Trabajan detrƔs de la barra para hacer honor a un oficio que se renueva.
Pablo Montanaro
montanarop@lmneuquen.com.ar
“La barra es el mejor escenario del mundo, en la que el libreto del barman son todas las etiquetas de las botellas”, define Miguel Ćngel GonzĆ”lez -de reconocida trayectoria- a ese lugar donde los barman o bartenders, como se los llama ahora para incluir a las mujeres, no sĆ³lo agitan una coctelera o revolean botellas, sino que tratan de brindar al cliente la posibilidad de disfrutar del mejor trago.
JĆ³venes formados por aquellos “maestros” que les enseƱaron los secretos del oficio o que asisten a cursos de capacitaciĆ³n, los bartenders neuquinos saben explorar ese universo de combinaciĆ³n de colores, aromas y sabores.
Para Rodrigo GonzĆ”lez, de 24 aƱos, ser bartender es lo mĆ”s parecido a “un cientĆfico” porque es algo mĆ”s que mezclar ciertas bebidas. “Hay algo como de experimentaciĆ³n con los sabores y los gustos”, cuenta mientras sirve un par de Mojitos Day.
“El bartender debe educar al cliente, llevarlo a probar cosas nuevas”, dijo Rodrigo GonzĆ”lez.
Con precisiĆ³n y extrema elegancia, se mueve en la barra del bar Johnny B. Good y comenta que empezĆ³ a gustarle la coctelerĆa “de casualidad” cuando terminĆ³ la escuela secundaria. “DebĆa materias y mientras las rendĆa me anotĆ© en un curso de coctelerĆa porque un amigo me habĆa invitado a trabajar en su bar. EmpecĆ© a ver por internet cĆ³mo trabajaban los mejores bartenders y ya lo tomĆ© como un trabajo”.
“La mayorĆa de los jĆ³venes de mi edad prefieren estar bebiendo algo un fin de semana, yo prefiero estar de este lado de la barra”. Rodrigo GonzĆ”lez. Bartender de Johnny B. Good
“Cada trago que sirvo tiene que ser el mejor. Antes lo pruebo y si a mĆ no me gusta, ese trago no sale, lo vuelvo a hacer”. Daniel Monsalves. Bartender de Irish Club
Mientras le pone unas hojas de menta al trago Te MatarĆa Giuseppa (ron blanco, jugo de maracuyĆ”, vino cosecha tardĆa), Daniel Monsalves, de 20 aƱos, cuenta que desde siempre quiso estar del otro lado de la barra como lo hace actualmente en Irish Club.
El joven vive en Centenario y cuenta que a los 15 aƱos, cuando en el colegio organizaban fiestas para recaudar fondos para el viaje de egresados, Ć©l se dedicaba a servir las bebidas. “Me encantaba hacerlo, me fascinaba que veinte, treinta pibes me pidan tragos al mismo tiempo. DespuĆ©s me anotĆ© en los cursos de coctelerĆa en la Escuela de Cocineros PatagĆ³nicos, donde aprendĆ todo lo que es la historia y mixologĆa de las bebidas, a servir a ojo, entre otras cosas”, explica. En cambio, su compaƱero de barra, Gabriel PeƱa, de 22 aƱos, aprendiĆ³ a preparar tragos por medio de rĆ”pidas lecciones que le brindaba el encargado mientras se desempeƱaba como bachero. “Los clientes confĆan bastante en nosotros. Por lo general, el hombre es el que pide tragos mĆ”s fuertes o te pide que le prepares un trago bueno para invitar a alguna chica”.
Son muchas las cuestiones que se ponen en juego a la hora de beber. El cliente busca un clima, un ambiente adecuado, pero tambiĆ©n exige sabores, colores, y es ahĆ donde el bartender tiene que saber interpretarlo. “Cuando uno prepara un trago es para que la gente lo disfrute, no para que se emborrache. Esa es la premisa fundamental que le tratamos de inculcar a los alumnos, preparar algo para que la gente lo disfrute y lo recuerde bien”, seƱala Eduardo Tigrino, quien junto con Miguel Ćngel GonzĆ”lez desde 2007 dictan los cursos de CoctelerĆa I y II en la Escuela de Cocineros PatagĆ³nicos.
La exigencia es una de las cualidades de los jĆ³venes bartenders, por eso sostiene Rodrigo: “Cuando sirvo un trago pretendo que sea el mejor que vaya a tomar el cliente, eso hace que vuelva al bar, lo recomiende porque seguramente ese trago lo ha marcado”.
Sostiene que a la hora de pedir un trago, el 50 por ciento de los clientes es muy exigente y el otro 50 no sabe tomar o bien va a lo clĆ”sico. “El bartender, ademĆ”s de saber hacer tragos y servir, tiene que educar al cliente, conducirlo a probar cosas nuevas”, concluye y vuelve a agitar la coctelera.
“Tienen que educar el paladar de la gente”
“Existe un trago y para cada trago hay un momento”, afirman Eduardo Tigrino y Miguel Ćngel GonzĆ”lez, quienes tienen a su cargo los cursos de barman profesional en la Escuela de Cocineros PatagĆ³nicas. Con una destacada trayectoria como enĆ³logo y barman, Tigrino precisĆ³ que uno de los mensajes que les transmiten a los jĆ³venes que buscan desempeƱarse en esta profesiĆ³n “es que estar en una barra no tiene que ser una circunstancia, sino que hay que sentir y querer la barra, es lo que va a marcar la identidad como profesional”.
GonzĆ”lez recuerda que a los 17 aƱos trabajĆ³ por primera vez en una barra y nunca mĆ”s se alejĆ³ de ese “escenario”, como la define.
Ambos seƱalan que el desafĆo que hoy tienen las nuevas generaciones “estĆ” en saber vender, porque hoy en una barra hay cientos de etiquetas pero se sigue vendiendo el fernet con coca. Por eso tienen que convencer a los empresarios gastronĆ³micos para empezar a proponer una carta innovadora y de esa manera educar el paladar de la gente”.
Un barman en el living de casa
Hay casas que en minutos se transforman en un verdadero despacho de bebidas con barra, botellas y bartender. Hace diez aƱos Cocktail Eventos de Gustavo Salem ofrece el servicio de barra a domicilio asĆ como tambiĆ©n en eventos. Ofrece dos tipos de barra: la clĆ”sica que incluye fernet, cuba libre, daiquiris, entre otras bebidas, y para jĆ³venes, con jugos, gaseosas, Speed con vodka. Las tarifas van desde los $250 por persona y el servicio se extiende hasta seis horas.
domingo, 7 de agosto de 2016
Los bartenders, nuevos artistas que agitan sabores
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# Fuente: http://www.lmneuquen.com
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