Cristina no paga traidores... ni leales - Piedra OnLine

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domingo, 3 de agosto de 2014

Cristina no paga traidores... ni leales

Por primera vez en lo que va de su gestiĆ³n, el gobernador Paco PĆ©rez, otrora niƱo mimado de Cristina FernĆ”ndez, se encuentra ubicado en la vereda de enfrente debido a la brutal agresiĆ³n centralista contra las provincias petroleras. ¿QuĆ© harĆ” el peronismo mendocino cuando el “proyecto nacional” y el interĆ©s provincial se opongan?

El imperio kristino es mĆ”s implacable que el imperio romano. Roma no paga traidores mientras que Cristina no paga a traidores ni a leales. Por eso cuando a un probado traidor (segĆŗn la interpretaciĆ³n que de dicha persona hace el kirchnerismo duro) como Jorge Brito -el del banco Macro- le piden la gauchada de que haga una vaquita entre banqueros y arreglen la cosa con el juez Griesa y los fondos buitres, apenas el pobre tipo cumple, esta vez “lealmente”, con el pedido que le hizo el gobierno de Cristina, Cristina lo acusa de traidor hasta por esa lealtad. 
Hasta allĆ­ nada que no hayan hecho los del imperio romano. La desmesura aparece cuando Paco PĆ©rez, el gobernador mendocino, de probadĆ­sima lealtad a nuestro imperio y a nuestra CĆ©sar, tambiĆ©n es acusado de traidor por el solo hecho de atreverse a discutir -apenas en parte- el contenido de una nueva ley petrolera que quiere convertir a los dueƱos de los recursos naturales (vale decir a las provincias, segĆŗn la ConstituciĆ³n) en meros convidados de piedra para que se limiten a ver -sin siquiera poder opinar- cĆ³mo la NaciĆ³n hace lo que se le venga en ganas con sus legĆ­timas propiedades.


