Catan Lil: Abandono de una tierra adversa - Piedra OnLine

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domingo, 22 de julio de 2012

Catan Lil: Abandono de una tierra adversa

Por ROMINA ZANELLATO
Las Coloradas > El departamento CatĆ”n Lil es manso y apacible en apariencia. Es el que menor poblaciĆ³n tiene, el que mĆ”s densidad rural posee y es el que protagoniza los cambios demogrĆ”ficos mĆ”s notables en la provincia.

Es el desierto y es la sequĆ­a. SĆ³lo hay una ciudad, Las Coloradas, con menos de mil habitantes. El ritmo de vida es tranquilo, las distancias son enormes, el paisaje infinito. El lugar es de una hermosura incalculable y tambiĆ©n de una violencia imposible de ocultar.
Su belleza proviene de la simpleza de la gente, del caudaloso rĆ­o CatĆ”n Lil, de los riscos de su precordillera, de la enorme cantidad de tierra. La opresiĆ³n tal vez estĆ© relacionada exactamente a todo lo anterior. Un pueblo chico, un rĆ­o inaccesible, grandes campos cercados, sequĆ­a.
Su poblaciĆ³n no estĆ” quieta. Hay esperanza, hay deseos de cambio. Los jĆ³venes se van a estudiar afuera. Algunos vuelven, otros no. Quieren progresar. Y el futuro estĆ” ligado a un puesto laboral y a una formaciĆ³n tĆ©cnica, que no siempre encuentran allĆ­.(Leer en mĆ”s informaciĆ³n)
Los cambios que atraviesa CatĆ”n Lil se manifiestan en los censos nacionales de 2001 y 2010. AllĆ­ se muestra que es el Ćŗnico departamento que decrece en la provincia. Tiene un 12,7% menos de poblaciĆ³n entre un censo y el otro. Son 300 personas las que se fueron en diez aƱos. ¿Por quĆ©? ¿A dĆ³nde?
Al llegar a Las Coloradas, que estƔ emplazado en un valle al pie de la precordillera y del majestuoso rƭo CatƔn Lil, lo primero que se ve es la arbolada de tonos rojizos, el orden en las calles limpias, la gente joven que se mueve.
Hace un aƱo esa misma gente fue la que logrĆ³ destituir a un intendente del cual desconfiaban y, despuĆ©s de tener el municipio intervenido durante unos meses, el 10 de diciembre votaron a uno de esos jĆ³venes, Lucrecio Varela, el mecĆ”nico del pueblo.
"El que vive en Las Coloradas es porque le gusta", dice convencido. Es la Ćŗnica poblaciĆ³n del departamento con red elĆ©ctrica. Tiene graves problemas de agua que se estarĆ­an por solucionar pronto gracias a un convenio que hizo con la Provincia para mejorar el sistema de bombeo. Tampoco tienen gas, todos se calefaccionan a leƱa. El intendente dice que la clave es golpear las puertas en NeuquĆ©n capital y trabajar con los que prestan atenciĆ³n y voluntad.
Ɖl es uno de los nacidos que se fue y volviĆ³ para quedarse hace 12 aƱos. Hoy tiene 44 e intenta impulsar el pueblo. El problema mĆ”s grande que tiene es la falta de fuentes de trabajo que no dependan del municipio, casi no hay emprendimientos privados.
 
Tierra seca
En CatƔn Lil hay ocho comunidades mapuches que viven en la estepa. El problema mƔs grande que sufren en la sequƭa. No llueve lo suficiente hace aƱos. No existen mƔs los cursos naturales de agua que antes habƭa. Encima, la ceniza. El ganado se les muere. Se empobrecen.
 
Se van
En Las Coloradas hay una fundaciĆ³n llamada Hue Che que funciona hace 28 aƱos dando alojamiento a 35 chicos de las zonas rurales. Tienen convenio con el CPEM 75 para que cursen el secundario de maƱana y por la tarde asisten a los talleres de oficio que se dictan en la fundaciĆ³n: soldadura, electricidad, carpinterĆ­a, recursos legales de la organizaciĆ³n, informĆ”tica, interculturalidad, educaciĆ³n bĆ”sica y otros cursos cortos de chacinado, esquila, cuero, etc.
Uno de los directores de la fundaciĆ³n, Bonifacio Enrique, explica que los chicos se van de la zona rural a Las Coloradas a capacitarse y que son pocos los que vuelven a la comunidad. "Los padres apuestan a una pequeƱa la producciĆ³n ganadera pero no hacia los hijos. Los padres tambiĆ©n incentivan para que ellos se vayan", explica Enrique.
Paola Sandoval, tambiĆ©n directora de Hue Che, dice que las aguadas estĆ”n desapareciendo en las comunidades por la sequĆ­a y que la producciĆ³n ganadera se muere, ya no pueden subsistir las familias con ese ingreso entonces los jĆ³venes quieren buscar otra cosa, trabajos mĆ”s tĆ©cnicos. "Lo agrĆ­cola se dejĆ³ de lado en los jĆ³venes, hay un rechazo", coinciden.
Lo que mĆ”s preocupa a algunas comunidades, que cada aƱo pierden mĆ”s cantidad de jĆ³venes, es la pĆ©rdida de la identidad mapuche.
 
