Nacho Colombini, el baterista neuquino que tocará en el Lollapalooza de Chicago - Piedra OnLine

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domingo, 28 de julio de 2024

Nacho Colombini, el baterista neuquino que tocará en el Lollapalooza de Chicago



Se mudó a Boston para estudiar en el prestigioso Berklee College of Music y en agosto subirá al escenario del reconocido festival. Su historia.

Por Sofía Sandovalssandoval@lmneuquen.com.ar


Muchos podrían pensar que la historia de Nacho Colombini comenzó en Neuquén capital hace 30 años, el día de su nacimiento. Pero la otra historia, su historia musical, empezó, en realidad, nueve años más tarde. Y fue en Piedra del Águila, cuando alguien le donó a su iglesia una reluciente batería de color blanco. Cautivado por el instrumento, el niño quiso aprender a ejecutarlo, sin sospechar que ese amor por la percusión iba a llevarlo a tocar sobre el escenario del Lollapalooza de Chicago, la ciudad que le dio origen a este mítico festival.

"Aunque nací en Neuquén capital, me crié en Piedra del Águila", contó Nacho a LMNeuquén en una comunicación telefónica desde Boston, donde vive y hoy ensaya para presentarse en el icónico festival de música, que será entre el 1 y el 4 de agosto en esa ciudad de los grandes lagos. "Fue ahí cuando descubrí la batería y empecé a tocar en la iglesia con lo que me enseñaban otros aficionados", explicó.

Si bien el templo contaba con una batería más pequeña, de las típicas que se utilizan para tocar cumbia, la epifanía musical llegó cuando les donaron un instrumento blanco de mayores dimensiones. "Me cautivó, nunca había visto una batería así. Un chico de unos 14 años empezó a tocarla y yo me quedé pegado a él porque quería aprender todo", dijo y agregó que su compañero le ofreció los tips que conocía para que Nacho pudiera producir sus primeros sonidos.


Unos años más tarde, y cuando Nacho ya tocaba con frecuencia en la iglesia, su familia se trasladó otra vez a Neuquén capital. Fue entonces cuando empezó sus clases formales de batería con el profesor Luis Alberto Afione, en un camino sin retorno que fortaleció cada vez más su amor por el instrumento.

"Me acuerdo que tomaba las clases en un estudio que él tenía frente al supermercado que, en ese momento, se llamaba Casa Tía", dijo y agregó: "Entré y vi cinco baterías armadas, porque él le enseñaba a varios alumnos a la vez".

Entre todos los instrumentos, la batería del profesor parecía relucir con una luz diferente. "Era una Yamaha color violeta que brillaba, la veía como una nave espacial", contó sobre sus primeras lecciones, en las que el profesor se sorprendió con su habilidad para la música. "Yo venía de un pueblo y nunca había estudiado, pero él destacó cómo tocaba", explicó.

Pese al talento evidente, el docente le inculcó la importancia de sumar el conocimiento teórico. Nacho aprendió a leer figuras rítmicas, a incorporar nuevos ritmos y a adaptarse a los géneros que le proponían. Así, pasaba del pop al rock, del metal al funk, pero con un compromiso inamovible por la percusión.


Cuando se graduó del colegio AMEN, decidió mudarse a Buenos Aires para perseguir su sueño de convertir la música en su medio de vida. "Mi mamá toca el piano y daba clases de joven, pero lo dejó. Mi papá también lleva mucho tiempo sin tocar la guitarra, pero mi hermano mayor es bajista y sí se dedica a la música", explicó.

Antes que él, su hermano se mudó a la capital para abrirse paso en la escena musical. De algún modo, abrió los surcos para que Nacho pudiera avanzar a buen ritmo con sus sueños faro. "Mis papás siempre me apoyaron pero muchas veces me encontré gente que me desmotivaba; mis amigos o sus padres que, preocupados, me decían que mejor estudie otra cosa y siga la música como un hobby", contó.
El salto en su carrera musical

Nacho no obedeció a esos consejos. Por el contrario, se anotó en la Escuela de Música Contemporánea (EMC) de Buenos Aires y, mientras estudiaba, también se movía lo más que podía el mundillo musical de Buenos Aires. Así, tocó en varios festivales, hizo giras internacionales y se sumó a las grabaciones de otros músicos de la talla de Malena Villa, Connie Isla y Toto Ferro.

"La EMC tiene un convenio con el Berklee College of Music que está en Boston y que es la universidad más prestigiosa del mundo en música contemporánea", dijo y agregó: "Me hubiera gustado los estudios ahí cuando terminé la carrera, pero empecé a trabajar, a hacer giras, hasta que la pandemia frenó todo".

