora de pactos con sindicatos privados muy fuertes, y fundamentalmente de comuniĆ³n con el gobierno central, el de los Kirchner. A su vez, tendrĆa el eje argumental principal para su campaƱa: Chihuido, afirmarĆa, prueba que el camino elegido es el correcto: federalismo de concertaciĆ³n.
Estos dos hechos permiten ademĆ”s entender cĆ³mo se mueven estos dos hombres que protagonizarĆ”n al menos la mitad del proceso que derivarĆ” en el prĆ³ximo gobierno que rija los destinos de NeuquĆ©n desde 2011.
Sobisch incursiona en una demostraciĆ³n que pretende prĆ”ctica: que durante sus gestiones, se hizo y se sentaron las bases de una gran cantidad de obras; que esas obras no se mostraron como debĆan; que algunas estĆ”n terminadas (cĆ”rcel de Senillosa, por ejemplo) y no se usan; que otras estĆ”n sin terminar pese a los aƱos transcurridos y a que habĆa plata para hacerlo; y que esto (mĆ”s otras cosas, por supuesto) permite colegir que los problemas de la provincia son de gestiĆ³n, no de circunstancias esotĆ©ricas. Ergo: “volverĆ© y gobernarĆ© nuevamente”.
Sapag transita por otro carril de la misma autopista. DesdeƱarĆ” crĆticas, sobre la base de que si hay obras que no se terminaron fue porque los proyectos no estaban bien hechos. MostrarĆ” –lo estĆ” haciendo, con publicidad, todo el tiempo- lo que se ha hecho con plata de la Fiduciaria Neuquina SA, la administradora estatal que conduce Leandro Bertoya con fondos de la negociaciĆ³n petrolera. Pero sobre todo, procurarĆ” demostrar que lo que se ha hecho y lo que se harĆ” es posible por un mĆ©todo polĆtico distinto, basado en la concertaciĆ³n y la negociaciĆ³n permanente, y no en la confrontaciĆ³n. Hacia afuera, con el gobierno nacional; hacia adentro, con los gremios estatales.
AsĆ, Sobisch dice que el presupuesto de la provincia en realidad lo manejan los gremios estatales. Que el sistema de Salud estĆ” comandado por sindicalistas que lo han destruido; que las escuelas estĆ”n ocupadas prĆ”ctica e ideolĆ³gicamente por los dirigentes de ATEN. Y Sapag le contesta que lo Ćŗnico que ha ocurrido es que desde una concepciĆ³n centralizada y virtualmente autoritaria, se pasĆ³ a otra, teĆ³ricamente mĆ”s participativa y paciente.
Sobisch, que impulsĆ³ Chihuido en sus gobiernos, prefiere no tocar mucho el tema ahora, pero tiene serias dudas sobre su concreta implementaciĆ³n. Sapag, en cambio, ya ve cĆ³mo se construye el dique, allĆ” en las nacientes del NeuquĆ©n. Sobisch quiere plantarse con polĆtica con los pies bien en la tierra de lo que se ha hecho o se ha hecho mal. Sapag pretende ajustar su arma de futuro, reciclando esperanzas.
En este contexto, el elemento K continĆŗa siendo muy importante. Para Sobisch, como demostraciĆ³n de lo negativo que ha sido para NeuquĆ©n; para Sapag, por lo contrario.
Sobisch evalĆŗa que Sapag intentarĆ” concretar un negocio polĆtico aun mĆ”s audaz que el de 2007: ir a las elecciones con un acuerdo con NĆ©stor y Cristina, haciendo trizas los intentos de coaliciĆ³n amplia del otro lado del MPN. Por eso, no cesa de predicar la necesidad de fortalecer el MPN, y de vigilar muy de cerca quĆ© es lo que se harĆ” en la ConvenciĆ³n partidaria, que trabaja ya en la reforma de la carta orgĆ”nica.
Sapag solo muestra las cartas imprescindibles para que su propia tropa no se desmoralice. Pero mantiene la jugada escondida.
Por ahora, sĆ³lo hay gestos reveladores de intenciones. MĆ”s que ajedrez, esto es Go. Dos oponentes juegan sus estrategias sobre un tablero. El que ocupe mĆ”s espacio, ganarĆ”.
RubƩn Boggi
Durante la semana, hubo algunos hechos reveladores para indicar los caminos posibles de la polĆtica neuquina, en el actual proceso de transiciĆ³n entre una interna y otra, entre una situaciĆ³n pre-electoral y las elecciones propiamente dichas.
Uno de estos hechos lo protagonizĆ³ el presidente del MPN, Jorge Sobisch. Sorpresivamente, se hizo de una invitaciĆ³n de la empresa constructora, visitĆ³ las instalaciones del canal Mari Menuco- Confluencia, y disparĆ³ desde allĆ una consigna que luego repitiĆ³ en otros Ć”mbitos: “voy a mostrar la obra del MPN”, dijo.
Decir esto y sugerir que no se la ha querido mostrar es mĆ”s o menos lo mismo. Si ademĆ”s se le agrega el detalle de que criticĆ³ que todavĆa no estĆ©n hechas las conexiones que necesita ese canal, por lo que en realidad funcionarĆ” al mĆnimo este verano, y volverĆ” a haber problemas de agua en la capital neuquina, se tendrĆ” un esbozo de un nuevo panorama: Sobisch haciendo equilibrio entre la fiscalizaciĆ³n del gobierno de su partido, y la construcciĆ³n de una opciĆ³n que lo condicione sin destruirlo.
