Por ROMINA ZANELLATO
Las Coloradas > El departamento CatƔn Lil es manso y
apacible en apariencia. Es el que menor poblaciĆ³n tiene, el que mĆ”s
densidad rural posee y es el que protagoniza los cambios demogrƔficos
mƔs notables en la provincia.
Es el desierto y es la sequĆa. SĆ³lo hay una ciudad, Las Coloradas, con
menos de mil habitantes. El ritmo de vida es tranquilo, las distancias
son enormes, el paisaje infinito. El lugar es de una hermosura
incalculable y tambiƩn de una violencia imposible de ocultar.
Su belleza proviene de la simpleza de la gente, del caudaloso rĆo CatĆ”n
Lil, de los riscos de su precordillera, de la enorme cantidad de
tierra. La opresiĆ³n tal vez estĆ© relacionada exactamente a todo lo
anterior. Un pueblo chico, un rĆo inaccesible, grandes campos cercados,
sequĆa.
Su poblaciĆ³n no estĆ” quieta. Hay esperanza, hay deseos de cambio. Los
jĆ³venes se van a estudiar afuera. Algunos vuelven, otros no. Quieren
progresar. Y el futuro estĆ” ligado a un puesto laboral y a una formaciĆ³n
tĆ©cnica, que no siempre encuentran allĆ.(Leer en mĆ”s informaciĆ³n)
Los cambios que atraviesa CatƔn Lil se manifiestan en los censos
nacionales de 2001 y 2010. AllĆ se muestra que es el Ćŗnico departamento
que decrece en la provincia. Tiene un 12,7% menos de poblaciĆ³n entre un
censo y el otro. Son 300 personas las que se fueron en diez aƱos. ¿Por
quĆ©? ¿A dĆ³nde?
Al llegar a Las Coloradas, que estĆ” emplazado en un valle al pie de la
precordillera y del majestuoso rĆo CatĆ”n Lil, lo primero que se ve es la
arbolada de tonos rojizos, el orden en las calles limpias, la gente
joven que se mueve.
Hace un aƱo esa misma gente fue la que logrĆ³ destituir a un intendente
del cual desconfiaban y, despuƩs de tener el municipio intervenido
durante unos meses, el 10 de diciembre votaron a uno de esos jĆ³venes,
Lucrecio Varela, el mecƔnico del pueblo.
"El que vive en Las Coloradas es porque le gusta", dice convencido. Es
la Ćŗnica poblaciĆ³n del departamento con red elĆ©ctrica. Tiene graves
problemas de agua que se estarĆan por solucionar pronto gracias a un
convenio que hizo con la Provincia para mejorar el sistema de bombeo.
Tampoco tienen gas, todos se calefaccionan a leƱa. El intendente dice
que la clave es golpear las puertas en NeuquƩn capital y trabajar con
los que prestan atenciĆ³n y voluntad.
Ćl es uno de los nacidos que se fue y volviĆ³ para quedarse hace 12
aƱos. Hoy tiene 44 e intenta impulsar el pueblo. El problema mƔs grande
que tiene es la falta de fuentes de trabajo que no dependan del
municipio, casi no hay emprendimientos privados.
Tierra seca
En CatƔn Lil hay ocho comunidades mapuches que viven en la estepa. El
problema mĆ”s grande que sufren en la sequĆa. No llueve lo suficiente
hace aƱos. No existen mĆ”s los cursos naturales de agua que antes habĆa.
Encima, la ceniza. El ganado se les muere. Se empobrecen.
Se van
En Las Coloradas hay una fundaciĆ³n llamada Hue Che que funciona hace 28
aƱos dando alojamiento a 35 chicos de las zonas rurales. Tienen
convenio con el CPEM 75 para que cursen el secundario de maƱana y por la
tarde asisten a los talleres de oficio que se dictan en la fundaciĆ³n:
soldadura, electricidad, carpinterĆa, recursos legales de la
organizaciĆ³n, informĆ”tica, interculturalidad, educaciĆ³n bĆ”sica y otros
cursos cortos de chacinado, esquila, cuero, etc.
Uno de los directores de la fundaciĆ³n, Bonifacio Enrique, explica que
los chicos se van de la zona rural a Las Coloradas a capacitarse y que
son pocos los que vuelven a la comunidad. "Los padres apuestan a una
pequeƱa la producciĆ³n ganadera pero no hacia los hijos. Los padres
tambiƩn incentivan para que ellos se vayan", explica Enrique.
