Como nunca antes, el caudal de propuestas y promesas de progreso para la ciudad sorprenden. Si se concretan aunque más no sea algunas de las muchas promesas, Neuquén debería mejorar notablemente.
El centro de la capital neuquina, desde el satélite (foto Google Earth)
Kilómetros de nuevas veredas y calles pavimentadas; riberas encantadoras hacia turísticos ríos; teatros y museos nuevos; complejos recreativos prolijamente enclavados en estratégicos puntos del paisaje urbano; centenares de agentes comunales vigilando las necesidades del pueblo en patrullajes inéditos; y hasta aeropuertos y cárceles que migran.
Gane quien gane los comicios capitalinos, la ciudad recibiría una inyección de progreso superlativo, si se juzga por las promesas electorales en esta campaña. La competencia es día a día, la coincidencia en los temas nunca parece casual. La política está jugando a pleno, con su carga romántica de posibilidades, y también con su notable eficacia para imaginar futuros mejores.
Los candidatos que más propuestas han presentado son los dos favoritos –hasta ahora- en las encuestas: el del MPN, José Brillo, y el del NCN, Horacio Quiroga. Hay equidistancia en casi todo, hasta en las siglas de sus agrupaciones. Ambos son diputados nacionales. Los dos comparten la comisión de Energía en el Congreso. Ya se han enfrentado antes. Y tienen equipos altamente calificados para diseñar utopías posibles.
Quiroga arremete en esta puja proyectiva con la experiencia de haber diseñado emprendimientos que luego se concretaron en la ciudad. Así, no duda en presentar maquetas que las técnicas digitales hacen cada vez más fácil diseñar, e intenta seducir ciudadanos con imágenes futuristas: la multitrocha elevada cual autopista de una ciudad del primer mundo, o el mirador que se cuelga de la barda para mostrar que todo sería posible.
Brillo se diferencia en la planificación exhaustiva. Ingeniero al fin, con larga experiencia en el tema estatal, dirige equipos que construyen opciones para los problemas más urgentes con abundancia de cifras, cálculos y presupuestos. Ha utilizado las herramientas digitales de la nueva era, y no desdeña las presentaciones técnicas, que intercala en el fragor populista que caracteriza al partido provincial, amigo de las caminatas, el puerta a puerta y los discursos encendidos.
Del cúmulo de propuestas participan también, lógicamente, el resto de los candidatos. Mariano Mansilla, por ejemplo, sorprendió con la propuesta de mudar el aeropuerto y la cárcel federal U9: son proyectos que habían sido esbozados antes, pero en esta campaña fueron actualizados por UNE. Mercedes Lamarca también se anota con lo suyo, y buscó diferenciarse en un tema común a los favoritos, el de la seguridad pública: hizo un aporte coincidiendo en la necesidad de crear una Secretaría de Seguridad, pero enfatizando –desde el progresismo- que es posible vivir más seguros sin caer en un Estado policíaco.
Más discretos en la imaginación de un futuro rutilante para la Capital, los antiguos socios principales de la ex coalición municipal aportan moderación, tal vez presumiendo un poco de mayor dosis de realismo: Martín Farizano, sobre la base argumental de que se habla de cosas que él ya ha comenzado a hacer, y que sólo necesitan continuarse, para lo cual obviamente él sería el más indicado; y el peronista Darío Martínez, zambullido de lleno en la cuestión más social, aportando una mirada justicialista-kirchnerista, acudiendo a las imágenes que mejor lo puedan identificar con el actual gobierno nacional de Cristina Fernández.
Como sea, gane quien gane, de promesas hay suficientes para augurar un progreso seguro. Será un fuerte compromiso que deberá asumir quien se quede con el cetro de Intendente.
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