"SentĆ los balazos, girĆ© y vi que JosĆ© caĆa"
A los 71 aƱos, el publicista Osvaldo Agosto es fuente de singular significaciĆ³n para conocer aspectos de la historia del peronismo, fundamentalmente en esos tramos violentos por los que ha pasado la vida interna de esa fuerza.
- No tanto, no tanto… No me coloque en condiciĆ³n de nada particular. Fui, sĆ, protagonista de algunas de las tantas cosas que el peronismo hizo para volver al poder en el ´73 o, si quiere, para que no se siguiera pensando que se podĆa construir un sistema polĆtico sin el peronismo. Un "laucha dura"…
- ¿Pero anduvo con el fierro en la cintura?
- No necesariamente…
- ¿Pero sĆ cuando en 1963 integrĆ³ el comando que robĆ³ el sable del General San MartĆn?
- Mire, en aquellos tiempos el peronismo luchaba. Estaba proscripto, hicimos cosas… una historia larga, dura, y yo estuve en parte de esa historia. Ni siquiera estaba armado cuando, siendo colaborador directo de Rucci, formando cotidianamente parte de su entorno, asesinaron a seis, a siete metros de mĆ.
- ¿CĆ³mo estĆ”n instalados esos balazos en su memoria?
- Como tragedia. Como expresiĆ³n de que habĆa quienes querĆan reproducir en Argentina mĆ”s sangre que la que tenĆa como carga la historia del paĆs. Tragedia.
- En tĆ©rminos de sonido, ¿quĆ© sintiĆ³?
- Primero fue como una explosiĆ³n. Yo girĆ©, mirĆ© hacia atrĆ”s mĆo, y vi caer a JosĆ©. Yo estaba a un auto y medio de distancia de Ć©l, que recibe los disparos cuando iba a subir a su auto. Yo iba rumbo al primer auto que integraba el conjunto de la custodia, estacionado por delante del de JosĆ©.
- ExplosiĆ³n. ¿Pero cuĆ”ndo se da cuenta de que es un ataque a balazos?
- Entre el sentir, ver a JosĆ© cayendo, ver que el lugar donde Ć©l estaba… su auto, sus custodios mĆ”s inmediatos… que todo era blanco del ataque, no mediĆ³ nada. Todo muy intenso, muy rĆ”pido.
- ¿Todo muy profesional? Al menos eso dice Ceferino Reato en "OperaciĆ³n Traviata"
- SĆ, muy bien preparado. Mucha tarea de inteligencia.
- ¿Lo vendieron a Rucci desde adentro?
- No. Aparentemente no. Se especulĆ³ con eso pero no hay ninguna prueba de que haya sido asĆ. Y yo no tengo ninguna evidencia de que haya sido asĆ. Reitero, tarea de inteligencia. Ćl alternaba entre dormir en una piecita que se habĆa hecho en la azotea de la CGT y su casa. Un departamentito en el fondo de un pasillo chorizo. Sus asesinos supieron todo ese movimiento y actuaron.
- Volvamos a ese mediodĆa del 25 de septiembre del ´73, ahĆ, en la calle Avellaneda 2947. ¿CuĆ”l fue su reacciĆ³n cuando se dio cuenta de que era un ataque?
- Me tirĆ© al suelo y me arrastrĆ© por la vereda hacia un garage. Ya habĆa reaccionado la custodia, algunos de sus integrantes tambiĆ©n fueron heridos. Le reitero: todo sucedĆa a mucha velocidad, todo muy junto.
- Pero la custodia reacciona y tira hacia edificios de la vereda de enfrente. Cree que el ataque viene de ese espacio, pero viene de una casa en lĆnea con la entrada al pasillo chorizo que conducĆa al departamento de Rucci. ¿QuĆ© pasĆ³?
- Profesionalidad de los atacantes. Velocidad. Sorpresa para la custodia, que no era custodia profesional. Eran compaƱeros del sindicalismo, gente leal, de entrega, pero bueno… Y tiran hacia el frente porque, siempre en un marco de sorpresa y como nos explicĆ³ en su momento la policĆa, el sonido confunde.
- ¿Es cierto que usted en su momento le sugiriĆ³ a Rucci manejarse con una custodia de la PolicĆa Federal?
- SĆ. Lo sugerĆ desde el convencimiento de que JosĆ© en cualquier momento podĆa ser blanco de un ataque. Y me parecĆa que, no sĆ©…, la Federal era lo apropiado por experiencia, por aparato… Le dije incluso que los muchachos podĆan seguir acompaƱƔndolo. Eran voluntariosos, amigos. Pero la Federal tenĆa otra capacidad. QuizĆ” si la Federal hubiese estado a cargo… no sĆ©… no hubiese sido tan fĆ”cil que los asesinos lograran posicionarse tan cerca de JosĆ©, en una casa vecina, pegada… Pero Ć©l no querĆa. "Sigamos con lo nuestro", decĆa. No querĆa atormentarse con el tema de la seguridad… JosĆ© era asĆ…
- ¿Se sigue viendo con aquellos custodios?
