A la gĆ©lida relación entre Omar GutiĆ©rrez y su vice, Rolando Figueroa, ahora se suma la nueva visión que tienen sobre el presidente de la Legislatura los principales referentes del sector azul. Es el tipo de información que nadie va a decir pĆŗblicamente. Pero lo cierto es que, por mĆ”s loco que parezca, hoy lo ven mĆ”s afuera que dentro del espacio polĆtico que lo llevó al lugar que ocupa. Se trata de la lĆnea interna que lideran el ex gobernador Jorge Sapag y el propio GutiĆ©rrez.
Es el cuadro de situación de hoy, precedido por los antecedentes del caso. Por un lado, hubo una seguidilla de fotos de la discordia: luego de la derrota electoral, Figueroa posó con el intendente Horacio Quiroga, un archirrival a veces mÔs declarado que otras del gobierno provincial.
A la hora de las lecturas mĆ”s finas, serĆa la foto menos disruptiva. Porque lo que verdaderamente causa cierto revuelo es el empeƱo que pone el vice en mostrarse con el representante de la fracción interna con mĆ”s poder de daƱo dentro del partido. Figueroa y Guillermo Pereyra publicitaron un primer encuentro en la Legislatura y luego se fueron juntos a AƱelo, para tener un acto en conjunto en el corazón petrolero de Vaca Muerta, junto a vecinos, en un gimnasio.
En una suerte de paso de ballet de elefante en el bazar, el lĆder sindical, cuando todavĆa se contaban los votos de la derrota electoral, salió a pedir una reforma de la carta orgĆ”nica del MPN. AsĆ, dijo, las minorĆas tendrĆan mĆ”s representación en las listas partidarias. Esta semana fue un paso mĆ”s allĆ” y blanqueó el juego completo: dijo que Figueroa serĆa un buen candidato a gobernador.
Al margen del resultado electoral, que quizĆ”s haya sido un detonador de lo que ya estaba en el aire, lo que se disputa es la sucesión provincial. En el sector azul estĆ”n los que sostienen que si no se discute el poder dentro del MPN ahora, para los pocos aspirantes con chances de hacerlo, despuĆ©s podrĆa ser muy tarde. Y eso estĆ” acelerando los tiempos. Opinan que luego de la derrota a manos de Cambiemos (en diputados nacionales y en la ciudad para concejales), GutiĆ©rrez capeó el temporal del modo que mĆ”s le nace: con la hiperactividad que propios y ajenos le reconocen como virtud, instalando mĆ”s inversiones petroleras y cerrando un acuerdo mejor de lo que se presuponĆa en la mesa del pacto fiscal de Macri. Este combo, algunos dicen, le permite encarar ese camino que otros tambiĆ©n encaran hacia el sillón de la Gobernación y suma para el nerviosismo de varios sectores partidarios.
AsĆ, a falta de uno, el MPN estĆ” cruzado por dos dilemas. Por un lado, el de los efectos colaterales de la disputa puertas adentro, y en simultĆ”neo, el de tener que revalidar su lugar histórico, esta vez con una fuerza con aspiraciones de poder como Cambiemos.
Claro, tambiĆ©n hay que ver cómo se resuelve un tema central que, para el microclima polĆtico y de los medios, es difĆcil despegar del folclore emepenista: es temprano para ver quĆ© significa en el plano institucional una disputa como la de ahora en la fórmula que llegó para gobernar.
Es el cuadro de situación de hoy, precedido por los antecedentes del caso. Por un lado, hubo una seguidilla de fotos de la discordia: luego de la derrota electoral, Figueroa posó con el intendente Horacio Quiroga, un archirrival a veces mÔs declarado que otras del gobierno provincial.
A la hora de las lecturas mĆ”s finas, serĆa la foto menos disruptiva. Porque lo que verdaderamente causa cierto revuelo es el empeƱo que pone el vice en mostrarse con el representante de la fracción interna con mĆ”s poder de daƱo dentro del partido. Figueroa y Guillermo Pereyra publicitaron un primer encuentro en la Legislatura y luego se fueron juntos a AƱelo, para tener un acto en conjunto en el corazón petrolero de Vaca Muerta, junto a vecinos, en un gimnasio.
En una suerte de paso de ballet de elefante en el bazar, el lĆder sindical, cuando todavĆa se contaban los votos de la derrota electoral, salió a pedir una reforma de la carta orgĆ”nica del MPN. AsĆ, dijo, las minorĆas tendrĆan mĆ”s representación en las listas partidarias. Esta semana fue un paso mĆ”s allĆ” y blanqueó el juego completo: dijo que Figueroa serĆa un buen candidato a gobernador.
Al margen del resultado electoral, que quizĆ”s haya sido un detonador de lo que ya estaba en el aire, lo que se disputa es la sucesión provincial. En el sector azul estĆ”n los que sostienen que si no se discute el poder dentro del MPN ahora, para los pocos aspirantes con chances de hacerlo, despuĆ©s podrĆa ser muy tarde. Y eso estĆ” acelerando los tiempos. Opinan que luego de la derrota a manos de Cambiemos (en diputados nacionales y en la ciudad para concejales), GutiĆ©rrez capeó el temporal del modo que mĆ”s le nace: con la hiperactividad que propios y ajenos le reconocen como virtud, instalando mĆ”s inversiones petroleras y cerrando un acuerdo mejor de lo que se presuponĆa en la mesa del pacto fiscal de Macri. Este combo, algunos dicen, le permite encarar ese camino que otros tambiĆ©n encaran hacia el sillón de la Gobernación y suma para el nerviosismo de varios sectores partidarios.
AsĆ, a falta de uno, el MPN estĆ” cruzado por dos dilemas. Por un lado, el de los efectos colaterales de la disputa puertas adentro, y en simultĆ”neo, el de tener que revalidar su lugar histórico, esta vez con una fuerza con aspiraciones de poder como Cambiemos.
Claro, tambiĆ©n hay que ver cómo se resuelve un tema central que, para el microclima polĆtico y de los medios, es difĆcil despegar del folclore emepenista: es temprano para ver quĆ© significa en el plano institucional una disputa como la de ahora en la fórmula que llegó para gobernar.