Con menos opciones, pensó en la alternativa de audicionar para una beca en Estados Unidos. Así se ganó una beca para cursar la carrera de performer y especializarse en la batería. "Me gané una beca y así me pude mudar, si no hubiera sido imposible pagar la universidad", señaló.


Nacho logró sumar créditos de su carrera en la EMC para avanzar casi dos años en el cursado. El resto de las materias le permitieron no sólo contar con una formación rigurosa sino contar con un espacio de aterrizaje para adaptarse con más suavidad a la vida en Estados Unidos, con otro idioma y otra cultura.

"Berklee fue la excusa para venir este país, donde se pueden abrir más puertas a nivel internacional", contó. Sin embargo, destacó el nivel de los profesores y el placer de aprender en una institución de primera. "El nivel es atroz, hay músicos que son muy buenos, ves un video en Instagram de alguno que la rompe y después te los cruzás acá y no podés creer lo que tocan", dijo y agregó: "También hay gente que empiece de cero. Hay 7 mil alumnos, hay de todo, pero sí se destaca mucho esta gente que son virtuosos, y la infraestructura no se puede comparar, es muy superior, las salas de ensayo, hay instrumentos de primer nivel yen cada semestre hacen cambios y renuevan, tienen todo con la última tecnología", relató.

Su show en Lollapalooza

Fiel a su instinto de nunca detenerse, Nacho combinaba sus clases exigentes con audiciones. "Me presento a todo lo que veo para hacerme conocido", dijo. Así, consiguió una de las pocas plazas que ofrece la casa de estudios para que alguno de sus estudiantes actúe como session player en los festivales. "Voy a tocar con esta banda en el Lollapalooza de Chicago, en el Grant Park que es donde nació el festival, y en esta edición en la que se cumplen 20 años", señaló.

Si bien el baterista ya había participado de la edición argentina de este festival, consideró que subirse a los escenarios de la edición original del evento le permitirá ganarse el renombre necesario para seguir apostando por la música fuera de la Argentina. "Siempre me visualicé haciendo música en el exterior, y esta es la forma de ir abriendo caminos", afirmó.

"Desde que llegué no paré un segundo, fui a todos los eventos y audiciones que podía. Es muy del boca a boca en el ambiente de la música, me empezó a conocer mucha gente, varios empezaron a ver lo que yo hacía y un productor me convocó para tocar con este dúo que hacen pop rock electrónico, parecido al estilo de Billie Eilish, y estaban buscando una banda para montar un show en vivo", señaló.

Mientras se prepara para su show, donde compartirá el lineup con artistas reconocidos como Blink 182 o The Killers, Nacho ya piensa en su futuro. "Me queda un año de estudio acá, donde siento que hay oportunidades que son muy revolucionarias, de un día para el otro te puede salir una super oportunidad, estoy muy expectante del año que me queda, el año pasado pasaron un montón de cosas", expresó.

Por ahora, no sabe si va a regresar a Buenos Aires o Neuquén. Lo que sí tiene claro es que quiere probar suerte en ciudades más grandes, alejadas de la vida universitaria de Boston. "Los músicos suelen ir donde está la movida, que acá se da en New York, Los Ángeles o Miami", dijo y afirmó que avizora un futuro en las playas de California, donde también va a instalarse la banda que lo convocó para tocar en Lollapalooza.

Una apuesta al futuro

Si bien sigue enamorado de la batería, Nacho dedicó los últimos años a estudiar producción, por lo que empezó a interesarse por la temática. "Me gustaría en el futuro producir a otros artistas y hacer arreglos para el vivo. La música hoy se hace "in the box", en la computadora, y para montarlo en vivo es un desafío llevarlo a la instrumentación en vivo, dirigir la banda y formar el equipo", expresó.

Aunque su agenda de conciertos y diplomas de prestigiosas universidades parecen delatar el éxito de su carrera, Nacho aseguró que nada se consigue sin esfuerzo y sacrificio. Por eso, aseguró que la tenacidad es la parte más importante para sostener la vida como músico. "Si tuviera que dar un consejo, daría ese, de no darse por vencido aunque te quieran desmotivar. Si creés que tu pasión está ahí, tenés que darle para adelante. Vi a mucha gente triunfar después de mucho sacrificio", expresó.

"Es posible pero hay que moverse a donde las oportunidades suceden, no quedarse esperando a que te vengan a buscar", dijo Nacho, que demuestra con el ejemplo la importancia de moverse, así sea al otro lado del mundo, para conseguir esa chance que todos ansían.

Desde Neuquén, sus padres acompañan cada paso con un mensaje de aliento. Y aunque la gloria lo mira a la cara cada vez que se presenta en festivales de renombre, agradece el orgullo de su familia en los triunfos más chiquitos, esos que pasan casi desapercibidos, pero que le dan el aliento para soñar con desafíos cada vez más grandes.



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