Consumir sal nos pone de muy buen humor. Es la conclusiĆ³n a la que ha
llegado un equipo de investigadores de la Universidad de Iowa (EE UU).
En una serie de experimentos con ratas de laboratorio, Kim Johnson y sus
colegas comprobaron que cuando a estos animales les falta cloruro
sĆ³dico (sal de mesa comĆŗn) rehuyen de actividades que antes les
divertĆan. “Las cosas que antes les producĆan placer no les aportan el
mismo grado de satisfacciĆ³n, lo que nos lleva a pensar que el dĆ©ficit de
sal asociado a ello puede inducir depresiĆ³n”, afirman en la revista
Physiology & Behavior. No en vano, como recuerda Johnson, uno de los
principales criterios para el diagnĆ³stico de depresiĆ³n es la pĆ©rdida
del gusto por actividades que antes nos resultaban placenteras. (Leer en mĆ”s informaciĆ³n)
Que la sal mejore el estado de Ć”nimo podrĆa explicar por quĆ© tendemos a consumir mĆ”s de la cuenta, incluso cuando sabemos que eleva nuestra presiĆ³n arterial y favorece el desarrollo de patologĆas cardĆacas. SegĆŗn los Ćŗltimos datos, el consumo medio de sal en el mundo actualmente es de 10 gramos al dĆa. Sin embargo los expertos recomiendan no sobrepasar los 4 gramos diarios.
Este consumo excesivo es un lujo que nuestros antepasados no podĆan permitirse. Hace 4.000 aƱos empezĆ³ a usarse para conservar los alimentos. Por entonces la sal entonces era escasa, y a los romanos se les pagaba con este polvo blanco (de ahĆ viene la palabra de origen latino “salario”). Con el invento de la refrigeraciĆ³n, el consumo de sal no se redujo, porque su precio ya era asequible y a todos les encantaba el sabor.
SegĆŗn Johnson, nuestra aficciĆ³n por la sal podrĆa tener una explicaciĆ³n evolutiva. La mayorĆa de nuestros mecanismos biolĆ³gicos necesitan sodio para funcionar correctamente. Por eso los riƱones son “tan Ć”varos con la sal”. TambiĆ©n por el mismo motivo tenemos un sentido del gusto preparado para detectar la sal, y su consumo activa los circuitos cerebrales del placer. De hecho, los Ćŗltimos descubrimientos indican que la necesidad y las ansias de consumir sal podrĆan estar vinculadas a las mismas zonas del cerebro que generan los problemas de adicciĆ³n a las drogas. (FUENTE: MUYINTERESANTE.ES).