Neuquén, entre mesianismo y herejía - Piedra OnLine

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domingo, 15 de mayo de 2011

Neuquén, entre mesianismo y herejía

Sapag aparece dominando la escena de campaña, después del fuerte impulso del positivo anuncio petrolero. El riesgo de sentirse ganador antes de tiempo. Qué hace el Frente Neuquino. La dispersión de mensajes.

Es indudable que en la sociedad neuquina se sintió el impacto del formal anuncio del yacimiento de shale oil, formulado por YPF junto al gobierno provincial y nacional. La noción, sacralizada institucionalmente, de que se amplía el horizonte de recursos petroleros, ha beneficiado tal vez más que lo que podía esperarse, al MPN. Negar esta realidad política, como bien dice el propio candidato de ese partido, Jorge Sapag, sería intentar tapar el sol con las manos.

El partido provincial encontró una valiosa vinculación en la certeza de los 150 millones de barriles de crudo de alta calidad, alojados en la roca arcillosa del yacimiento Vaca Muerta: es la de la política con el optimismo por el tiempo que vendrá. Esta satisfacción anticipada, esta tranquilidad (engañosa o no) que derrama la confirmación de una perspectiva económica segura, es un arma que se le había negado en los últimos años, cuando tuvo que batallar con exasperantes diagnósticos de la catástrofe a corto plazo para su política rentística estatal.

Hábil, Sapag solo tuvo que atar cabos. Imprimió optimismo y “buena onda” a sus discursos, y le cargó la contraparte al discurso de la oposición: malhumor y negación de la realidad petrolera como estandarte de una provincia energética. Es decir, simplificó utilizando la virulenta carga crítica de los discursos de Martín Farizano en su provecho.

En realidad, el radical Farizano no niega al sector energético como el más valioso de la composición actual de la economía neuquina, sino que sostiene que los recursos que aporta se malgastan en una ordalía de ineficiencia, producto de un capitalismo de amigos y clientes del MPN.

Lo que sucede es que es difícil transmitir este discurso pues se lo ha machacado durante años. Ha sido, con las diferencias coyunturales lógicas, el mismo discurso de siempre de la oposición. Acusar al partido que ha gobernado durante 50 años de hacer poco con mucho, es, tal vez, poco convincente para una sociedad que se ha formado, para bien o para mal, al amparo de lo que los gobiernos del MPN políticamente han construido.

También aparece como dudoso el efecto que puede provocar el Frente Neuquino exponiendo la ciertamente dramática situación de hospitales y escuelas, ya que aparece coordinada con el accionar militante de los sindicatos estatales. En esto ha sido hábil también Sapag: identifica a Farizano y Parrilli con los gremios, y viceversa. Es de Perogrullo, pero no menos cierto, que buena parte de la sociedad hace lo mismo: ¿o acaso no se percibe fácilmente que los conflictos gremiales del Estado se acrecientan justo en el mes más importante de la campaña electoral?

Así, Sapag se instala cómodamente en el lugar que al MPN más le gusta y cuadra, el de conductor político de una provincia energética, y desafía con cierto mesianismo al sentido común, alegando que la naturaleza, e incluso la deidad máxima, han bendecido a esta tierra y a su partido más emblemático.

Farizano aparece en este cuadro como el apóstata, el infiel, el hereje. Dice que en Neuquén con la democracia no se come, no se educa, no se cura. Busca una matadura por donde entrar con el filo de las palabras. Provoca, busca exasperar al adversario, y de paso, despertar presuntas conciencias dormidas en el ancho pueblo que no hace profesión de fe emepenista.

Los últimos días de la campaña transcurren así con discursos que parecen ya inamovibles en cuanto a su eje. Girarán cada uno en su lógica. No es por allí por donde pasarán eventuales acomodamientos.

Sapag proseguirá ese camino inalterable, aun a riesgo de que –como dicen algunos en su propio partido- se dé por ganado lo que todavía no se ha conseguido. Porque ese es el temor que albergan algunos corridos del cuadro central de la escena en el MPN. Votos que eventualmente pueden perderse en la tranquilidad falsa de sentirse ganadores.

Se habla, en el partido provincial, pensando en lo que vendrá. Es la lógica del poder: cuando todavía no se ha ganado la carrera, ya se está preparando la próxima. Así, el MPN es un hervor constante de elucubraciones: cómo será el nuevo gabinete, quién será el candidato en capital, quiénes están en carrera para el 2015…

En el Frente Neuquino, la imagen es de concentración en remontar uno por uno los puntos que lo separan, en las encuestas, del trono ocupado por el viejo adversario. Se superó el síndrome Chos Malal con una acusación directa al radicalismo divergente, pero no se ha solucionado políticamente el principal problema que afecta su proyección hacia el 12 de junio: la dispersión y fragmentación de sus propios intereses, que se traducen en mensajes distintos, diferenciados, sin que se vea una sola lógica, una sola línea, un solo discurso.

Sin embargo, nadie podrá soplar y hacer botellas. Cada día de los pocos que separan este momento del día de las elecciones, será una pequeña batalla. En este proceso, el MPN deberá revisar si el excesivo optimismo podrá transformarse en un factor de riesgo; y el Frente Neuquino, si es la crispación asociada a los conflictos sindicales el mejor camino para hacer mella en el adversario.

Rubén Boggi

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