La mañana del martes amaneció con las inmediaciones de Coletta y Pueyrredón colmadas de vehículos. En el centro de jubilados de esa intercepción de calles, una interminable fila de gente –en su mayoría jubilados- esperaba desde temprano para cobrar un cheque de seguro laboral de parte del Estado Nacional. Sin embargo y tras horas de espera, la gestora de los tramites, Graciela Sanabria, les negó la posibilidad de efectuar el pago, lo cual originó enseguida un airoso reclamo por partes de los damnificados. (Ampliar en más información)
“Es una vergüenza que te convoquen para tal día, vengas a las seis de la mañana y nadie aparezca hasta las dos y media de la tarde. Y encima nos enteramos que todo era mentira”, era la queja generalizada.
La gente que esperaba su turno para cobrar tenía en su poder un papelito –entregado por el estudio de la gestora- que designaba el 1 y 2 de octubre como las fechas definitivas de cobro. Por eso, la gente se convocó con la ilusión de ver por fin el dinero que le correspondía.
Pero llegó el mediodía y los cheques no aparecían.
Finalmente, pasadas las catorce, Graciela Sanabria descendió de su vehículo, proveniente de Capital Federal. Según argumentó, se encontraba allí intentado tramitar el cobro de los montos, pero por una denuncia radicada en esa jurisdicción contra su persona le fue imposibilitado el trámite.
La gente no soportó el desplante y comenzó a increpar a la gestora, quien prometió dar repuestas más concretas por la noche, en su estudio de la calle Castelli.
No fue gratis
La ley de seguro laboral que reglamenta la compensación que deben recibir estas personas data del 2005. Entre los presentes ayer, había gente que había iniciado su trámite ese mismo año, sin todavía haber visto un solo centavo de lo adeudado por parte del Estado.
Afirmando que el martes no fue la primera vez que Sanabria los convocó en falso, un vecino pidió que se dé a conocer “los nombres de los denunciantes. Si es verdad que su presentación contra Sanabria impidió nuestro cobró, nos iremos a quejar a ellos. Pero que la señora de nombres”.
Otros damnificados, tal vez ya acostumbrados a “inconvenientes” de este tipo, pedían, más que por el dinero de su seguro, que se les devuelvan los $50 que habían puesto voluntariamente con el fin de que un móvil de emergencia estuviera presente durante esa la jornada. “Como había gente mayor, los asistentes de Sanabria pidieron la colaboración de los presentes para pagar la guardia de una ambulancia. Ya que perdimos el día, queremos esa plata de vuelta”, decían.
Luego de que Sanabria y sus representantes abandonaran el lugar, varias personas permanecieron en las afueras del centro de jubilados intercambiando opiniones sobre los pasos a seguir para al fin poder cobrar lo que les pertenece.
