Cristina en Nueva York - Piedra OnLine

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domingo, 25 de septiembre de 2011

Cristina en Nueva York

AdemĆ”s de reivindicar con su vehemencia habitual el "modelo" econĆ³mico y fustigar nuevamente al FMI y las calificadoras de riesgo, la presidenta Cristina FernĆ”ndez de Kirchner aprovechĆ³ la oportunidad que le brindĆ³ su discurso anual ante la Asamblea General de la ONU para manifestar su apoyo fervoroso a la creaciĆ³n inmediata de un Estado palestino, oponiĆ©ndose asĆ­ a su homĆ³logo norteamericano Barack Obama que quiere una soluciĆ³n negociada al conflicto con Israel, tomar una lĆ­nea mĆ”s dura hacia el Reino Unido por el diferendo en torno a las Malvinas, amenazando con suspender los "acuerdos transitorios" que fueron firmados doce aƱos atrĆ”s y aceptar "dialogar" con IrĆ”n acerca del atentado terrorista contra la sede de la AMIA en 1994, en el que murieron casi noventa personas.
Por lo demĆ”s, Cristina ordenĆ³ a la delegaciĆ³n argentina permanecer sentada mientras el presidente iranĆ­, Mahmoud Ahmadinejad, pronunciaba una vez mĆ”s una diatriba feroz y excĆ©ntrica contra el sionismo y el imperialismo norteamericano en la que, entre otras cosas, criticĆ³ a quienes "amenazan a cualquiera que cuestione el Holocausto", opinĆ³ que el ataque contra las Torres Gemelas de Nueva York y el PentĆ”gono en Washington constituyĆ³ "un hecho misterioso", dando a entender que a su juicio fue un "autoatentado" y asegurĆ³ que en su paĆ­s rige "el respeto por la libertad y los derechos humanos".
Como ya es tradicional, los representantes de Estados Unidos, Israel y la UniĆ³n Europea en seguida abandonaron el recinto pero, a diferencia de lo que sucediĆ³ en aƱos anteriores, los de nuestro paĆ­s se negaron a acompaƱarlos. Conforme al simbolismo que es propio de la diplomacia internacional, pudo tomarse su voluntad de escuchar toda la arenga extravagante de Ahmadinejad por una fuerte seƱal de aprobaciĆ³n de las teorĆ­as conspirativas que expresaba.

Aunque nadie esperarĆ­a que el gobierno de Cristina se alineara automĆ”ticamente con las potencias occidentales que, de todos modos, a menudo adoptan posturas distintas frente a los problemas mundiales, acaso no le convendrĆ­a brindar la impresiĆ³n de estar mĆ”s interesado en alejarse de ellas para acercarse a IrĆ”n que en insistir en la necesidad de que los acusados de estar detrĆ”s del mayor atentado terrorista de la historia del paĆ­s por fin rindan cuentas ante la Justicia, sobre todo en un momento tal delicado como el actual. Como nuestros diplomĆ”ticos sabrĆ”n muy bien, la amenaza planteada por IrĆ”n, un paĆ­s comprometido con una ideologĆ­a polĆ­tica sumamente agresiva, encabeza la lista de preocupaciones tanto de los norteamericanos y europeos como de los Ć”rabes, en especial los sauditas, que temen que su programa nuclear culmine con la producciĆ³n de bombas atĆ³micas que modificarĆ­an el ya muy precario equilibrio de poder en la regiĆ³n mĆ”s explosiva del planeta. Por tales motivos, y por la evoluciĆ³n nada promisoria de la relaciĆ³n de Israel con los paĆ­ses Ć”rabes y el resto del mundo musulmĆ”n, muchos prevĆ©n que pronto estalle otra guerra en el Medio Oriente, una que tendrĆ­a consecuencias decididamente mĆ”s graves que las del pasado reciente.

El escenario internacional estĆ” agitĆ”ndose cada vez mĆ”s. Los problemas econĆ³micos de los paĆ­ses mĆ”s ricos, la posibilidad de que la Eurozona no resulte capaz de sobrevivir a la crisis provocada por la divergencia entre la pujanza econĆ³mica de Alemania y sus vecinos norteƱos por un lado y, por el otro, la debilidad de los socios del sur, podrĆ­an dar pie a una crisis que perjudique al resto de mundo, afectando al crecimiento rĆ”pido de los "emergentes". Asimismo, las revueltas en virtualmente todos los paĆ­ses Ć”rabes, con el riesgo de que en algunos islamistas militantes logren llegar al poder, mĆ”s la sensaciĆ³n generalizada de que Estados Unidos estĆ” batiĆ©ndose en retirada, dejando un vacĆ­o que otros intentarĆ”n llenar, hacen muy difĆ­cil cualquier intento de prever lo que sucederĆ” en las semanas prĆ³ximas, y ni hablar de meses y aƱos. Por tales motivos, serĆ­a mejor que los responsables de la polĆ­tica exterior nacional actuaran con la mĆ”xima cautela, conservando un perfil bajo ya que, caso contrario, el paĆ­s podrĆ­a verse perjudicado por conflictos ajenos y convertirse en blanco de la hostilidad de otros integrantes del G-20, una agrupaciĆ³n en que nuestra presencia ya ha sido motivo de crĆ­ticas por parte de quienes preferirĆ­an que el club fuera mĆ”s exclusivo.

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