Un niño nunca pregunta lo que no quiere saber - Piedra OnLine

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sábado, 30 de abril de 2011

Un niño nunca pregunta lo que no quiere saber



“Pero mamá, no es triste que el tata este en el cielo, es lindo porque los ángeles lo cuidan y está contento; aunque igual es feo, porque ya no lo vemos y si, lo extrañamos, eso no me gusta de morirse, ves”; esto que les relato, me lo dijo Sofía mientras charlábamos tiradas en la cama: una niña de cuatro años habla de repente de la muerte. Tan de repente que yo, su madre difícilmente sé que contestarle frente a un razonamiento tan simple.

Es curioso la naturalidad con la que tratan los niños la muerte, recuerdo mi sobrino de cinco años cuando mi papá falleció y en medio de su desconcierto y lleno de preguntas nos cuestionaba si su tata se había llevado la ropa cuando se fue al cielo, que si de verdad nunca volvería y ¿porqué?…

Mi hija relaciona la muerte con dormirse para siempre, asi de la nada y llegando a sus propias conclusiones tras nuestro intento de que entienda algo que a veces ni nosotros mismos podemos explicar; se acostumbró a hablar con mi papá gritando al cielo su nombre, porque “está en una estrellita, la más linda de todas”. También ha descubierto rápidamente cómo nos acercamos a la muerte. “Son esas abuelitas”, dice, “que cada vez se hacen más viejitas, el pelo se vuelve blanco y ellas se van haciendo más chiquititas”.
Pero, ¿Cómo abordar la muerte?

Desaconsejo tratar la muerte tipo: “vení, vamos a sentarnos a hablar” como si fuera un tema especial, sino más bien de forma cotidiana cuando se vaya terciando. La muerte debería tratarse como lo que es: algo natural. Y no apartar a los niños del abuelo, de los hospitales, de los funerales. Es muy adecuado utilizar las oportunidades que la vida misma nos brinda. Por ejemplo, la muerte de una mascota”. Así lo explica Begoña Elizalde, psicóloga especialista en duelo y pérdidas. Elizalde aboga por la sinceridad. Y se muestra rotunda: “Un niño nunca pregunta lo que no quiere saber”.

La psicóloga responde a la pregunta: “Dependiendo de su edad y su madurez, lo importante es transmitir con palabras que el niño entienda la idea de que la muerte es permanente e irreversible y que nunca más en la vida verá a esa persona. Por eso, hay que evitar eufemismos tipo “se ha ido” (porque entonces puede volver) o “está en el cielo, en una nube” (porque también puede volver perdiendo la idea de irreversibilidad). Si se contestan sus preguntas con sinceridad difícilmente se obsesionará con su muerte ni con la muerte en general. La integrará en su vida y la vivirá de forma natural”… no es tarea sencilla explicar a veces desde el dolor de la pérdida, pero es algo que debemos enfrentar de una u otra manera,

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