MONTE CRISTO: EL CORAZÓN DE SERGIO QUE HABLA EL PAÍS - Piedra OnLine

Información del Mundo

viernes, 9 de mayo de 2014

MONTE CRISTO: EL CORAZÓN DE SERGIO QUE HABLA EL PAÍS



A los 52 años, Sergio Osvaldo Amado que vive en la zona rural cercana a Monte Cristo, acaba de recibir un trasplante de corazón y bien puede sentir que ha nacido de nuevo.
Se recupera favorablemente tras el audaz viaje y aterrizaje del piloto que logró traer el órgano desde Mendoza y en penosas condiciones climáticas.
COMO COMENZÓ TODO:
A las 4.45 de la madrugada del martes, este paciente, que ya llevaba cuatro días en emergencia nacional, ingresa al quirófano del Sanatorio Allende a la espera del órgano que le puede prolongar la vida.
Un avión sanitario privado había llegado poco antes a la ciudad de Córdoba para buscar a cinco médicos, encabezados por Ignacio Córdoba y Marcelo Figueroa, para despegar rumbo a Mendoza para realizar la ablación en el donante. Mientras tanto, la niebla comienza a cubrir Córdoba y debieron cerrar el Aeropuerto Ambrosio Taravella.

En Mendoza, a las 5.30, los médicos están listos para viajar con el corazón para Osvaldo.
Sin embargo, dentro del avión Learjet 31 LV-CLK escuchan del piloto Claudio Pistone y de su copiloto Martín Herrera las malas noticias. No se puede aterrizar en Córdoba.
Entonces, esperan una hora y media. Pistone pregunta a los médicos cuánto tiempo más pueden aguantar el corazón llegue en condiciones. “Nos dieron otra hora y media. En Córdoba no se podía. No era cuestión de intentar, directamente no se podía ni despegar”, dice el piloto a este diario.
“Cuando faltaban 20 minutos de los disponibles que teníamos para despegar, pasadas las 7, desde Córdoba nos informan que el aeropuerto tenía una visibilidad de 800 metros, aunque temporaria”, recuerda el piloto. Y aclara: “Temporaria quiere decir que en cualquier momento podía mejorar o empeorar. Decidimos intentar”.
El avión despega. Cuando llega a Córdoba la visibilidad oscilaba entre 300 y 500 metros por segundo, a veces hasta 800, el valor mínimo fijado para aterrizar.
“Entonces decidimos ver si podíamos encontrar ese segundo de visibilidad de 800 metros en el momento del aterrizaje. Córdoba nos autorizó a que lo hiciéramos y tuviéramos todo lo necesario para aterrizar, con los márgenes de seguridad permitidos”, cuenta Pistone.
Y aclara: “No podíamos arriesgar más de la cuenta. Si bien se perdía una vida, a bordo llevábamos un equipo médico que puede salvar muchas más”. Fue entonces cuando volvió a nacer Osvaldo. Porque si en el instante del aterrizaje no existía la visibilidad mínima, el avión regresaba a Mendoza. “Después de aterrizar, la visibilidad bajó 50 metros. Tuvimos ese segundo de gracia, para poder entregar el órgano en tiempo”, explica.
El corazón llegó a tiempo. A las 8.30 del martes el trasplante comenzó en el Sanatorio Allende a cargo del cirujano Roque Córdoba –ya realizó 104– y finalizó tres horas después.
En el avión, Pistone y su copiloto esperaban noticias. Llegaron dos horas después: “Uno de los médicos nos mandó un mensaje de texto y nos contó que el órgano ya estaba trasplantado. Entonces sí nos pusimos contentos”. Pistone dice que sólo hizo su trabajo. Que si no fuese por el equipo médico y por todo el sistema, nada hubiese sido posible. En especial, las autoridades del aeropuerto cordobés.
En Córdoba, mientras esperan la evolución de Osvaldo, su familia –su esposa y sus tres hijos– siente que no le alcanzan las palabras para agradecerle al piloto.