Curas de Quilmes apoyan el matrimonio igualitario y critican el clima de intolerancia - Piedra OnLine

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miƩrcoles, 14 de julio de 2010

Curas de Quilmes apoyan el matrimonio igualitario y critican el clima de intolerancia

Emitieron un documento en el que cuestionan las voces “que le tienen miedo a la libertad”. ¿A quĆ© se llama “natural” en estas discusiones?
Un grupo de curas de la diĆ³cesis de Quilmes estĆ” difundiendo un documento en el que se cuestionan las voces que se atribuyen a “la Iglesia” y se hacen una serie de preguntas acerca de la homosexualidad y la “ley natural”.

El siguiente es el texto del documento:

Preguntas que nos surgen en la situaciĆ³n actual

Ante el surgimiento de temas conflictivos en la sociedad, en medio de los debates, vemos que con mucha frecuencia las voces que se atribuyen a “la Iglesia” aparecen del lado de los que se niegan a “lo nuevo”, los que tienen miedo a la libertad, los que quieren que nada cambie. Es cierto que con mucha frecuencia hay quienes quieren mostrar la “peor cara” de la Iglesia, es cierto que no siempre “lo nuevo” es “lo mejor”, y que caminar caminos de libertad supone andar rumbos que a su vez nos hagan libres. Por eso, como miembros activos y plenos de la Iglesia, un grupo de curas de la diĆ³cesis de Quilmes quisiĆ©ramos formularnos algunas preguntas. No pretendemos tener todas las respuestas, pero sĆ­ creemos que interrogarnos nos ayuda a pensar con libertad y con paz.

1. Ante el clima de intolerancia, y en muchos casos de actitudes verdaderamente dignas de las peores Cruzadas, movidas por preocupantes fundamentalismos bĆ­blicos, filosĆ³ficos y antropolĆ³gicos, nos preguntamos: ¿Se puede seguir afirmando que la homosexualidad es una “enfermedad”, y desde una comprensiĆ³n prejuiciosa de la misma, condenar tal identidad y sus eventuales derechos civiles? ¿CuĆ”les serĆ­an los argumentos serios, razonables y acadĆ©micos para sostener semejante afirmaciĆ³n?

2. Ante el planteamiento de que un eventual matrimonio entre parejas del mismo sexo atenta contra la “ley natural”, nos preguntamos: ¿A quĆ© se llama “natural” en estas discusiones? ¿No estarĆ” aquĆ­ una de las dificultades para poder clarificar este debate? “Ley natural”, “naturaleza”, “orden natural”, ¿no son expresiones a ser revisadas y actualizadas? ¿Pueden entenderse estas expresiones de manera absoluta, fijista y sin la dinĆ”mica propia de nuestra condiciĆ³n humana? Si en la historia de la Iglesia se consideraba “natural” el cauce de un rĆ­o y se impedĆ­a canalizarlo, o se consideraba “natural” la esclavitud, ¿no estaremos ante una concepciĆ³n claramente cultural? La concepciĆ³n de “ley natural”, ¿no es mĆ”s propia del helenismo que de la Biblia? Cuando San Pablo afirma que “es natural en el varĆ³n el pelo corto” (1 Cor 11) ¿no es esta una concepciĆ³n evidentemente cultural?

3. En nuestros barrios hay muchos pibes y pibas que nacen y crecen con madres solteras, a cargo de tĆ­as y abuelas, de gente sincera que realizando la “funciĆ³n materna y paterna” les garantiza el afecto y el cuidado necesario para la vida. Comedores, hogares o simplemente vecinos y vecinas que hacen gratuitamente mĆ”s amplia su mesa y su casa, logran que muchos chicos encuentren “familia” (la mĆ”s de las veces sin su papĆ” biolĆ³gico y, a veces, hasta sin su mamĆ” biolĆ³gica). ¿No serĆ” necesario revisar el concepto burguĆ©s de “familia”, defendido detrĆ”s de slogans discriminatorios a la condiciĆ³n homosexual? ¿No han generado los pretendidos “sanos” matrimonios heterosexuales (“sanos” por el mero hecho de ser “hetero”) situaciones disfuncionales, abandono de hijos, abusos y violaciones a la vida?