MigraciĆ³n
El cura del pueblo, Martƭn Gottle, un alemƔn que vive en Las Coloradas hace mƔs de dos dƩcadas, mira las montaƱas desde su ventana. Le preocupa la autoestima del pueblo, que los habitantes se olviden de su fuerza y de la riqueza que los rodea.
Toma mate y habla de su huerta. El frĆ­o no echĆ³ a perder su lechuga. Le dedicĆ³ mucho esfuerzo a cultivar su trozo de tierra. "Si se riega lo suficiente acĆ” brota cualquier cosa", dice. Y ahĆ­ estĆ” el quid de la cuestiĆ³n, el agua.
Durante tres dĆ­as a la semana el padre circula por las comunidades de la zona rural y observa que la faltante de agua es la causa del empobrecimiento. Que el nivel bajo de producciĆ³n obliga a los jĆ³venes a buscar nuevos horizontes.
"Antes era normal ver familias muy numerosas, de 7 u 8 hijos. El decrecimiento acĆ” no es por falta de hijos. Hoy cuando uno va a verlos, de esas familias sĆ³lo quedan los padres porque los hijos emigran en busca de trabajo", describe.
TambiĆ©n es cultural para Ć©l, porque una vez que emigraron les resulta difĆ­cil volver porque se acostumbran a la red elĆ©ctrica, a la televisiĆ³n, a internet, al celular que en Las Coloradas no se puede tener de la misma manera.
 
Al municipio o a la capital
Las Coloradas estĆ” a 120 km de Zapala por la Ruta Nacional 40 y la Provincial 24 hacia el sur. Si bien tiene dos buenas conexiones, estĆ” escondido en el valle. Para llegar al pueblo hay que querer encontrarlo. El rĆ­o estĆ” cercado por un campo privado durante muchos kilĆ³metros a la par de la ruta provincial.
El valle se plantea con enorme soberbia ante los ojos del viajero. La inmensidad es incalculable. Miles de kilĆ³metros de desierto y montes. A la orilla del rĆ­o unas pocas casas antes de que se inicie la precordillera.
En ese pueblo que no conoce el asfalto, caminan abrazadas tres adolescentes que luchan contra el viento helado. Gimena y Carla tienen 14 aƱos, Daniela 17, van todas a segundo aƱo de la secundaria. "Yo me quiero ir lejos, como todos", dice Gimena. "Todos planifican irse a NeuquƩn a estudiar y son pocos los que vuelven despuƩs".
Carla y Daniela tienen sus hermanos estudiando en otras ciudades, Zapala y Cutral Co fueron las elegidas. Se van porque no hay trabajo, que si no consiguen entrar al municipio no hay mƔs nada que hacer.
El intendente Lucrecio Varela comentĆ³ que al asumir habĆ­a mucha gente con diferentes planes y no contraprestaban. Eso cambiĆ³, les pidiĆ³ que por lo menos limpien el pueblo. Tiene casi 100 personas en planta permanente y 200 contratados.
"La masa salarial se lleva casi todos los recursos del municipio", afirma. Varela dice que el pueblo no decrece, que es la gente de las zonas rurales las que se van en busca de trabajo en las petroleras o en cualquier empresa productiva.
En el hospital, cebando mates y mirando por la ventana estƔ Alicia Pintos, enfermera hace 34 aƱos. "Tengo mƔs historia que este edificio", bromea. Su historia se repite entre las madres de la zona. Tiene dos hijos, los dos estƔn en NeuquƩn capital. Uno estudia enfermerƭa y estƔ por terminar, tal vez se vuelva a trabajar junto con su madre, porque siempre hacen falta enfermeros en esas zonas.
En cambio, el otro estĆ” buscando trabajo en la ciudad y no pretende volver. "Quiero lo mejor para ellos pero me gustarĆ­a que volvieran. Tal vez uno lo haga, yo creo que sĆ­", dice esperanzada.