Por Ćngel Guerra Cabrera
La muerte de NĆ©stor Kirchner ha privado a AmĆ©rica Latina de uno de los impulsores principales de la trasformaciĆ³n de nuestra regiĆ³n de traspatio de Estados Unidos a un conglomerado de paĆses que cada vez actĆŗa con mĆ”s unidad e independencia respecto al vecino del norte. Sobre todo en la parte austral del continente, donde la existencia del Mercosur, la histĆ³rica creaciĆ³n de Unasur y la presencia de varios de los miembros de la Alba ha creado un espacio de diĆ”logo, resoluciĆ³n de conflictos e integraciĆ³n sin la presencia de ninguna potencia extrarregional que no tiene precedente en dos siglos de historia republicana. No tengo datos para valorar el desempeƱo de Kirchner como gobernador de la provincia de Santa Cruz. SĆ³lo pude apreciar por la tele en su natal RĆo Gallegos, capital de aquella regiĆ³n y de la que tambiĆ©n fue alcalde, a una fervorosa multitud que se volcĆ³ en las calles para acompaƱarlo hasta el lugar donde reposan sus restos, que me llevĆ³ a pensar que de Ć©l se conserva un buen recuerdo.
Lo que no me cabe duda es que a partir de su llegada a la presidencia sobrepasĆ³ con creces las mĆ”s optimistas expectativas tanto en su polĆtica interior como exterior y en los Ćŗltimos aƱos en que acompaĆ±Ć³ a Cristina, su compaƱera de vida y lucha, cuando le tocĆ³ a ella el desempeƱo de igual responsabilidad y Ć©l demostrĆ³ una enorme capacidad de liderazgo y de maniobra al frente de ese ente tan contradictorio que es el peronismo y su aĆŗn poderosa columna vertebral, la Central General de Trabajadores(CGT) asĆ como el armado de la polĆtica de alianzas en el Congreso Nacional y con distintas fuerzas sociales. El peronismo y la CGT son muy controvertidos para sectores de izquierda pero la evidencia indica que la estabilidad polĆtica de cualquier gobierno argentino depende en gran medida desde 1945 de su capacidad de concertaciĆ³n con estas formaciones. Con el primero porque, junto al irigoyenismo, abarca una de las dos grandes tradiciones polĆticas nacional-populares del paĆs desde la segunda mitad del siglo XX y en la segunda porque, pese a los burĆ³cratas que la dirigen, agrupa a la mayor parte de la clase obrera organizada y bases que rebasan por la izquierda a su liderazgo.
NingĆŗn lĆder polĆtico autĆ©ntico surge, por mejor dotado que sea, si no existe la coyuntura polĆtica y la necesidad histĆ³rica que lo reclame y Kirchner, como Cristina, son fruto de una circunstancia dramĆ”tica y casi Ćŗnica en la historia argentina. Apenas un desconocido, llega a la jefatura del Estado con una bicoca de votos en medio de la debacle econĆ³mica, polĆtica, social y moral en que dejĆ³ al paĆs el menemismo y su servidumbre al Consenso de Washington. El matrimonio fue capaz de darse cuenta del gran giro que requerĆa el paĆs para rescatar la polĆtica despuĆ©s del clamoroso ¡que se vayan todos! En polĆtica interna Kirchner disciplinĆ³ al ejĆ©rcito y dejĆ³ claro su repudio como comandante en jefe a los crĆmenes de la dictadura militar y su firme compromiso con el fin de la impunidad y el rescate de la memoria histĆ³rica. Durante los mandatos de ambos se rescatĆ³ la legitimidad del Estado y llevaron a cabo meritorias medidas de distribuciĆ³n de la riqueza.
Su acompaƱamiento a ChĆ”vez, Lula, Evo, Correa y otros lĆderes en la integraciĆ³n regional deja muy clara su posiciĆ³n latinoamericanista. Sin la actitud resuelta de Kirhnert ante Bush el ALCA no habrĆa sido derrotado en Mar del Plata. Ćl y Cristina fueron piezas claves en el desmontaje del golpe “cĆvico” en Bolivia, el rechazo al de Honduras y a la reciente intentona contra Correa. En lugar de en el Congreso, como dicta el protocolo, la presidenta decidiĆ³ velarlo en el salĆ³n de los hĆ©roes latinoamericanos, -habilitado en su momento en la Casa Rosada por iniciativa del matrimonio- a la vera de PerĆ³n, Allende, Che, Sandino, BolĆvar y San MartĆn, donde se produjo una de las mĆ”s grandes y combativas manifestaciones de luto de la historia argentina, con relevante presencia juvenil, que hace pensar en el surgimiento de una nueva identidad polĆtica y constituyĆ³ un plebiscito de la gestiĆ³n de ambos y por la reelecciĆ³n de Cristina. SeƱal de los tiempos, la Ćŗnica persona invitada por la presidenta a acompaƱar la Ćntima y familiar ceremonia previa a la entrega de los restos de su esposo a la tierra que lo vio nacer fue Hugo ChĆ”vez.
Me resisto a encasillar a Kirchner en algĆŗn esquema ideolĆ³gico importado pero de lo que estoy seguro es que fue un valiosĆsimo latinoamericano de su tiempo.
