Madres SA
Las Madres (con mayúscula) de Plaza de Mayo no son las únicas personas que dominan el arte de transformar poder político en dinero contante y sonante, pero pocas lo han hecho de manera tan ostentosa. Blindadas por la voluntad de muchos, encabezados por la presidenta de la República, de tratarlas como símbolos vivientes de la lucha por los derechos humanos, lograron armar un negocio inmobiliario floreciente, si bien según parece llamativamente ineficaz, a base de los subsidios multimillonarios que el gobierno les facilitó, además de permitirles ganar concursos para construir viviendas sociales si por algún motivo los funcionarios consideraban necesarios tales trámites. También se las arreglaron para fundar "la Universidad Popular de las Madres de Plaza de Mayo", una institución más propagandística que académica que, a pesar del apoyo que le brinda la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, aún no cuenta con el reconocimiento del Ministerio de Educación.
Por encontrarse todo lo vinculado con las Madres por encima de la crítica, durante mucho tiempo los dirigentes opositores fueron reacios a pedir una investigación seria de sus actividades empresariales, pero últimamente la disputa entre el ahora ex apoderado de la fundación correspondiente, Sergio Schoklender, y sus socios les ha dado una oportunidad que no se proponen desaprovechar. Aunque ya ha transcurrido un año desde que la Coalición Cívica denunció a Schoklender, quien pasó 14 años en la cárcel por el asesinato de sus padres, por presunto lavado de dinero, siguió trabajando en la fundación hasta hace muy poco. Por lo demás, niega haberse enriquecido ilícitamente, afirmando que compró las propiedades que ha adquirido con su propio dinero, aunque todavía no ha aclarado la procedencia de la fortuna que se le atribuye.
Como no pudo ser de otra manera, el gobierno kirchnerista quiere distanciarse de la nube espesa de sospechas que envuelve los negocios de Schoklender y las Madres, pero no le será fácil hacerlo. Con el propósito de desempeñar un papel internacional como una defensora fervorosa de la causa de los derechos humanos, Cristina se alió estrechamente con Hebe de Bonafini, colmándola de privilegios de todo tipo y minimizando el significado de sus opiniones truculentas a favor de bandas terroristas como ETA y las FARC. Sin embargo, parecería que no está dispuesta a pasar por alto las eufemísticamente llamadas "irregularidades" que han caracterizado las actividades comerciales de sus protegidos que, como fue de prever, los voceros oficiales imputan a Schoklender, dando a entender que consiguió engañar a las Madres que lo habían adoptado luego de su salida de la cárcel.
Pues bien; el "modelo" socioeconómico que reivindica Cristina con tanta pasión no es nada original. Por el contrario, el esquema según el cual el mandatario de turno reparte dinero, contratos y otros favores entre quienes lo apoyan y procura perjudicar a los demás es tradicional en América Latina y otras partes del Tercer Mundo. Con todo, mientras que en el pasado los cultores de dicho "modelo" no se sentían obligados a justificarlo, ya que todos entendían que era perfectamente normal que un caudillo ayudara económicamente a sus partidarios, en la actualidad creen conveniente hablar como si se tratara de un esfuerzo por reorganizar la sociedad para que sea más equitativa, más sensible y, cuando no, más "humana". En el relato de Cristina, las Madres, además de encarnar el profundo respeto que sienten los argentinos buenos por los derechos humanos auténticos, están cumpliendo una función social sumamente valiosa ayudando a los pobres a conseguir viviendas. El relato de aquellos opositores que se han animado a hurgar en los asuntos a su entender turbios relacionados con los negocios de la agrupación liderada por De Bonafini, es muy distinto. Aunque siguen manifestándose con cautela frente a personas que, por motivos que tienen que ver con el silencio generalizado de la mayoría frente a las violaciones de los derechos humanos cuando los perpetraban, ocupan un lugar especial en el escenario sociopolítico e incluso cultural nacional, quieren que el gobierno dé explicaciones coherentes acerca del uso que se ha hecho de los centenares de millones de dólares que han recibido las Madres a cambio de su apoyo político o, si se prefiere, espiritual al kirchnerismo.
