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lunes, 24 de octubre de 2011

Irrupción del nuevo Quiroga

Los resultados del domingo inciden fuertemente en el escenario provincial. Ganó el que había perdido, y perdió el que había ganado. Breve comentario de cómo la política regional cambia aceleradamente, con un vértigo inusual y sorprendente.
Horacio Quiroga saluda, tras conocerse su triunfo (foto Pepe Delloro-TELAM)

El escenario político recibirá el impacto de la elección capitalina, pues implica la aparición, con inusitada fuerza, de un partido político, Nuevo Compromiso Neuquino (NCN), que a pocos meses de su legalización se dio el lujo de vencer al tradicional MPN, y de volver a encumbrar en el primer plano, para comenzar su tercera gestión como intendente, a Horacio “Pechi” Quiroga, tal vez la encarnación del rival más temible –y persistente- que ha tenido el oficialismo provincial en los últimos 20 años.


Quiroga ganó con una amplitud mayor a la prevista. El lento escrutinio mostraba al filo de la medianoche del domingo muchos puntos de ventaja (más de 15), muchos más de lo que se había vaticinado desde las encuestas. También indica el resultado inapelable de las urnas que hubo polarización, y que la ex coalición concretó el desastre electoral que se pronosticaba, quedándose con un tercio del electorado desgajado entre todos los ex socios y el voto en blanco.

Así, en estos comicios hubo una notable colección de derrotados, a expensas de un pequeño grupo de dirigentes ganadores, protagonistas de un fenómeno singular, casi extraordinario por las características inusuales que permitieron su triunfal presentación.

El primer gran derrotado fue, obviamente, José Brillo y su partido, el MPN. El partido provincial había apostado a la fragmentación de la oposición, a la unidad partidaria sin internas para nombrar al candidato por consenso, y al protagonismo fuerte de los ganadores de las elecciones de junio, el gobernador Jorge Sapag y la vice Ana Pechen, como jefes de campaña.

En la tenebrosa noche de la derrota dominguera, Sapag acompañó a Brillo para enarbolar como explicación la simple aplicación de la democracia, tan esquiva ella en sus determinaciones populares, capaz de determinar un empate técnico en diputados con el Frente para la Victoria, un triunfo para el partido provincial en Villa la Angostura, y a la vez, una fuerte derrota en el distrito capitalino.

El MPN puso todo, pero no le alcanzó. ¿Por qué? Es evidente que la unidad no llegó a las bases como se propuso. Fue una unidad firme en la intención, pero no en el deseo ciudadano mayoritario. Es fácil deducir que a Quiroga lo votaron también afiliados al MPN. Esto sucedió antes y sucedió ahora. Es consecuencia del mismo número asombroso de afiliados que tiene el tradicional partido, que ahora ya no podrá ser identificado como “provincial”, ya que le ha aparecido un primo, el NCN, con la misma categoría, aunque sin historia y con todo por delante.

El segundo gran derrotado fue el actual intendente, Martín Farizano, y su propio partido, la UCR. El derrumbe de la ex coalición se lo llevó puesto. Nunca se sobrepuso al fracaso de junio, y su persistencia solo aseguró un fracaso mayor.

El tercer gran derrotado fue Darío Martínez. Su partido arrasó a nivel nacional, empató a nivel provincial, y terminó en el montón a nivel municipal, justo el lugar que él se empecinó en protagonizar. No obstante, su juventud y el hecho de que también debe valorarse la valentía de asumir la candidatura con socios disminuidos en su representación ciudadana, le otorgan crédito para seguir vivito y coleando, lejos aún del cementerio político.

Lo de UNE y Mariano Mansilla queda en una franja neutra: sin crecimiento, pero conservando un capital político relativamente importante. No hizo, ni cerca, la elección que sus publicistas intentaron imponer sobre la piel mediática del proceso de campaña. Tampoco ha hecho una elección decepcionante. Aunque el triunfalismo tiene el costo, después, de asumir la realidad de las urnas.

En definitiva, más allá de lo atañe personalmente a referentes políticos que seguirán o desaparecerán del primer plano, lo cierto es que la singularidad y el énfasis de los comicios capitalinos debe ponerse, sin duda, sobre la fulgurante aparición de NCN.

Este partido puede dar que hablar. En, en sí mismo, una coalición de distintas fuerzas. Tiene socios “satélite” como Coalición Cívica-ARI, que se potencian en función de esa asociación. De hecho, en estos comicios, captó el voto mayoritario de los radicales enojados con la UCR. Por lo que se sabe, Horacio Quiroga persistirá en la construcción de este nuevo espacio. No le interesa volver a un radicalismo devaluado. En NCN puede juntar a peronistas, radicales, emepenistas, socialistas…

Es casi una medida justa para describir la actual sensación política argentina, capaz de ratificar la vigencia de Cristina Fernández justo cuando la realidad económica se apresta a poner a prueba su modelo político-económico; y de consagrar, al mismo tiempo, a un socialista como Hermes Binner como principal figura del espacio político opositor.

Los tiempos están cambiando, como dijo alguna vez Bob Dylan. En este cambio permanente, habrá que tomar nota del último dato político: se puede ganar y perder elecciones con sólo meses de diferencia. Es lo que le pasó al MPN. Y también se puede protagonizar el fenómeno inverso: ganó Quiroga a solo meses de haber perdido una interna con el gran derrotado de este domingo, Martín Farizano.

Rubén Boggi

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