Está en marcha el primer Congreso Ciudadano de Cultura en Neuquén. Tras la fachada institucional, se esconde una dura pelea con distintas concepciones políticas sobre cómo se debe gestionar la cultura desde el Estado. Las primeras definiciones quedarán para marzo.
Farizano inauguró un congreso que marcará una primera pauta de cómo se mueven los intereses políticos en el tema cultural (foto Matías García-prensa institucional)
El primer Congreso Ciudadano de Cultura comenzó a sesionar este jueves, y luego, por expreso pedido del intendente Martín Farizano, pasará a un cuarto intermedio “para determinar la regulación de los procedimientos a seguir”. El cuarto intermedio, se supo a las pocas horas, durará hasta marzo.
La instancia es la primera derivación de la creación del Consejo de Cultura, que fue creado por ordenanza este año. Básicamente, se pretende aplicar la política de “inclusión” que pregona la actual gestión. En concreto, implica que las políticas culturales deberán ser debatidas por representantes de la comunidad, y de los artistas en particular.
De manera soterrada, lo que está en juego es la confrontación entre dos líneas políticas que enfocan de manera diferente la política cultural. Una, que básicamente defiende la actual gestión de Oscar Smoljan, predica la necesidad de aspirar a la excelencia y a la vez democratizar profundamente el acceso al servicio cultural. De alguna manera, es lo que se ha mostrado e intentado hacer en estos diez años últimos, con el Museo Nacional de Bellas Artes.
La otra línea, que tiene ardientes defensores en sectores políticos que coinciden en este punto desde los extremos (el MPN con UNE, por ejemplo), aspira a una política cultural netamente participativa, horizontal, que privilegia el método y condiciona a éste los resultados que se puedan obtener.
Farizano, en estas especiales circunstancias políticas, está tratando de amalgamar ambos enfoques en uno solo. Es una intención claramente vinculada con su idea de armar una gran coalición de “distintos” que confluyan en propuestas superadoras.
Por eso, el intendente convocó este jueves “a que abordemos este Congreso reconociendo las debilidades, las fallas y los aciertos que pueda tener”, y señaló inmediatamente que “es imprescindible la participación de todos y que las mejores propuestas sean las asumidas por el conjunto”.
Como para aclarar aun más el tema sostuvo que “toda primera reunión está plagada de prejuicios que tienen que ver con la historia que tenemos y que debemos terminar. El desafío que tenemos es cambiar esta historia y transformar una sociedad autoritaria en una participativa”.
El primer encuentro no fue placentero ni demasiado pacífico. Desde UNE se hizo notar la discordancia que mantiene este sector con Smoljan. Se cumplió lo que de alguna manera podía anticiparse: el debate será intenso, y fuertemente político.
La pelea por el rol de la cultura es un capítulo más del gran libro electoral del Neuquén 2011. Es una pelea más escondida, soterrada, pero no por ello menos importante. Según cómo se resuelva, Neuquén podrá avanzar o retroceder casilleros en el damero del progreso capitalino.
Rubén Boggi
Farizano inauguró un congreso que marcará una primera pauta de cómo se mueven los intereses políticos en el tema cultural (foto Matías García-prensa institucional)
El primer Congreso Ciudadano de Cultura comenzó a sesionar este jueves, y luego, por expreso pedido del intendente Martín Farizano, pasará a un cuarto intermedio “para determinar la regulación de los procedimientos a seguir”. El cuarto intermedio, se supo a las pocas horas, durará hasta marzo.
La instancia es la primera derivación de la creación del Consejo de Cultura, que fue creado por ordenanza este año. Básicamente, se pretende aplicar la política de “inclusión” que pregona la actual gestión. En concreto, implica que las políticas culturales deberán ser debatidas por representantes de la comunidad, y de los artistas en particular.
De manera soterrada, lo que está en juego es la confrontación entre dos líneas políticas que enfocan de manera diferente la política cultural. Una, que básicamente defiende la actual gestión de Oscar Smoljan, predica la necesidad de aspirar a la excelencia y a la vez democratizar profundamente el acceso al servicio cultural. De alguna manera, es lo que se ha mostrado e intentado hacer en estos diez años últimos, con el Museo Nacional de Bellas Artes.
La otra línea, que tiene ardientes defensores en sectores políticos que coinciden en este punto desde los extremos (el MPN con UNE, por ejemplo), aspira a una política cultural netamente participativa, horizontal, que privilegia el método y condiciona a éste los resultados que se puedan obtener.
Farizano, en estas especiales circunstancias políticas, está tratando de amalgamar ambos enfoques en uno solo. Es una intención claramente vinculada con su idea de armar una gran coalición de “distintos” que confluyan en propuestas superadoras.
Por eso, el intendente convocó este jueves “a que abordemos este Congreso reconociendo las debilidades, las fallas y los aciertos que pueda tener”, y señaló inmediatamente que “es imprescindible la participación de todos y que las mejores propuestas sean las asumidas por el conjunto”.
Como para aclarar aun más el tema sostuvo que “toda primera reunión está plagada de prejuicios que tienen que ver con la historia que tenemos y que debemos terminar. El desafío que tenemos es cambiar esta historia y transformar una sociedad autoritaria en una participativa”.
El primer encuentro no fue placentero ni demasiado pacífico. Desde UNE se hizo notar la discordancia que mantiene este sector con Smoljan. Se cumplió lo que de alguna manera podía anticiparse: el debate será intenso, y fuertemente político.
La pelea por el rol de la cultura es un capítulo más del gran libro electoral del Neuquén 2011. Es una pelea más escondida, soterrada, pero no por ello menos importante. Según cómo se resuelva, Neuquén podrá avanzar o retroceder casilleros en el damero del progreso capitalino.
Rubén Boggi
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