Las Madres (con mayúscula) de Plaza de Mayo no son las únicas personas que dominan el arte de transformar poder político en dinero contante y sonante, pero pocas lo han hecho de manera tan ostentosa. Blindadas por la voluntad de muchos, encabezados por la presidenta de la República, de tratarlas como símbolos vivientes de la lucha por los derechos humanos, lograron armar un negocio inmobiliario floreciente, si bien según parece llamativamente ineficaz, a base de los subsidios multimillonarios que el gobierno les facilitó, además de permitirles ganar concursos para construir viviendas sociales si por algún motivo los funcionarios consideraban necesarios tales trámites. También se las arreglaron para fundar "la Universidad Popular de las Madres de Plaza de Mayo", una institución más propagandística que académica que, a pesar del apoyo que le brinda la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, aún no cuenta con el reconocimiento del Ministerio de Educación.
Por encontrarse todo lo vinculado con las Madres por encima de la crítica, durante mucho tiempo los dirigentes opositores fueron reacios a pedir una investigación seria de sus actividades empresariales, pero últimamente la disputa entre el ahora ex apoderado de la fundación correspondiente, Sergio Schoklender, y sus socios les ha dado una oportunidad que no se proponen desaprovechar. Aunque ya ha transcurrido un año desde que la Coalición Cívica denunció a Schoklender, quien pasó 14 años en la cárcel por el asesinato de sus padres, por presunto lavado de dinero, siguió trabajando en la fundación hasta hace muy poco. Por lo demás, niega haberse enriquecido ilícitamente, afirmando que compró las propiedades que ha adquirido con su propio dinero, aunque todavía no ha aclarado la procedencia de la fortuna que se le atribuye.
Como no pudo ser de otra manera, el gobierno kirchnerista quiere distanciarse de la nube espesa de sospechas que envuelve los negocios de Schoklender y las Madres, pero no le será fácil hacerlo. Con el propósito de desempeñar un papel internacional como una defensora fervorosa de la causa de los derechos humanos, Cristina se alió estrechamente con Hebe de Bonafini, colmándola de privilegios de todo tipo y minimizando el significado de sus opiniones truculentas a favor de bandas terroristas como ETA y las FARC. Sin embargo, parecería que no está dispuesta a pasar por alto las eufemísticamente llamadas "irregularidades" que han caracterizado las actividades comerciales de sus protegidos que, como fue de prever, los voceros oficiales imputan a Schoklender, dando a entender que consiguió engañar a las Madres que lo habían adoptado luego de su salida de la cárcel.
Pues bien; el "modelo" socioeconómico que reivindica Cristina con tanta pasión no es nada original. Por el contrario, el esquema según el cual el mandatario de turno reparte dinero, contratos y otros favores entre quienes lo apoyan y procura perjudicar a los demás es tradicional en América Latina y otras partes del Tercer Mundo. Con todo, mientras que en el pasado los cultores de dicho "modelo" no se sentían obligados a justificarlo, ya que todos entendían que era perfectamente normal que un caudillo ayudara económicamente a sus partidarios, en la actualidad creen conveniente hablar como si se tratara de un esfuerzo por reorganizar la sociedad para que sea más equitativa, más sensible y, cuando no, más "humana". En el relato de Cristina, las Madres, además de encarnar el profundo respeto que sienten los argentinos buenos por los derechos humanos auténticos, están cumpliendo una función social sumamente valiosa ayudando a los pobres a conseguir viviendas. El relato de aquellos opositores que se han animado a hurgar en los asuntos a su entender turbios relacionados con los negocios de la agrupación liderada por De Bonafini, es muy distinto. Aunque siguen manifestándose con cautela frente a personas que, por motivos que tienen que ver con el silencio generalizado de la mayoría frente a las violaciones de los derechos humanos cuando los perpetraban, ocupan un lugar especial en el escenario sociopolítico e incluso cultural nacional, quieren que el gobierno dé explicaciones coherentes acerca del uso que se ha hecho de los centenares de millones de dólares que han recibido las Madres a cambio de su apoyo político o, si se prefiere, espiritual al kirchnerismo.
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