La oposición dispara dardo tras dardo, y el partido provincial asimila casi sin responder. En su interior, hay agitación y debate. Se plantean y elucubran renovaciones y actualizaciones doctrinarias y generacionales. Un momento apasionante, aunque se evidencia poco en la superficie mediática.
Faltan solo dos meses y medio para las elecciones de la provincia, y algo puede ya comprobarse: no habrá realidad política que pueda imponerse por sobre esta cuestión coyuntural, naturalmente importante, pues implica la continuidad o no de todo un elenco de gobierno encabezado por Jorge Sapag.
Esto significa necesariamente que la mitad del año 2011 transcurre velozmente entre clichés de la oposición hacia el oficialismo, devoluciones del oficialismo a la oposición, y poco para contar sobre la realidad “normal”, la de todos los días, la que en definitiva hace a la situación más allá del cambio de decorados.
En el MPN, hay agitación. Pasa, curiosamente, más por la expectativa de las municipales que por otra cosa. Sobre todo, por lo que pueda pasar en el distrito capital. Aquí hay varios participantes anotados, tres en la grilla de la lista Azul, uno que persiste en su independencia, ahora aun más desprendido del resto, en el color celeste. La pelea de distritos es importante y compleja para el partido provincial. De alguna manera, se intuye que no hay resultado cantado para el 12 de junio. Incluso, hay cierto temor por lo que pueda pasar.
Lo que sucede en el partido provincial es complejo. Hay una situación que vuelve a enfrentar pasiones sobre la base de la polémica que traen los personalismos. Pasa cada vez que el MPN duda sobre el liderazgo de turno.
Una de las cuestiones que ha contribuido a esta sensación de cierta incertidumbre, es lo sucedido en Cutral Co. La no presentación de candidato a intendente, decidida por la Convención partidaria, dejó heridas abiertas. Es más: dejó, para muchos, la convicción de que se hará un papelón histórico en una ciudad que fue bastión partidario hasta la pueblada de finales de la década del ’90.
“Esto nos afectará en toda la provincia”, dicen los pesimistas. Le suman pronósticos de igual tono para Centenario, por ejemplo, en donde se calcula que puede arrasar Javier Bertoldi. En definitiva, hay temor de que en los distritos ajenos a la mano del MPN se mantenga y acreciente esa característica, y que ello contribuya a que en el nivel provincial se agigante la opción más kirchnerista. Es decir, la que encabezan Martín Farizano y Nanci Parrilli.
El estado de deliberación interno es más concreto de lo que puede aparecer a simple vista. Después de la interna que ganó Jorge Sapag, está decantando la evaluación de aquel resultado categórico. “Por lo menos el 40 por ciento de esos votos que condenaron a Sobisch, irán para Farizano, no para Sapag”, razonan.
Se cuentan historias personales, de esas que calan hondo porque son más creíbles que las estadísticas. Historias que tienen que ver con la influencia que tuvo el gremio ATEN, y Proyecto Sur, y otras organizaciones que convocaron a participar en la interna del MPN en el “nunca más” al ex gobernador y actual presidente partidario. Incluso, da la sensación que se agrandan esas historias con el paso de los días y las semanas. Hay casi ya un rápido mito que se ha construido con la velocidad del rayo, y no es precisamente favorable para el rédito político que implicaba para Sapag haber ganado con tanta contundencia.
De esa situación que circula en los ámbitos más inquietos del MPN, surge otra: la de seguir renovando el partido. Una vez más, hay dirigentes que se van juntando sobre la base (simple y reiterada) de abonar construcciones que no dependan de los personalismos extremos. Hay por lo menos un sector del MPN que quiere construir una opción sólida al fatalismo Sapag-Sobisch que ha signado los últimos 25 años de la vida partidaria.
Metido en esta introspección, el MPN no contesta ninguna de las provocaciones de la recién formada coalición opositora. La atonía política es llamativa. Algunos la explican por una razón de estrategia. Se dice que desde los cuarteles que comanda directamente Jorge Sapag se ha bajado la consigna de hablar lo menos posible, de esperar “el momento indicado” para salir con los tapones de punta.
