Ser o No Ser: la clase media argentina es “Anti K” o es “K” - Piedra OnLine

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viernes, 10 de diciembre de 2010

Ser o No Ser: la clase media argentina es “Anti K” o es “K”


Ser o No Ser: la clase media argentina es “Anti K” o es “K”

La clase media argentina es, como toda clase media, basculante, medrosa, oportunista, individualista; medio de izquierda, medio de derecha.

La clase media argentina hoy es “K” o “anti K”, pero no puede ser otra cosa.

La clase media argentina anti K, tilda de “montoneros” a la presidente y a su extinto marido, revelando así su paupérrimo conocimiento de la historia y la política argentinas: los Kirchner tuvieron una tibia militancia universitaria y, en los años de plomo de la dictadura, se dedicaron -como abogados- a jugosos negocios inmobiliarios.

La clase media argentina anti K, consume millones de megabytes informando a través de correos electrónicos anónimos el costo del último vestido o de la nueva cartera de la Presidente, quizá porque no esté al alcance de su medio bolsillo una prenda de “haute couture” o una cartera “Louis Vuitton”: la clase media argentina anti K, es envidiosa.

La clase media argentina anti K, alguna vez fue piquetera. Cuando confiscaron sus ahorros en el 2001, cantaba al son de las ollas: “piquete y cacerola, la lucha es una sola”. Claro está, hasta que pudo recuperar sus pesitos. De ahí en más, los piqueteros pasaron a ser “esos negros de mierda que no dejan trabajar a los demás”.

La clase media argentina anti K, se regodea mirando a Susana o Almorzando con Mirta.

La clase media argentina anti K es la misma que votó a Menem por el “uno a uno”. Porque se sentía partícipe y miembro del Primer Mundo y porque podía comprarse en cuotas los electrodomésticos, el auto y hasta el viaje al Caribe mientras las empresas estatales eran vaciadas, rematadas, regaladas y sus empleados pasaban a engrosar la lista de desocupados.

La clase media argentina anti K es la misma que votó a De la Rúa porque él representaba la seriedad y la austeridad ante la fiesta de pizza con champán del menemismo.

La clase media anti K es medio anti K, como fue medio menemista, medio delarruísta, medio dubitativa, medio de izquierda, medio de derecha. En fin, medio patética.

La clase media K es medio progresista, se siente parte del pueblo, ve en “Cristina” la reencarnación de Evita.

La clase media K mira “678”, lee “Página 12” y “El Argentino” y recién después de la pelea entre el Gobierno y el Grupo Clarín, se dio cuenta de que TN no dice la verdad y de que Magnetto, el capo del grupo, es el “He-Man” mediático que siempre tiene el poder.

La clase media K hace un culto de los Derechos Humanos, pero se olvida de de la desaparición de Julio López, del asesinato de Silvia Suppo, de la represión gubernamental en Santa Cruz a los trabajadores petroleros o de las patotas que, a modo de represión tercerizada, atacan a los nuevos sindicatos de base.

Para la clase media K, Hebe es inmaculada y Néstor un ángel que ingresa al paraíso y es recibido por treinta mil ángeles que le dan las “gracias por la justicia”.

La clase media K es militante de la primera hora. Desde la hora en que la militancia consiste en asistir a los actos, luchar por la memoria: una memoria anterógrada que mantiene vivo el pasado remoto y elude el presente. Salvo que ese presente se trate del “bono extra” de 500 pesos a los jubilados o de una notebook por alumno.

La clase media K defiende con uñas y dientes la relación entre el Gobierno y el FMI. Porque cuando los liberales están con el FMI son unos “vendepatrias”, pero cuando un gobierno “nacional y popular” negocia con él, es hacer política en serio y reinsertarse en este mundo globalizado.

La clase media K repudia declamatoriamente el asesinato de Mariano Ferreyra y dice que la foto del sicario Cristian Favale con el ministro Boudou o con Sandra Russo son “chicanas” baratas del multimedio.

La clase media K es medio K, como fue medio menemista, medio delarruísta, medio dubitativa, medio zurda, medio facha. En fin, medio patética.

Aquí, allá y en todas partes, la clase media siempre es o no es. Pero siempre por la mitad.

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