Judicializada una parte de la interna, no quiere decir que cambie el proceso de fondo, que enfrenta dos sectores en pugna desde hace 20 aƱos. El peligro de no entender el contexto y de llegar tarde a los incendios que se multiplican.
Ya judicializada, la interna del MPN no parece que cambiarĆ” su rumbo inexorable sean cual fueren las resoluciones de la Justicia electoral. Lo Ćŗnico que permite corroborar la actual circunstancia –recurrencia a los tribunales de la lista Azul- es que la interna es intensa, no por un capricho, sino porque realmente hay en juegos intereses polĆticos poderosos y diferentes, como ya ocurriera a fines de la dĆ©cada del ’80, y en los ’90.
TambiĆ©n habrĆa que apuntar que tal intensidad no serĆa asĆ de no existir la concreta posibilidad de que la corona del poder polĆtico en la provincia pudiera cambiar nuevamente de dueƱo. Nadie se ofusca, ni se apasiona, si en su camino no hay escollos a la altura de la propia importancia.
Observada desde afuera, la discusiĆ³n que ha llegado a los estrados judiciales no parece ocasionada por cuestiones de mera forma. Hay una fuerte diferencia entre el sistema de representaciĆ³n por circuitos y el sistema de distrito Ćŗnico. Es una diferencia de fondo: el primero, garantiza que los circuitos con mĆ”s cantidad de electores tengan una mayor representaciĆ³n. El segundo, deja esa proporcionalidad librada al arbitrio y la conveniencia de cada lista.
La justicia, no obstante, resolverĆ” en funciĆ³n de la forma y no del fondo, ya que no puede meterse en cuestiones internas de los partidos polĆticos: se debe recordar que Ć©stos son instituciones bĆ”sicas de la democracia, y por ende, tienen soberanĆa sobre sus actos. En concreto, la Justicia resolverĆa si fue atinente o no la decisiĆ³n de la ConvenciĆ³n de cambiar el sistema vigente, con el proceso electoral interno ya en marcha, y consecuentemente, si corresponde o no la reacciĆ³n de la Junta Electoral partidaria de observar la integraciĆ³n de las listas de candidatos a diputados.
Traducida en polĆtica la discusiĆ³n, tiene dos explicaciones segĆŗn el cristal con que se la mire. Jorge Sapag dice que la ConvenciĆ³n manda en estas cuestiones, y que la Junta desconoce esa autoridad por la sencilla razĆ³n de que es conducida por su rival, Jorge Sobisch. Del otro lado, Sobisch afirma que Sapag busca dilatar el proceso electoral buscando oxĆgeno porque estĆ” mal en las encuestas, y por eso judicializa.
Por debajo de las declaraciones oficiales, existen las versiones que se dejan trascender para que la prensa se haga eco. Los “off the record” son tentadores, y tambiĆ©n, muchas veces, solo disfrazan operaciones culposas para beneficiar y perjudicar a uno u otro bando.
MĆ”s allĆ” de esas infidencias siempre interesadas, vale la pena apuntar un dato objetivo y evidente: Es el gobierno actual el que se estĆ” enfrentando a Sobisch, y viceversa. Tiene razĆ³n el intendente MartĆn Farizano, cuando alude (con cierto espanto sobreactuado) a la confusiĆ³n existente entre publicidad institucional y publicidad de campaƱa. Es todo lo mismo, porque asĆ lo acepta e incluso lo confiesa el gobierno. De otra manera ¿cĆ³mo entender la convocatoria estricta a suspender las vacaciones de la planta polĆtica porque hay una campaƱa que realizar y un triunfo que obtener?
En este contexto, todo se exagera un poco. Es casi natural, o por lo menos, se ha vuelto natural por la fuerza de la costumbre. La guerra polĆtica, cuando se libra a centĆmetros del poder real, absorbe todo, acapara prĆ”cticamente el 100 por ciento de la atenciĆ³n del gobernante. Es natural por la misma razĆ³n que ya son “naturales” los cortes de ruta como forma de protesta. Y todo el discurso sobre su carĆ”cter delictual queda reducido a una histeria inconducente, porque en definitiva, el hecho es que ganan los cortes, y pierde la democracia.
Algo habrĆ” que hacer con tanto desatino. Es obvio que no estĆ” bien la manera neuquina de hacer polĆtica partidaria con plata del Estado. Es obvio que no estĆ” bien que el destino de la provincia se juegue en la interna de un partido polĆtico. Es obvio que no estĆ” bien que todos los problemas se pateen para adelante mientras se resuelve este dilema con fecha 20 de febrero, y que mientras el contexto se incendia, los bomberos nos digan: esperen a saber el resultado de la interna del MPN.
Hay muchas cosas obvias, aunque esto no implica que sean fatalmente ciertas.
Esto es lo que puede suceder con la interna del MPN. HabrƔ, inexorablemente, un resultado, un ganador, un derrotado. Pero no indicarƔ con absoluta seguridad quƩ es lo que ocurrirƔ despuƩs en los comicios generales.
Porque –y de esto deberĆan tomar nota los polĆticos- la sociedad argentina estĆ” encubando un descontento sordo y peligroso.