La muerte de NĆ©stor Kirchner ha privado a AmĆ©rica Latina de uno de los impulsores principales de la trasformaciĆ³n de nuestra regiĆ³n de traspatio de Estados Unidos a un conglomerado de paĆses que cada vez actĆŗa con mĆ”s unidad e independencia respecto al vecino del norte. Sobre todo en la parte austral del continente, donde la existencia del Mercosur, la histĆ³rica creaciĆ³n de Unasur y la presencia de varios de los miembros de la Alba ha creado un espacio de diĆ”logo, resoluciĆ³n de conflictos e integraciĆ³n sin la presencia de ninguna potencia extrarregional que no tiene precedente en dos siglos de historia republicana. No tengo datos para valorar el desempeƱo de Kirchner como gobernador de la provincia de Santa Cruz. SĆ³lo pude apreciar por la tele en su natal RĆo Gallegos, capital de aquella regiĆ³n y de la que tambiĆ©n fue alcalde, a una fervorosa multitud que se volcĆ³ en las calles para acompaƱarlo hasta el lugar donde reposan sus restos, que me llevĆ³ a pensar que de Ć©l se conserva un buen recuerdo.
Lo que no me cabe duda es que a partir de su llegada a la presidencia sobrepasĆ³ con creces las mĆ”s optimistas expectativas tanto en su polĆtica interior como exterior y en los Ćŗltimos aƱos en que acompaĆ±Ć³ a Cristina, su compaƱera de vida y lucha, cuando le tocĆ³ a ella el desempeƱo de igual responsabilidad y Ć©l demostrĆ³ una enorme capacidad de liderazgo y de maniobra al frente de ese ente tan contradictorio que es el peronismo y su aĆŗn poderosa columna vertebral, la Central General de Trabajadores(CGT) asĆ como el armado de la polĆtica de alianzas en el Congreso Nacional y con distintas fuerzas sociales. El peronismo y la CGT son muy controvertidos para sectores de izquierda pero la evidencia indica que la estabilidad polĆtica de cualquier gobierno argentino depende en gran medida desde 1945 de su capacidad de concertaciĆ³n con estas formaciones. Con el primero porque, junto al irigoyenismo, abarca una de las dos grandes tradiciones polĆticas nacional-populares del paĆs desde la segunda mitad del siglo XX y en la segunda porque, pese a los burĆ³cratas que la dirigen, agrupa a la mayor parte de la clase obrera organizada y bases que rebasan por la izquierda a su liderazgo.
NingĆŗn lĆder polĆtico autĆ©ntico surge, por mejor dotado que sea, si no existe la coyuntura polĆtica y la necesidad histĆ³rica que lo reclame y Kirchner, como Cristina, son fruto de una circunstancia dramĆ”tica y casi Ćŗnica en la historia argentina. Apenas un desconocido, llega a la jefatura del Estado con una bicoca de votos en medio de la debacle econĆ³mica, polĆtica, social y moral en que dejĆ³ al paĆs el menemismo y su servidumbre al Consenso de Washington. El matrimonio fue capaz de darse cuenta del gran giro que requerĆa el paĆs para rescatar la polĆtica despuĆ©s del clamoroso ¡que se vayan todos! En polĆtica interna Kirchner disciplinĆ³ al ejĆ©rcito y dejĆ³ claro su repudio como comandante en jefe a los crĆmenes de la dictadura militar y su firme compromiso con el fin de la impunidad y el rescate de la memoria histĆ³rica. Durante los mandatos de ambos se rescatĆ³ la legitimidad del Estado y llevaron a cabo meritorias medidas de distribuciĆ³n de la riqueza.
Su acompaƱamiento a ChĆ”vez, Lula, Evo, Correa y otros lĆderes en la integraciĆ³n regional deja muy clara su posiciĆ³n latinoamericanista. Sin la actitud resuelta de Kirhnert ante Bush el ALCA no habrĆa sido derrotado en Mar del Plata. Ćl y Cristina fueron piezas claves en el desmontaje del golpe “cĆvico” en Bolivia, el rechazo al de Honduras y a la reciente intentona contra Correa. En lugar de en el Congreso, como dicta el protocolo, la presidenta decidiĆ³ velarlo en el salĆ³n de los hĆ©roes latinoamericanos, -habilitado en su momento en la Casa Rosada por iniciativa del matrimonio- a la vera de PerĆ³n, Allende, Che, Sandino, BolĆvar y San MartĆn, donde se produjo una de las mĆ”s grandes y combativas manifestaciones de luto de la historia argentina, con relevante presencia juvenil, que hace pensar en el surgimiento de una nueva identidad polĆtica y constituyĆ³ un plebiscito de la gestiĆ³n de ambos y por la reelecciĆ³n de Cristina. SeƱal de los tiempos, la Ćŗnica persona invitada por la presidenta a acompaƱar la Ćntima y familiar ceremonia previa a la entrega de los restos de su esposo a la tierra que lo vio nacer fue Hugo ChĆ”vez.
Me resisto a encasillar a Kirchner en algĆŗn esquema ideolĆ³gico importado pero de lo que estoy seguro es que fue un valiosĆsimo latinoamericano de su tiempo.
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