“Dejen que el gobierno sabe defenderse. No hay nada serio en las acusaciones que se hacen”, aseguran, en alusión a los embates de Farizano y otros, que apuntan a cuestiones como la licitación de las más de 14.000 hectáreas de la meseta, por ejemplo.
“No agranden el tema. La licitación está prorrogada, y se comenzará a actuar después de las elecciones”, dicen los de paciencia oriental.
Lo que más le preocupa al gobierno es el frente sindical, siempre activo y cambiante, y más concretamente, el latiguillo de las imperfecciones continuas del sistema de Salud. En el tema seguridad pública, en cambio, hay un respiro después que se demostrara como acertado el planteo oficial llevado adelante por el secretario de Seguridad, Guillermo Pellini, para la marcha del 24.
“Se demostró que el gobierno actúa con razonabilidad en la prevención, y no se cedió ante el apriete de la oposición”, se dijo en estos días posteriores.
El estado de cavilación del MPN quizá vaya cambiando a medida que se acercan más los comicios provinciales, y mientras se llevan adelante las internas que restan en los distritos. La expectativa mayor seguirá descansando a futuro, en las elecciones municipales capitalinas. Algunos confían en que sólo hará falta ganar la provincial para asegurar la “recuperación” de la capital. Otros no se atreven al “sólo”, y plantean que el enfrentamiento Sapag-Farizano será más complicado de lo que hasta ahora han mostrado las encuestas.
Claro que todo está marcado por la especulación de cada sector. Neuquén tiene una dirigencia política (tal vez como en el resto del país) que es cada vez más especulativa. Que tiende a subordinar el debate político, el debate de las ideas, a negociaciones, pactos y entreveros a veces impresentables.
Esa política, la que el público no ve, es la que ha prevalecido hasta ahora. Pero, tal vez, sea la política en serio, la del protagonismo ciudadano, la que se imponga cuando el otoño esté desmayando su paso por este 2011 tan electoral.
Rubén Boggi
Faltan solo dos meses y medio para las elecciones de la provincia, y algo puede ya comprobarse: no habrá realidad política que pueda imponerse por sobre esta cuestión coyuntural, naturalmente importante, pues implica la continuidad o no de todo un elenco de gobierno encabezado por Jorge Sapag.
Esto significa necesariamente que la mitad del año 2011 transcurre velozmente entre clichés de la oposición hacia el oficialismo, devoluciones del oficialismo a la oposición, y poco para contar sobre la realidad “normal”, la de todos los días, la que en definitiva hace a la situación más allá del cambio de decorados.
En el MPN, hay agitación. Pasa, curiosamente, más por la expectativa de las municipales que por otra cosa. Sobre todo, por lo que pueda pasar en el distrito capital. Aquí hay varios participantes anotados, tres en la grilla de la lista Azul, uno que persiste en su independencia, ahora aun más desprendido del resto, en el color celeste. La pelea de distritos es importante y compleja para el partido provincial. De alguna manera, se intuye que no hay resultado cantado para el 12 de junio. Incluso, hay cierto temor por lo que pueda pasar.
Lo que sucede en el partido provincial es complejo. Hay una situación que vuelve a enfrentar pasiones sobre la base de la polémica que traen los personalismos. Pasa cada vez que el MPN duda sobre el liderazgo de turno.
Una de las cuestiones que ha contribuido a esta sensación de cierta incertidumbre, es lo sucedido en Cutral Co. La no presentación de candidato a intendente, decidida por la Convención partidaria, dejó heridas abiertas. Es más: dejó, para muchos, la convicción de que se hará un papelón histórico en una ciudad que fue bastión partidario hasta la pueblada de finales de la década del ’90.
