La cárcel es un lugar muy duro, en el que para sobrevivir hay que adaptarse. Tiene sus propios códigos de conducta, sus propias normas, sus propios lenguajes. Una de las muchas tradiciones no escritas del submundo penitenciario es la de los tatuajes, en distintas partes del cuerpo y con distintos significados de cara a los demás presos. Por eso muchas personas desean borrar esas marcas de su piel cuando salen de las prisiones y quieren dejar atrás esas etapas. Borrar un tatuaje antes era imposible, dejando señalado de por vida a quien lo llevaba, pero las modernas tecnologías de láser consiguen resultados muy eficaces. Eso sí, el procedimiento es largo y costoso, inasumible para muchos antiguos reclusos que aún no han terminado de rehacer sus vidas. Por fortuna, existen programas como el Peer 1 Therapeutic Community de Colorado, que facilita a los libertos la eliminación de la tinta bajo su piel. En ese programa participa una clínica de Denver, la "What Were You Inking", cuyo nombre es un juego de palabras en inglés que se traduciría como una mezcla entre "qué te has tatuado" y "en qué estabas pensando". Así trabajan en esta empresa para devolver a sus clientes el aspecto que tenían antes de pasar un tiempo entre rejas.
Fuente: https://es-us.noticias.yahoo.com
