Pareciera que en un acuerdo tácito, los comunicadores del multimedios del solcito, se han decidido a insultar y bastardear la figura presidencial sin ningún tipo de reparos.
A los constantes ataques de Jorge Lanata y los recientes desbordes por parte de las periodistas Fernanda Iglesias y María Julia Oliván se sumó La Chiqui. La distinguidísima dama de los almuerzos, sin ponerse colorada, acusó a Cristina Fernández de Kirchner de conducir una dictadura, de no ser una mujer ambiciosa y por ello infeliz.
Algunas de las frases con las que se despachó:
“Es muy autoritaria, no me gusta su forma de manejar el país, creo que le ha hecho muchísimo daño a los argentinos y ha provocado la famosa grieta”.
“El país no tiene libertad, tiene miedo, yo lo noto en mi mesa”. Es terrible. Es una dictadora”. Pero al ver las caras de las personas que estaban detrás de cámara, le pidió a su producción que “no se asusten… ¿Qué me van a hacer? ¿Me van a sacar de la televisión? ¿Me van a meter presa? Yo pago todos mis impuestos. Soy una ciudadana libre, soy libre de opinar”.
Sabe bien que nada ha de ocurrirle, pero es evidente que le suma decirlo y colocarse así en el papel de víctima de quien ella ataca de manera sistemática.
Referirse a la presidenta, reelecta con más del 54 % de los votos de los argentinos, que está terminando su segundo mandato con más del 60 % de imagen positiva como una dictadora, es olvidar sus propios antecedentes en materia de relación con las sucesivas dictaduras, asesinos y responsables del mayor genocidio que haya ocurrido en nuestro país. Es pretender soslayar sus “relaciones peculiares” con el Almirante Emilio Masera. Sus simpatías con Astiz, con Videla y otros personajes de esa calaña.
Pagar los impuestos no es excusa para trasgredir toda norma de respeto a la figura presidencial,
Pero si el miedo es que les llegue una inspección de la Afip , como tanto se gasta advirtiendo, debe ser que no estaría pagando todo lo que debiera, de otro modo no se explica esta suerte de letanía que reza en cada uno de sus programas.
Sabe bien que nada ha de ocurrirle, pero es evidente que le suma decirlo y colocarse así en el papel de víctima de quien ella ataca de manera sistemática.
En un país donde cada quién puede expresarse a su antojo, no se puede hablar de miedos al gobierno nacional, donde los empresarios honestos que tienen sus impuestos al día, no pueden hablar de miedos ante la Afip.
Pero sí tiene razón en algo, este gobierno ha generado una grieta, pues ha dejado más que en claro de qué lado está ubicado, y es evidente que no es el mismo lado que el que representa y defiende con ahínco la casi centenaria conductora.
Este gobierno se paró desde el primer día del lado de los desclasados, los expulsados del sistema, los desempleados, pero también del lado de los productores y de los empresarios que estaban dispuestos a contribuir con el crecimiento del país.
Sra Rosa María Juana Martínez, alias Mirta Legrand, se me ocurre humildemente que al igual que reza el viejo axioma peronista, debiera usted darse un baño de humildad y aceptar el “recambio generacional”
Esto lo haría si reflexionara sobre el tremendo daño que le hace a la sociedad con su eterna carga de odio, con su extrema carga de gorilismo del que hace gala de manera permanente. Dios nos salve de la reina de los almuerzos