“Esto nos afectará en toda la provincia”, dicen los pesimistas. Le suman pronósticos de igual tono para Centenario, por ejemplo, en donde se calcula que puede arrasar Javier Bertoldi. En definitiva, hay temor de que en los distritos ajenos a la mano del MPN se mantenga y acreciente esa característica, y que ello contribuya a que en el nivel provincial se agigante la opción más kirchnerista. Es decir, la que encabezan Martín Farizano y Nanci Parrilli.
El estado de deliberación interno es más concreto de lo que puede aparecer a simple vista. Después de la interna que ganó Jorge Sapag, está decantando la evaluación de aquel resultado categórico. “Por lo menos el 40 por ciento de esos votos que condenaron a Sobisch, irán para Farizano, no para Sapag”, razonan.
Se cuentan historias personales, de esas que calan hondo porque son más creíbles que las estadísticas. Historias que tienen que ver con la influencia que tuvo el gremio ATEN, y Proyecto Sur, y otras organizaciones que convocaron a participar en la interna del MPN en el “nunca más” al ex gobernador y actual presidente partidario. Incluso, da la sensación que se agrandan esas historias con el paso de los días y las semanas. Hay casi ya un rápido mito que se ha construido con la velocidad del rayo, y no es precisamente favorable para el rédito político que implicaba para Sapag haber ganado con tanta contundencia.
De esa situación que circula en los ámbitos más inquietos del MPN, surge otra: la de seguir renovando el partido. Una vez más, hay dirigentes que se van juntando sobre la base (simple y reiterada) de abonar construcciones que no dependan de los personalismos extremos. Hay por lo menos un sector del MPN que quiere construir una opción sólida al fatalismo Sapag-Sobisch que ha signado los últimos 25 años de la vida partidaria.
Metido en esta introspección, el MPN no contesta ninguna de las provocaciones de la recién formada coalición opositora. La atonía política es llamativa. Algunos la explican por una razón de estrategia. Se dice que desde los cuarteles que comanda directamente Jorge Sapag se ha bajado la consigna de hablar lo menos posible, de esperar “el momento indicado” para salir con los tapones de punta.
“Dejen que el gobierno sabe defenderse. No hay nada serio en las acusaciones que se hacen”, aseguran, en alusión a los embates de Farizano y otros, que apuntan a cuestiones como la licitación de las más de 14.000 hectáreas de la meseta, por ejemplo.
“No agranden el tema. La licitación está prorrogada, y se comenzará a actuar después de las elecciones”, dicen los de paciencia oriental.
Lo que más le preocupa al gobierno es el frente sindical, siempre activo y cambiante, y más concretamente, el latiguillo de las imperfecciones continuas del sistema de Salud. En el tema seguridad pública, en cambio, hay un respiro después que se demostrara como acertado el planteo oficial llevado adelante por el secretario de Seguridad, Guillermo Pellini, para la marcha del 24.
“Se demostró que el gobierno actúa con razonabilidad en la prevención, y no se cedió ante el apriete de la oposición”, se dijo en estos días posteriores.
El estado de cavilación del MPN quizá vaya cambiando a medida que se acercan más los comicios provinciales, y mientras se llevan adelante las internas que restan en los distritos. La expectativa mayor seguirá descansando a futuro, en las elecciones municipales capitalinas. Algunos confían en que sólo hará falta ganar la provincial para asegurar la “recuperación” de la capital. Otros no se atreven al “sólo”, y plantean que el enfrentamiento Sapag-Farizano será más complicado de lo que hasta ahora han mostrado las encuestas.
Claro que todo está marcado por la especulación de cada sector. Neuquén tiene una dirigencia política (tal vez como en el resto del país) que es cada vez más especulativa. Que tiende a subordinar el debate político, el debate de las ideas, a negociaciones, pactos y entreveros a veces impresentables.
Esa política, la que el público no ve, es la que ha prevalecido hasta ahora. Pero, tal vez, sea la política en serio, la del protagonismo ciudadano, la que se imponga cuando el otoño esté desmayando su paso por este 2011 tan electoral.
Rubén Boggi
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