Villa La Angostura y Bariloche aprendieron de la desgracia y hoy están más preparados para enfrentar una catástrofe. La recuperación fue asombrosa.
(Nota realizada por los 5 años y compartida en estos ocho)
La tarde su puso oscura aquel sábado 4 de junio de 2011 cuando a las 16:30 el Centro Cívico se opacó. Antes ya había ocurrido en Villa La Angostura pero muy pocos lo sabían: un cordón volcánico, el Caulle-Puyehue, había entrado en erupción al otro lado de la Cordillera de los Andes y los efectos fueron inmediatos y prolongados.
Un rato antes, hacia las 15:15, las fuerzas de seguridad terminaban una reunión en la Casa de la Cultura de Villa La Angostura porque habían convocado para repasar el protocolo ante una eventual erupción: si caía ceniza se declaraba el máximo nivel de emergencia. Fue cuestión de minutos: de pronto la noche abrupta, arena que caía del cielo y el trueno constante y profundo que amenazaba desde lejos.
Después, ya es una crónica conocida: filas de autos cargando combustible, vecinos agolpados en los súper comprando comida y agua, y desesperación por saber qué estaba pasando.
La erupción del cordón Caulle-Puyehue quedó en la memoria de los habitantes de la zona cordillerana de Neuquén y Río Negro pero también el efecto de las cenizas volcánicas tapó los pueblos y campos de la Región Sur y llegó hasta la Costa Atlántica.
Pasaron ocho años y hoy “estamos muy alertas todos, el tema de los volcanes se chequea constantemente y la población tiene mayor información”, opinó Patricia Díaz, directora de Protección Civil de Bariloche, que en 2011 trabajó en la organización del Centro de Operaciones de Emergencias (COE) de Villa la Angostura, la ciudad más castigada por las cenizas volcánicas (ver página 31).
“Lo que pasó es que la erupción se hizo carne en la gente. Como fue un evento tan violento en nuestra vida, lo tomamos con naturalidad. Con el Calbuco, la gente fue tranquila a comprar al súper, en ningún momento hubo desesperación o pánico. Estamos más preparados, no solamente los organismos oficiales sino la comunidad”, asegura David Tressens, actual coordinador de la zona sur de Protección Civil de la provincia de Neuquén, y excoordinador del Comando de Emergencia Volcánica durante la erupción del cordón Caulle-Puyehue.
Díaz es actualmente voluntaria del área de coordinación y evaluación de desastres de las Naciones Unidas y una de las pocas miembros activas de la Argentina. “Desde que ocurrió lo del Caulle-Puyehue se avanzó muchísimo, la comunidad científica apoyó con la respuesta, se trabajó en protocolos y en medidas de preparación para la comunidad”, dijo Díaz a “Río Negro” y remarcó que Bariloche cuenta ahora con un plan de emergencia que será difundido a la comunidad en noviembre.
Para ella, el riesgo de que explote otro volcán y que las cenizas afecten a la región “ya está instalado porque está en la memoria colectiva y la gente sabe qué hay que hacer si ocurre pero también se trabaja en la preparación y en el alerta temprano porque pretendemos estar adelante y varios pasos adelante de la emergencia”.
Durante nueve meses la comunidad angosturense estuvo movilizada: vecinos ayudándose unos a otros, sacando la ceniza de los patios, de las calles, distribuyendo agua, barbijos, armando planes económicos para salir de la emergencia, cocinando gratis, prestando el oído, organizando actividades para los chicos, para los más grandes, ideando maneras de superar la pesadilla.
Claro que hubo miserias y oportunistas, que también formaron parte del mismo fenómeno.
La experiencia
Villa La Angostura actualmente tiene un protocolo y un sistema de información articulado entre todas las fuerzas que se activa si hay una emergencia como la erupción de un volcán.
“Sólo espero que a mi hijo, cuando le llegue su momento, pelee contra esto en mejores condiciones que las que nos tocaron. ¿Si creo que algo aprendimos?, no lo sé, a veces tengo dudas, a veces no. Lo que sí sé es que nada será igual, creció la tierra 30 centímetros, nosotros crecimos más”, aseguró tiempo después Emilio Molla, de Protección Civil del municipio de La Angostura, quién trabajó varios meses también dentro del Comando de Emergencia.
La experiencia
Cómo actuar
Preparar un kit personal con elementos esenciales y documentos.
Tener un set de barbijos apropiados.
Preparar agua potable.
No salir de la vivienda si no es necesario.
Estar atento a los mensajes de alerta de Protección Civil.
No salir a comprar comestibles, combustible ni agua de manera desesperada.
En caso de caída de ceniza, limpiar los techos en el menor tiempo posible.
“Me dio un sentido de pertenencia y arraigo a este lugar que no tenía antes , fue conmovedor sentir la solidaridad”.
Ana G. es una jubilada que vive en Villa La Angostura desde hace quince años.
Dos ciudades
Iguales y distintas
“La diferencia con Bariloche fue que un año antes se les había provisto una capacitación sobre el riesgo volcánico y Villa La Angostura tomó la posta, hubo mucha información previa a las escuelas y a la población, la gente sabía dónde vivía y qué podía pasar”, opinó Patricia Díaz, aunque no todos piensan igual.
El caso de Bariloche fue distinto: no hubo información previa a la comunidad y se trabajó una vez ocurrida la emergencia, algo que se quiere revertir con el protocolo que semanas atrás firmaron todas las instituciones involucradas ante eventuales contingencias en el futuro.
martes, 4 de junio de 2019
A ocho años de la erupción del Puyehue, la región está en alerta
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# Fuente: Piedra On Line
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