4. Se ha afirmado que se quiere cambiar “la familia”. ¿No es evidente que “la familia” ha cambiado y sigue cambiando a lo largo de la historia? El modelo que actualmente se defiende, ¿no es propio del siglo XVIII y muy diferente de las familias de las comunidades indĆ­genas de AmĆ©rica o de Ɓfrica? ¿La familia polĆ­gama de “Abraham nuestro padre en la fe” es igual a la familia ampliada en la que convivĆ­an no sĆ³lo padres, hijos, nietos, sino tambiĆ©n esclavos y clientes, como era habitual en el imperio romano? ¿La familia patriarcal en el que la mujer era tenida por “propiedad de” un varĆ³n (¿no viene de allĆ­ el tĆ©rmino “matri monium”?) es igual a la familia en la que una jovencita debe cuidar a sus hermanitos mientras su mamĆ” trabaja porque su papĆ” los abandonĆ³? ¿cuĆ”l de todos estos y los muchos otros existentes en la historia serĆ­a el tĆ©rmino adecuado para hablar de “familia”?

5. Si miramos el Evangelio de JesĆŗs, es evidente que, Reino de Dios y familia son “fidelidades en conflicto” (S. Guijarro). JesĆŗs dedica todas sus energĆ­as y entusiasmo a predicar “el reino de Dios”, y relativiza de un modo claro y evidente la familia; ¿no es sorprendente que muchas veces escuchemos y leamos sobre “la familia” como una expresiĆ³n unĆ­voca y sin relaciĆ³n a la bĆŗsqueda de la justicia y la opciĆ³n por los pobres, propia del Reino? ¿Por quĆ© tantos y tantas “cruzados/as” catĆ³licos/as que levantan sus voces y se movilizan no lo hacen para combatir la pobreza, la injusticia, la desocupaciĆ³n, la falta de salud, de vivienda digna, cosas que ciertamente “atentan contra la familia”? Si para JesĆŗs, “el reino es lo Ćŗnico absoluto y todo lo demĆ”s es relativo” (Pablo VI), ¿por quĆ© no es “el reino” el grito unĆ”nime de los “cristianos” (catĆ³licos o no) de hoy?

6. Si la Iglesia en su historia, en su predicaciĆ³n y en sus enseƱanzas (Magisterio) enseƱa que se debe obedecer ciegamente la “conciencia”, y que el ser humano “percibe y reconoce por medio de su conciencia los dictĆ”menes de la ley divina, conciencia que tiene obligaciĆ³n de seguir fielmente en toda su actividad para llegar a Dios, que es su fin” (“Dignitatis humanae”, NĀŗ 3) ¿Es posible, a esta altura de la historia, pretender condicionar la acciĆ³n de nuestros legisladores en su labor parlamentaria con concepciones propias de la cristiandad medieval obviando su legĆ­tima libertad de conciencia en temas tan controvertidos? Es absolutamente justo y razonable poder decir una palabra y opinar, pero pretender legislar o que los legisladores “deban” seguir dictĆ”menes eclesiĆ”sticos, ¿no es mĆ”s propio de concepciones de “cristiandad” antes que de respeto y tolerancia democrĆ”ticas?

7. Algunas voces eclesiĆ”sticas han reclamado un “plebiscito”. Siguiendo los propios criterios y argumentos que han enarbolado, ¿se podrĆ­a plebiscitar la “ley natural”? La apariencia es que consideran que en ese supuesto plebiscito saldrĆ­a ganadora su posiciĆ³n, ¿lo propondrĆ­an de no creerlo? ¿aceptarĆ­an un triunfo de la posiciĆ³n opuesta? Si se trata de reconocimiento de “derechos de las minorĆ­as”, ¿es sensato o justo proponer semejante plebiscito? ¿Se puede plebiscitar lo que es justo?

8. Si para JesĆŗs el Reino de misericordia, justicia, e inclusiĆ³n de los desplazados de su pueblo estaba por encima de toda otra concepciĆ³n y valores culturales de su tiempo (la familia incluida); a la luz del evangelio del Buen Samaritano (cf. Lc 10,25-37) nos preguntamos, ¿cĆ³mo podrĆ­amos considerarnos discĆ­pulos de JesĆŗs sin conmovernos con entraƱas de misericordia ante los hermanos y hermanas excluidos del camino de la vida y la igualdad ante la ley? ¿podemos seguir “de largo” sin detenernos a escuchar lo que Dios nos estĆ” queriendo decir a travĆ©s de tantos y tantas que se sienten “explotados y deprimidos” bajo un sistema discriminatorio?

En conciencia, queremos ser pastores segĆŗn los sentimientos de JesĆŗs, y estas preguntas son las que nos surgen en estos dĆ­as.

Queremos ser Iglesia servidora del Reino, siempre del lado de los mƔs pobres y sufrientes.

Florencio Varela, 6 de julio de 2010.

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