Y aĆŗn peor, porque a Brito sĆ³lo se lo reta con un chas chas poto, mientras que a PĆ©rez se lo excluye de un diferimiento con la NaciĆ³n donde se incluye a todas las provincias deudoras menos a las que osaron discutir este proyecto de ley antifederal. Esto le significarĆ­a tener que pagar -ya- 160 millones de pesos, entre otros castigos contantes y sonantes para la provincia de Mendoza. 
Los cĆ©sares del imperio romano solĆ­an tambiĆ©n ser unitarios pero nunca eran tan crueles con  sus leales como lo son los del imperio kristino. Aunque, no seamos drĆ”sticos, lo mĆ”s probable es que al final Cristi perdone a los gobernadores de las provincias dĆ­scolas si se terminan rindiendo y entreguen, a su divina majestad, el poder total sobre Vaca Muerta.
AsĆ­ como en el tema de los fondos buitres el gobierno nacional y sus ideĆ³logos se han cansado de denunciar cipayos, vale decir argentinos que defienden intereses extranjeros, en el tema del petrĆ³leo Cristina se ha cansado de defender cipayitos en todas las provincias, vale decir legisladores que, habiendo sido elegidos por el voto de sus comprovincianos, se ponen al servicio del poder central en contra de los intereses de su comunidad local.
Uno de ellos fundamenta con supina claridad en quĆ© consiste el nuevo cipayaje, nac y pop pero cipayaje al fin. El diputado provincial por NeuquĆ©n, Rodolfo Canini -kirchnerista Ć©l- afirma: “El art. 124 (el cual dice: ‘Corresponde a las provincias el dominio originario de los recursos naturales existentes en su territorio’) naciĆ³ con la reforma de la ConstituciĆ³n Nacional allĆ” por 1994, fraguada al calor neoliberal. Una reforma destinada a fragmentar el paĆ­s en tantas partes como provincias existentes. Mediante esa concepciĆ³n neoliberal se concediĆ³ a las provincias el dominio del subsuelo con todo lo que ello implica”.
En esa reforma constitucional “neoliberal” no sĆ³lo fueron convencionales Cristina y NĆ©stor Kirchner sino que ambos disintieron en parte con el art 124, pero no porque lo consideraran demasiado provincialista sino porque lo creĆ­an demasiado poco federal y entonces proponĆ­an un articulado mĆ”s especĆ­fico en defensa de las autonomĆ­as provinciales de los recursos naturales; quizĆ” previendo que si no se era bien rotundo en los contenidos constitucionales, luego otros gobiernos nacionales intentarĆ­an volver a quedarse con lo que la reforma constitucional devolviĆ³ a las provincias.
Lo que entonces no sabĆ­an es que serĆ­an ellos mismos, NĆ©stor y Cristina, los principales enemigos de lo que en la reforma de 1994 defendieron a ultranza. 
Durante la era Kirchner en Mendoza ha revivido un debate que parecĆ­a saldado desde que el peronismo y el radicalismo alcanzaron (a partir de 1983 ) una clarĆ­sima identidad provincial. Identidad que comenzĆ³ a hacer agua cuando Cobos y Jaque se pelearon para ver quiĆ©n se ubicaba mĆ”s cerca de NĆ©stor Kirchner, creyendo que eso beneficiarĆ­a a Mendoza. ReapareciĆ³ entonces la idea de que Mendoza no crecĆ­a como corresponde a sus potencialidades porque tanto Llaver como BordĆ³n y casi todos sus continuadores radicales y peronistas, querĆ­an hacer de la provincia una isla enfrentada con la NaciĆ³n o al menos jerarquizar mĆ”s la identidad cultural provincial que la identidad polĆ­tica nacional. 
Con ese diagnĆ³stico en mano la nueva moda fue la de decir que Mendoza debĆ­a ser parte del “proyecto nacional” para conseguir mĆ”s beneficios locales. Mientras mĆ”s uno se identificara con el gobierno central mĆ”s beneficios lograrĆ­a para el gobierno local. 
Cobos se recontraidentificĆ³ tanto con esa idea que no sĆ³lo partiĆ³ en dos al radicalismo sino que se hizo vicepresidente de Cristina. Aunque tambiĆ©n es cierto que antes de los seis meses de haber cometido ambos gravĆ­simos errores se dio cuenta de los mismos y huyĆ³ corriendo de ese centralismo que prometĆ­a lo que jamĆ”s darĆ­a. 
Pero los gobiernos peronistas mendocinos posteriores, los de Jaque y PĆ©rez, apostaron todo a la relaciĆ³n armĆ³nica con la NaciĆ³n, lo que hasta ahora no parece haber dado mejores resultados que la idea provincialista anterior. 
Esto deberĆ­a llevarnos a los mendocinos a suponer que la causa de nuestros males estĆ” en otro lado y que uno, para defender a la provincia, no debe atarse a ningĆŗn esquema preconcebido. A veces hay que coincidir con el gobierno central y a veces hay que enfrentarlo.
Hoy, por ejemplo, hay que enfrentarlo, pero no porque YPF cuestione la polĆ­tica petrolera de Paco PĆ©rez, sino porque Cristina se estĆ” colgando hĆ”bilmente de ese cuestionamiento tĆ©cnico para ir avanzando en su objetivo polĆ­tico estratĆ©gico: recuperar para el gobierno nacional el dominio de los recursos naturales, como ya lo hizo el peronismo con la ConstituciĆ³n de 1949 cuando Mendoza habĆ­a consagrado un aƱo antes una reforma local que otorgaba a la provincia la propiedad de esos bienes. 
Por lo tanto, que no se equivoquen los gobernadores rebeldes en creer que el enemigo es Galuccio, que llenĆ³ la cabeza a Cristina contra las provincias, cuando es exactamente al revĆ©s. Cristina estĆ” utilizando al titular de YPF para que libre la guerra petrolera contra las provincias, pero Galuccio lo que quiere es eliminar trabas locales para conseguir inversiones extranjeras que hagan funcionar a Vaca Muerta, mientras que sus jefes polĆ­ticos lo que anhelan es afanar Vaca Muerta a las provincias. 
Esa idea centralista, si no la paran las provincias interesadas, aunque maƱana ya no estƩ Cristina, cualquier otro presidente puede seguir buscƔndola porque es mucho lo que se juega con Vaca Muerta.
AcĆ” deberĆ­a quedar una lecciĆ³n para Mendoza y los que quieren ser sus lĆ­deres. Estar identificado o no con el “proyecto nacional” de turno no garantiza en principio ser mĆ”s o menos Ćŗtil a los intereses de los mendocinos, pero lo que sĆ­ es definitivamente suicida para la provincia es que sus legisladores se los elijan desde el poder central, como venimos tolerando cada vez mĆ”s. Porque esos, mĆ”s que representantes del pueblo de la provincia o de la NaciĆ³n, son delegados de la reina y jamĆ”s se pondrĆ”n del lado de sus votantes si Ella no los autoriza.