- SĆ, de vez en cuando. Por ejemplo cuando todos los aƱos se hace la misa por JosĆ©.
- Minutos antes de que lo asesinaran, usted hablĆ³ con Ć©l del tema seguridad. Lo hizo alentado por algo que le sucediĆ³ a usted la noche anterior…
- Con relaciĆ³n a la seguridad de JosĆ© pasaban cosas permanentes. Amenazas telefĆ³nicas, cartas… de todo. Pero esa maƱana, en un momento en que estĆ”bamos solos en su departamento, le dije que la noche anterior nos habĆan tiroteado un coche, e incluso esa maƱana, recibimos una nota con un dibujo de un cajĆ³n de muertos… Pero Ć©l… Ć©l estaba confiado de que, tras el triunfo de PerĆ³n en las elecciones de 48 horas antes con el 62 % de los votos, el paĆs iba hacia la reconciliaciĆ³n, hacia la paz. Precisamente, lo matan cuando sale de su casa rumbo a un canal de televisiĆ³n para leer una declaraciĆ³n sobre el nuevo tiempo que creĆamos de muy buena fe que llegaba para Argentina.
- La bibliografĆa existente dice que usted le propuso ir en el mismo auto repasando esa declaraciĆ³n. QuizĆ” usted la hubiera pasado muy mal si estaba en ese auto, ¿no?
- Es posible, claro... Es cierto lo de la propuesta, que la hice en tanto su jefe de prensa. Pero mire… Ć©l me querĆa mucho. JosĆ© era muy familiero, de amigos, de asado… Cuando nos desplazĆ”bamos, Ć©l nunca querĆa que yo fuera en su auto… "No pibe, no sea cosa que…"
- ¿MuriĆ³ en el acto?
- SĆ.
- ¿QuĆ© recuerda del cadĆ”ver?
- Que sĆ³lo tenĆa la cara Ćntegra. Luego… en fin…
- ¿CĆ³mo vuelve en usted ese momento, esa cara?
- No vuelve, estĆ” siempre. Yo sĆ© donde estoy ante ese hecho. No tengo ambigĆ¼edades: en Rucci dispararon contra PerĆ³n, la gobernabilidad, contra todos los argentinos, millones de los cuales horas antes habĆan elegido masivamente un gobierno para todos. Eso hicieron estos asesinos por la espalda… miserables.
- ¿Los montos?
- No caben dudas. Bueno, ahora lo reconocen. Basta leer lo que se estĆ” escribiendo, declarando gente de la organizaciĆ³n.
- ¿Bonasso?
- Y otros mĆ”s. Ricardo Roa, hoy editor de "ClarĆn", fue hombre de la organizaciĆ³n y recuerda -incluso lo ha dicho en la presentaciĆ³n de un libro y yo he hablado con Ć©l sobre el tema- que en la tarde del asesinato, Firmenich le dijo: "fuimos nosotros". Ese dĆa Roa abandonĆ³ Montoneros.
- Fue una conducta seguida por muchos. ¿HablĆ³ alguna vez de este asesinato con ex montos?
- Con algĆŗn arrepentido, pero no he tenido el disgusto de hablar con los que no se arrepienten o siguen reivindicando lo que hicieron, no. Los desprecio… Firmenich… la cĆŗpula concretamente. No tengo ninguna dificultad de hablar con los pibes que… no sĆ©... se sumaron creyendo noblemente en lo que pensaban. Pero con la cĆŗpula… Son unos miserables. Cobardes. La conducciĆ³n fue siempre sospechosa en cuanto a sus intenciones… incluso lo que antecede a montos pero termina en montos.
- ¿Usted adhiere a la tesis de MartĆn Andersen de que Firmenich era de los servicios de inteligencia?
- Yo digo lo mĆo… Matan a Aramburu justo cuando Aramburu estaba convencido de que sin el peronismo no habĆa sistema polĆtico y se disponĆa a derrotar a OnganĆa y dar elecciones libres. A Vandor lo matan cuando aceptaba la conducciĆ³n de PerĆ³n. A JosĆ© lo matan cuando era la mano de derecha de un PerĆ³n que ganaba el gobierno con todo el respaldo… Tres muertes muy singulares por el momento polĆtico que encarnaban.
CARLOS TORRENGO
carlostorrengo@hotmail.com
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