Un descontento que puede servir para construir o para destruir lo poco que se ha construido en nuestra precaria, adolescente democracia.
RubƩn Boggi
Ya judicializada, la interna del MPN no parece que cambiarĆ” su rumbo inexorable sean cual fueren las resoluciones de la Justicia electoral. Lo Ćŗnico que permite corroborar la actual circunstancia –recurrencia a los tribunales de la lista Azul- es que la interna es intensa, no por un capricho, sino porque realmente hay en juegos intereses polĆticos poderosos y diferentes, como ya ocurriera a fines de la dĆ©cada del ’80, y en los ’90.
TambiĆ©n habrĆa que apuntar que tal intensidad no serĆa asĆ de no existir la concreta posibilidad de que la corona del poder polĆtico en la provincia pudiera cambiar nuevamente de dueƱo. Nadie se ofusca, ni se apasiona, si en su camino no hay escollos a la altura de la propia importancia.
Observada desde afuera, la discusiĆ³n que ha llegado a los estrados judiciales no parece ocasionada por cuestiones de mera forma. Hay una fuerte diferencia entre el sistema de representaciĆ³n por circuitos y el sistema de distrito Ćŗnico. Es una diferencia de fondo: el primero, garantiza que los circuitos con mĆ”s cantidad de electores tengan una mayor representaciĆ³n. El segundo, deja esa proporcionalidad librada al arbitrio y la conveniencia de cada lista.
La justicia, no obstante, resolverĆ” en funciĆ³n de la forma y no del fondo, ya que no puede meterse en cuestiones internas de los partidos polĆticos: se debe recordar que Ć©stos son instituciones bĆ”sicas de la democracia, y por ende, tienen soberanĆa sobre sus actos. En concreto, la Justicia resolverĆa si fue atinente o no la decisiĆ³n de la ConvenciĆ³n de cambiar el sistema vigente, con el proceso electoral interno ya en marcha, y consecuentemente, si corresponde o no la reacciĆ³n de la Junta Electoral partidaria de observar la integraciĆ³n de las listas de candidatos a diputados.
Traducida en polĆtica la discusiĆ³n, tiene dos explicaciones segĆŗn el cristal con que se la mire. Jorge Sapag dice que la ConvenciĆ³n manda en estas cuestiones, y que la Junta desconoce esa autoridad por la sencilla razĆ³n de que es conducida por su rival, Jorge Sobisch. Del otro lado, Sobisch afirma que Sapag busca dilatar el proceso electoral buscando oxĆgeno porque estĆ” mal en las encuestas, y por eso judicializa.
Por debajo de las declaraciones oficiales, existen las versiones que se dejan trascender para que la prensa se haga eco. Los “off the record” son tentadores, y tambiĆ©n, muchas veces, solo disfrazan operaciones culposas para beneficiar y perjudicar a uno u otro bando.
MĆ”s allĆ” de esas infidencias siempre interesadas, vale la pena apuntar un dato objetivo y evidente: Es el gobierno actual el que se estĆ” enfrentando a Sobisch, y viceversa. Tiene razĆ³n el intendente MartĆn Farizano, cuando alude (con cierto espanto sobreactuado) a la confusiĆ³n existente entre publicidad institucional y publicidad de campaƱa. Es todo lo mismo, porque asĆ lo acepta e incluso lo confiesa el gobierno. De otra manera ¿cĆ³mo entender la convocatoria estricta a suspender las vacaciones de la planta polĆtica porque hay una campaƱa que realizar y un triunfo que obtener?
En este contexto, todo se exagera un poco. Es casi natural, o por lo menos, se ha vuelto natural por la fuerza de la costumbre. La guerra polĆtica, cuando se libra a centĆmetros del poder real, absorbe todo, acapara prĆ”cticamente el 100 por ciento de la atenciĆ³n del gobernante. Es natural por la misma razĆ³n que ya son “naturales” los cortes de ruta como forma de protesta. Y todo el discurso sobre su carĆ”cter delictual queda reducido a una histeria inconducente, porque en definitiva, el hecho es que ganan los cortes, y pierde la democracia.
Algo habrĆ” que hacer con tanto desatino. Es obvio que no estĆ” bien la manera neuquina de hacer polĆtica partidaria con plata del Estado. Es obvio que no estĆ” bien que el destino de la provincia se juegue en la interna de un partido polĆtico. Es obvio que no estĆ” bien que todos los problemas se pateen para adelante mientras se resuelve este dilema con fecha 20 de febrero, y que mientras el contexto se incendia, los bomberos nos digan: esperen a saber el resultado de la interna del MPN.
Hay muchas cosas obvias, aunque esto no implica que sean fatalmente ciertas.
Esto es lo que puede suceder con la interna del MPN. HabrƔ, inexorablemente, un resultado, un ganador, un derrotado. Pero no indicarƔ con absoluta seguridad quƩ es lo que ocurrirƔ despuƩs en los comicios generales.
Porque –y de esto deberĆan tomar nota los polĆticos- la sociedad argentina estĆ” encubando un descontento sordo y peligroso.
Un descontento que puede servir para construir o para destruir lo poco que se ha construido en nuestra precaria, adolescente democracia.
RubƩn Boggi
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