Los intendentes, el reparto y una utopía discursiva - Piedra OnLine

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jueves, 23 de septiembre de 2010

Los intendentes, el reparto y una utopía discursiva

El tema de la coparticipación siempre vuelve, impulsado por la necesidad de una mayor equidad distributiva. Pero el reclamo de los intendentes y el discurso del gobierno provincial tienen mucho de retórico y poco de incidencia en una realidad concreta que tiende a la centralidad y la concentración como sistema de reproducir y mantener poder.

Un previsible y repetido reclamo al gobierno provincial hacen los intendentes del “club opositor” al MPN: quieren que se modifique la coparticipación provincial, porque, afirman, hay municipios que han crecido mucho (en cantidad de habitantes y en necesidades de servicio hacia esos habitantes) y reciben poco.

Esos municipios, dicen los intendentes comandados por Javier Bertoldi, connotado kirchnerista del momento, o por Martín Farizano, vertiente radical progresista que sueña y confía en la pluralidad para enterrar en el pasado al sapagismo-sobischismo, son el ejemplo concreto de que hay un federalismo que se pregona pero no se aplica. En sus tramos más duros, el razonamiento penetra en razones de simple discriminación electoralista: el MPN quiere recuperar municipios para su gestión, dicen, y por lo tanto “liman” el poder territorial de intendentes de otro palo político, haciéndolos debatir, al borde de la asfixia, en la flaqueza de sus faltriqueras.

Desde el gobierno provincial, se esbozan explicaciones un tanto confusas, y hasta contradictorias. Se dice, por ejemplo, que no se puede aumentar el reparto a los municipios en un contexto donde la provincia es perjudicada por el reparto que se hace desde el gobierno nacional. “Pasó del 50 al 24 por ciento, en los últimos años, el reparto a las provincias”, sostienen, con lógica y un poco de sobreactuación.

Esa obviedad, no obstante, merecería posiciones concretas más enérgicas de reclamo, para que no se piense (como de hecho se piensa) que la crítica concreta a los K se hace para adentro a media voz, y jamás para “afuera”, es decir, en el plano de los gestos nacionales. Es lo que se le dice al gobierno desde su propio partido, y sobre todo, de los implacables cuarteles sobischistas, que siguen engordando después del triunfo en las internas.

Además, desde el gobierno se les recuerda permanentemente a los intendentes en problemas, como Carlos Lator (Chos Malal) ó Hugo Wernli (de Rincón de los Sauces), que la coparticipación que reciben es sólo una parte. La otra, y más importante, fuente de recursos, debería ser en teoría la recaudación propia, ya que los servicios que prestan los municipios no son gratuitos: se cobran a través de las tasas retributivas. En este punto, se critica a las administraciones por su baja tasa de cobro.

También se les recuerda que la propia ley de coparticipación vigente en Neuquén establece una clara relación entre cantidad de población y cantidad de empleados municipales. La mayoría de los municipios, por no decir todos, exceden en sus plantas laborales el “techo” dispuesto, y el censo nacional que se hará en octubre seguramente permitirá hacer esa cuenta de manera muy precisa.

Aquí, el gobierno y tal vez el MPN en su conjunto, entra en una contradicción difícil de explicar por algo que no sea más que un deseo ideológico-populista. Critican el desfase de los intendentes, pero siempre terminan justificando que cada municipio sea una usina de empleo público, incluso desproporcionado e ineficiente. “No todos son numeritos, hay que entender la realidad social”, dicen, empapados de peronismo aggiornado los dirigentes del MPN oficialista. Es una clara confesión de principios doctrinarios: el empleo público es al MPN como el sol para los seres vivos, una fuente de energía necesaria para su propia supervivencia.

En este contexto, de aquí al fin de año, y menos aun el año que viene, que estará ocupado en toda su extensión por las elecciones, el tema coparticipación servirá para chicanear, para criticar, para debatir, para hablar, pero no para solucionar nada. Es ciertamente improbable que se produzca un congreso de intendentes que unifiquen posiciones, que la Legislatura se ocupe de convocarlos y redactar una nueva ley, que cambien los recursos de Nación a Neuquén, y que incluso los municipios “fuertes” estén dispuestos a resignar puntos de coparticipación en beneficio de los “débiles”, estén gobernados por “h” o por “b”.

Lamentablemente, en el país de los sueños incumplidos, el reparto verdaderamente federal es el peor de todos. Una utopía destinada a los discursos, sin que se registre la real voluntad de querer modificar un estatus quo que sólo beneficia la concentración y centralidad del poder, sistema que evidentemente los argentinos necesitamos para no terminar de licuarnos en nuestras propias incapacidades.

Rubén Boggi

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