El otro hecho lo protagonizĆ³ el gobernador Jorge Sapag. Aspira, como se sabe, a la reelecciĆ³n. En ese camino, lo mira a Sobisch sin verlo. “Todos los dĆas estamos mostrando obras. SĆ³lo que son otras, las que hicimos nosotros”, se ha dicho en estos dĆas. Sapag mostrĆ³ un documento firmado por Amado Boudou como si fuera las llaves para un nuevo reino. Es el que comienza a concretar la garantĆa estatal que se le da a la obra de Chihuido I. Sin esa garantĆa, no hay obra, ni financiamiento privado, ni nada.
Esto nos indica otra singularidad de la actual situaciĆ³n. Sapag, como se ha dicho muchas veces, apuesta a comenzar esta obra gigantesca en esta gestiĆ³n. Esto le permitirĆa montarse sobre ella, cabalgar sobre el fulgor de un nuevo progreso, haciendo abstracciĆ³n del recurrente y decadente tema petrolero. Con Chihuido, Sapag cerrarĆa una ecuaciĆ³n casi perfecta: obra indiscutible, generadora de miles de puestos de trabajo, revitalizadora de pactos con sindicatos privados muy fuertes, y fundamentalmente de comuniĆ³n con el gobierno central, el de los Kirchner. A su vez, tendrĆa el eje argumental principal para su campaƱa: Chihuido, afirmarĆa, prueba que el camino elegido es el correcto: federalismo de concertaciĆ³n.
Estos dos hechos permiten ademĆ”s entender cĆ³mo se mueven estos dos hombres que protagonizarĆ”n al menos la mitad del proceso que derivarĆ” en el prĆ³ximo gobierno que rija los destinos de NeuquĆ©n desde 2011.
Sobisch incursiona en una demostraciĆ³n que pretende prĆ”ctica: que durante sus gestiones, se hizo y se sentaron las bases de una gran cantidad de obras; que esas obras no se mostraron como debĆan; que algunas estĆ”n terminadas (cĆ”rcel de Senillosa, por ejemplo) y no se usan; que otras estĆ”n sin terminar pese a los aƱos transcurridos y a que habĆa plata para hacerlo; y que esto (mĆ”s otras cosas, por supuesto) permite colegir que los problemas de la provincia son de gestiĆ³n, no de circunstancias esotĆ©ricas. Ergo: “volverĆ© y gobernarĆ© nuevamente”.
Sapag transita por otro carril de la misma autopista. DesdeƱarĆ” crĆticas, sobre la base de que si hay obras que no se terminaron fue porque los proyectos no estaban bien hechos. MostrarĆ” –lo estĆ” haciendo, con publicidad, todo el tiempo- lo que se ha hecho con plata de la Fiduciaria Neuquina SA, la administradora estatal que conduce Leandro Bertoya con fondos de la negociaciĆ³n petrolera. Pero sobre todo, procurarĆ” demostrar que lo que se ha hecho y lo que se harĆ” es posible por un mĆ©todo polĆtico distinto, basado en la concertaciĆ³n y la negociaciĆ³n permanente, y no en la confrontaciĆ³n. Hacia afuera, con el gobierno nacional; hacia adentro, con los gremios estatales.
AsĆ, Sobisch dice que el presupuesto de la provincia en realidad lo manejan los gremios estatales. Que el sistema de Salud estĆ” comandado por sindicalistas que lo han destruido; que las escuelas estĆ”n ocupadas prĆ”ctica e ideolĆ³gicamente por los dirigentes de ATEN. Y Sapag le contesta que lo Ćŗnico que ha ocurrido es que desde una concepciĆ³n centralizada y virtualmente autoritaria, se pasĆ³ a otra, teĆ³ricamente mĆ”s participativa y paciente.
Sobisch, que impulsĆ³ Chihuido en sus gobiernos, prefiere no tocar mucho el tema ahora, pero tiene serias dudas sobre su concreta implementaciĆ³n. Sapag, en cambio, ya ve cĆ³mo se construye el dique, allĆ” en las nacientes del NeuquĆ©n. Sobisch quiere plantarse con polĆtica con los pies bien en la tierra de lo que se ha hecho o se ha hecho mal. Sapag pretende ajustar su arma de futuro, reciclando esperanzas.
En este contexto, el elemento K continĆŗa siendo muy importante. Para Sobisch, como demostraciĆ³n de lo negativo que ha sido para NeuquĆ©n; para Sapag, por lo contrario.
Sobisch evalĆŗa que Sapag intentarĆ” concretar un negocio polĆtico aun mĆ”s audaz que el de 2007: ir a las elecciones con un acuerdo con NĆ©stor y Cristina, haciendo trizas los intentos de coaliciĆ³n amplia del otro lado del MPN. Por eso, no cesa de predicar la necesidad de fortalecer el MPN, y de vigilar muy de cerca quĆ© es lo que se harĆ” en la ConvenciĆ³n partidaria, que trabaja ya en la reforma de la carta orgĆ”nica.
Sapag solo muestra las cartas imprescindibles para que su propia tropa no se desmoralice. Pero mantiene la jugada escondida.
Por ahora, sĆ³lo hay gestos reveladores de intenciones. MĆ”s que ajedrez, esto es Go. Dos oponentes juegan sus estrategias sobre un tablero. El que ocupe mĆ”s espacio, ganarĆ”.
RubƩn Boggi
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