Gran Bretaña inauguró ayer los Juegos
Olímpicos con una entrada real como jamás ha habido. Londres recibió al
mundo del deporte celebrando lo viejo y lo nuevo en una ceremonia
dramática e imaginativa, que incluyó la llegada de la reina Isabel II
(o, mejor dicho de una doble) al Estadio Olímpico en paracaídas,
acompañada nada menos que por el legendario James Bond .
Poco después de ello, la monarca de 86 años observó un coro de niños que cantaba Dios salve a la reina, mientras soldados de la Armada Real, el Ejército y la Fuerza Aérea Real izaban la Union Jack, como se le dice a la bandera británica.(Leer en más información)
La espera de cuatro años por estas tierras llegó a su fin sobre las 22.23 de Londres (18.23 de nuestro país), cuando la voz del estadio anunció a la Argentina y se vio aparecer la figura de Luciana Aymar, a paso firme y portando la bandera nacional. Visiblemente emocionada, Lucha guió a sus compañeros por el hectómetro y detrás suyo se vio a los restantes atletas nacionales, entre ellos Juan Mónaco, Manu Ginóbili, Luis Scola y JM del Potro.
Durante el desfile de las delegaciones, Usain Bolt, el abanderado de Jamaica, recibió una de las ovaciones más cálidas de la velada saludando a una figura extranjera. Desde ya, el hombre más rápido del mundo puso en escena su mejor sonrisa y el histrionismo de costumbre.
Buena parte de la ceremonia inaugural fue un recorrido por la historia de la música británica, desde el himno del club de fútbol West Ham hasta el tema My Generation de The Who y Bohemian Rapsody de Queen.
Después de siete años de preparativos y el gasto de miles de millones de libras esterlinas, los Juegos se pusieron oficialmente en marcha con un recordatorio de los momentos claves de la historia británica, incluyendo sus orígenes campestres y la Revolución Industrial.
La ceremonia incluyó una presentación musical de Paul McCartney y a J. K. Rowling, la célebre autora de Harry Potter, leyendo un pasaje de Peter Pan. También el humor de Mr Bean provocó deleite en los presentes.
Además, hubo una secuencia filmada en la que el actor Daniel Craig, en su papel de James Bond, visitó a Isabel II en el Palacio de Buckingham y la escoltó hasta un helicóptero decorado con la Union Jack, que luego sobrevoló lugares famosos de la ciudad como el Puente de Londres hasta llegar al Estadio Olímpico.
Isabel II apareció más tarde entre el público acompañada por el presidente del Comité Olímpico Internacional, Jacques Rogge.
La gala dirigida por el cineasta Danny Boyle, a un costo de 42 millones de dólares y 15.000 voluntarios, alcanzó una audiencia televisiva global de 1.000 millones de dólares. Su desafío fue enorme: ser tan inolvidable como el extraordinario despliegue hace cuatro años en Pekín 2008, el más caro en la historia.
Boyle apeló a Shakespeare, la cultura pop, literatura y música para comunicar la esencia británica al resto del mundo.
Y se divirtió encandilando al público con escenas de películas famosas entremezcladas con los actos en vivo.
Aparte de los miles de atletas y artistas, unos 60.000 espectadores atestaron el Estadio Olímpico, en la zona este de Londres. En la apertura de la ceremonia, el ciclista Bradley Wiggins, ganador del reciente Tour de Francia y luciendo la casaca amarilla que conquistó en esa prueba, hizo sonar la campana olímpica en la misma fundición que produjo el Big Ben.
Poco después de ello, la monarca de 86 años observó un coro de niños que cantaba Dios salve a la reina, mientras soldados de la Armada Real, el Ejército y la Fuerza Aérea Real izaban la Union Jack, como se le dice a la bandera británica.(Leer en más información)
La espera de cuatro años por estas tierras llegó a su fin sobre las 22.23 de Londres (18.23 de nuestro país), cuando la voz del estadio anunció a la Argentina y se vio aparecer la figura de Luciana Aymar, a paso firme y portando la bandera nacional. Visiblemente emocionada, Lucha guió a sus compañeros por el hectómetro y detrás suyo se vio a los restantes atletas nacionales, entre ellos Juan Mónaco, Manu Ginóbili, Luis Scola y JM del Potro.
Durante el desfile de las delegaciones, Usain Bolt, el abanderado de Jamaica, recibió una de las ovaciones más cálidas de la velada saludando a una figura extranjera. Desde ya, el hombre más rápido del mundo puso en escena su mejor sonrisa y el histrionismo de costumbre.
Buena parte de la ceremonia inaugural fue un recorrido por la historia de la música británica, desde el himno del club de fútbol West Ham hasta el tema My Generation de The Who y Bohemian Rapsody de Queen.
Después de siete años de preparativos y el gasto de miles de millones de libras esterlinas, los Juegos se pusieron oficialmente en marcha con un recordatorio de los momentos claves de la historia británica, incluyendo sus orígenes campestres y la Revolución Industrial.
La ceremonia incluyó una presentación musical de Paul McCartney y a J. K. Rowling, la célebre autora de Harry Potter, leyendo un pasaje de Peter Pan. También el humor de Mr Bean provocó deleite en los presentes.
Además, hubo una secuencia filmada en la que el actor Daniel Craig, en su papel de James Bond, visitó a Isabel II en el Palacio de Buckingham y la escoltó hasta un helicóptero decorado con la Union Jack, que luego sobrevoló lugares famosos de la ciudad como el Puente de Londres hasta llegar al Estadio Olímpico.
Isabel II apareció más tarde entre el público acompañada por el presidente del Comité Olímpico Internacional, Jacques Rogge.
La gala dirigida por el cineasta Danny Boyle, a un costo de 42 millones de dólares y 15.000 voluntarios, alcanzó una audiencia televisiva global de 1.000 millones de dólares. Su desafío fue enorme: ser tan inolvidable como el extraordinario despliegue hace cuatro años en Pekín 2008, el más caro en la historia.
Boyle apeló a Shakespeare, la cultura pop, literatura y música para comunicar la esencia británica al resto del mundo.
Y se divirtió encandilando al público con escenas de películas famosas entremezcladas con los actos en vivo.
Aparte de los miles de atletas y artistas, unos 60.000 espectadores atestaron el Estadio Olímpico, en la zona este de Londres. En la apertura de la ceremonia, el ciclista Bradley Wiggins, ganador del reciente Tour de Francia y luciendo la casaca amarilla que conquistó en esa prueba, hizo sonar la campana olímpica en la misma fundición que produjo el Big Ben.