Paola Sandoval, tambiƩn directora de Hue Che, dice que las aguadas
estĆ”n desapareciendo en las comunidades por la sequĆa y que la
producciĆ³n ganadera se muere, ya no pueden subsistir las familias con
ese ingreso entonces los jĆ³venes quieren buscar otra cosa, trabajos mĆ”s
tĆ©cnicos. "Lo agrĆcola se dejĆ³ de lado en los jĆ³venes, hay un rechazo",
coinciden.
Lo que mĆ”s preocupa a algunas comunidades, que cada aƱo pierden mĆ”s cantidad de jĆ³venes, es la pĆ©rdida de la identidad mapuche.
MigraciĆ³n
El cura del pueblo, MartĆn Gottle, un alemĆ”n que vive en Las Coloradas
hace mƔs de dos dƩcadas, mira las montaƱas desde su ventana. Le preocupa
la autoestima del pueblo, que los habitantes se olviden de su fuerza y
de la riqueza que los rodea.
Toma mate y habla de su huerta. El frĆo no echĆ³ a perder su lechuga. Le
dedicĆ³ mucho esfuerzo a cultivar su trozo de tierra. "Si se riega lo
suficiente acĆ” brota cualquier cosa", dice. Y ahĆ estĆ” el quid de la
cuestiĆ³n, el agua.
Durante tres dĆas a la semana el padre circula por las comunidades de
la zona rural y observa que la faltante de agua es la causa del
empobrecimiento. Que el nivel bajo de producciĆ³n obliga a los jĆ³venes a
buscar nuevos horizontes.
"Antes era normal ver familias muy numerosas, de 7 u 8 hijos. El
decrecimiento acĆ” no es por falta de hijos. Hoy cuando uno va a verlos,
de esas familias sĆ³lo quedan los padres porque los hijos emigran en
busca de trabajo", describe.
TambiƩn es cultural para Ʃl, porque una vez que emigraron les resulta
difĆcil volver porque se acostumbran a la red elĆ©ctrica, a la
televisiĆ³n, a internet, al celular que en Las Coloradas no se puede
tener de la misma manera.
Al municipio o a la capital
Las Coloradas estĆ” a 120 km de Zapala por la Ruta Nacional 40 y la
Provincial 24 hacia el sur. Si bien tiene dos buenas conexiones, estĆ”
escondido en el valle. Para llegar al pueblo hay que querer encontrarlo.
El rĆo estĆ” cercado por un campo privado durante muchos kilĆ³metros a la
par de la ruta provincial.
El valle se plantea con enorme soberbia ante los ojos del viajero. La
inmensidad es incalculable. Miles de kilĆ³metros de desierto y montes. A
la orilla del rĆo unas pocas casas antes de que se inicie la
precordillera.
En ese pueblo que no conoce el asfalto, caminan abrazadas tres
adolescentes que luchan contra el viento helado. Gimena y Carla tienen
14 aƱos, Daniela 17, van todas a segundo aƱo de la secundaria. "Yo me
quiero ir lejos, como todos", dice Gimena. "Todos planifican irse a
NeuquƩn a estudiar y son pocos los que vuelven despuƩs".
Carla y Daniela tienen sus hermanos estudiando en otras ciudades,
Zapala y Cutral Co fueron las elegidas. Se van porque no hay trabajo,
que si no consiguen entrar al municipio no hay mƔs nada que hacer.
El intendente Lucrecio Varela comentĆ³ que al asumir habĆa mucha gente
con diferentes planes y no contraprestaban. Eso cambiĆ³, les pidiĆ³ que
por lo menos limpien el pueblo. Tiene casi 100 personas en planta
permanente y 200 contratados.
"La masa salarial se lleva casi todos los recursos del municipio",
afirma. Varela dice que el pueblo no decrece, que es la gente de las
zonas rurales las que se van en busca de trabajo en las petroleras o en
cualquier empresa productiva.
En el hospital, cebando mates y mirando por la ventana estĆ” Alicia
Pintos, enfermera hace 34 aƱos. "Tengo mƔs historia que este edificio",
bromea. Su historia se repite entre las madres de la zona. Tiene dos
hijos, los dos estĆ”n en NeuquĆ©n capital. Uno estudia enfermerĆa y estĆ”
por terminar, tal vez se vuelva a trabajar junto con su madre, porque
siempre hacen falta enfermeros en esas zonas.
En cambio, el otro estĆ” buscando trabajo en la ciudad y no pretende
volver. "Quiero lo mejor para ellos pero me gustarĆa que volvieran. Tal
vez uno lo haga, yo creo que sĆ", dice esperanzada.