Cada vez que se insinĆŗa un liderazgo emergente, en el MPN no son pocos los que optan por sumarse.
HĆCTOR MAURIĆO vasco@rionegro.com.ar
Y con 'El Caballo' quĆ© hacemos?", se pregunta una pintada en una calle de NeuquĆ©n, para responderse mĆ”s abajo: "Nosotros nos subimos". La consigna que juega ingeniosamente con el sobrenombre de Guillermo Pereyra es de un grupo que adscribe al petrolero bajo un nombre impiadoso para el gobernador: recuerda la derrota de su lista en las PASO. Pero ademĆ”s de pereyrista, esta suerte de grafiti polĆtico insinĆŗa un dilema recurrente en un partido que hace del pragmatismo profesiĆ³n de fe: ¿quĆ© hacer cada vez que se insinĆŗa un liderazgo emergente con posibilidades de llegar al poder? Se trata de un cuadro de situaciĆ³n donde no pocos optan por "subirse".
TodavĆa no estĆ” claro si Pereyra podrĆ” salirse con la suya, porque Sapag conserva aĆŗn mucho poder y ademĆ”s estĆ” por verse quĆ© harĆ” la oposiciĆ³n, fundamentalmente Quiroga y Rioseco. Pero hoy por hoy Pereyra no se priva de nada. Hace una semana lanzĆ³ su candidatura ante las narices de Sapag, de Moyano y de algunos representantes notables del gobierno nacional. Del gobernador se despegĆ³ el aƱo pasado, luego de un largo periplo juntos, para pasar a denostarlo y, lo que es mucho peor, desafiarlo polĆticamente sin atenuantes.
Al gobierno nacional lo acompaĆ±Ć³ durante cinco aƱos, pero hace poco se dio el gusto de zamarrearlo a su antojo desde la vereda de enfrente. Ahora Ćŗltimo sigue haciendo su propio juego pero no lo critica pĆŗblicamente. SĆ³lo Dios sabe cĆ³mo ha logrado que desde esas alturas lo premien nada menos que con la estratĆ©gica presidencia de la ComisiĆ³n de EnergĆa del Senado.
Con el 'compaƱero Moyano', Pereyra sigue estando (¿o el camionero ha empezado a estar con Ć©l?), pero bien que haciendo la suya. Esta semana fue a su acto en Plaza de Mayo pero se cuidĆ³ de mostrarse ante las cĆ”maras y, dicho sea de paso, los petroleros no pararon.
El 'huracĆ”n Pereyra' –asĆ lo ha bautizado uno de los dirigentes del MPN que coquetean con su al parecer irresistible magnetismo– opina sobre todo y se mete en todos lados. Tan pronto desmonta cortes de ruta apaciguando a los "compaƱeros" de la Uocra –y aprovecha para meterse en la interna de ese gremio– como amaga con un paro de su propio sindicato si no le arreglan el problemita de las pequeƱas refinerĆas.
Sienta doctrina sobre lo que hay que hacer con Vaca Muerta, con las regalĆas y con GyP, la petrolera provincial. Le muerde los garrones a Sapag, pero "tiene buen diĆ”logo" con Guillermo Coco, que es el Ć”lter ego petrolero del gobernador. Otro tanto ocurre con Galuccio, el mandamĆ”s de YPF, que se saca chispas con ambos. Hasta se dice –no se ha confirmado– que si el bueno del senador llega a la gobernaciĆ³n no cejarĆ” hasta crear un sindicato policial, entregarles el ISSN a los "compaƱeros" de ATE (¡!) y, ¿serĆ” posible?, crear una 'regalĆa obrera' para que los muchachos tambiĆ©n participen de tanta riqueza.
Pereyra tiene hoy mucho poder. Y ya se sabe, el poder embellece a las personas. Nadie se acuerda, por ejemplo, de que comanda desde hace 30 aƱos un gremio sin oposiciĆ³n o que ese gremio pagĆ³ su irresistible campaƱa electoral, Ć©sa en la que se puso lo que habĆa que poner donde habĆa que ponerlo.
Hoy los astros se han alineado a su favor. El gobierno nacional ya doblĆ³ el codo de su mandato y necesita dramĆ”ticamente de aliados en el 'movimiento obrero', sobre todo en aquellos gremios que, como el petrolero, son un factor clave para la marcha del paĆs.
En la provincia, Pereyra enfrenta un poder que hasta ahora ha girado en torno a la figura de Sapag y que, al tener vedado un perĆodo mĆ”s de gobierno, ofrece un flanco importante. Pereyra tiene, ademĆ”s, el timĆ³n bien aferrado de un sindicato que, siendo relativamente acotado en nĆŗmero de afiliados –tendrĆ” 15.000 o acaso 17.000–, trabaja con un recurso clave y posee una enorme capacidad de influir sobre la realidad, para bien y para mal. Para que se entienda: un arrebato de "El Caballo", acaso un mal dĆa, podrĆa paralizar el paĆs.
Lo saben las multinacionales del sector, que tambiĆ©n lo miman invitĆ”ndolo a visitar sus casas matrices. No ignoran que "El Caballo" puede mostrar los dientes (y hasta pegar algĆŗn mordisco), pero es un hombre suficientemente razonable que llegado el momento sabe negociar y convivir.
Pereyra tiene hoy todo eso y quizĆ”s mĆ”s. Pero todavĆa no tiene todo. Y para conseguirlo debe enfrentar a un polĆtico astuto como Sapag, que dicho sea de paso todavĆa y por un aƱo y medio administrarĆ” los enormes recursos de un Estado rico como pocos. Un polĆtico que, a despecho de sentirse con posibilidades por portaciĆ³n de apellido, sabe tejer alianzas –con el gobierno nacional, con las empresas, con la