QUĆ QUIERE QUE le diga Como si fuera la esperanza prometida por Jorge Omar Sobisch, su doble tocayo, el veterano emepenista Jorge Omar Brillo –hasta el 10 de diciembre del 2007 su asesor general de Gobierno–, ha decidido volver a la escena polĆtica al cabo de un prudente y comprensible silencio de mĆ”s de tres aƱos, postulĆ”ndose para intendente de Centenario. Es esa misma ciudad desde la que, al cabo de una prolĆfica y resonante carrera polĆtica, llegĆ³ a ser una estrella del oficialismo neuquino.
Pudo esa carrera llegar a ser tambiĆ©n una carrera judicial cuando, en 1984 y siendo, como de costumbre, Felipe Sapag gobernador, se produjeron algunas vacantes en el Tribunal Superior de Justicia y, segĆŗn una versiĆ³n de cierta consistencia, Brillo era un candidato a ocupar una de ellas. Se lo preguntĆ© a don Felipe y Ć©l me contestĆ³ con un contundente no, a lo que agregĆ³ motivos que prefiero mantener en reserva.
PodrĆa haber sido ese nombramiento un lauro imperecedero en la currĆcula del dirigente que, ya entonces, formaba parte de la Junta de Gobierno del MPN. No se dio entonces, pero sĆ unos aƱos despuĆ©s, en agosto del 2002, la jueza civil Elizabeth GarcĆa Fleiss lo condenĆ³ a entregar su casa de Centenario a InĆ©s Christensen en pago de una deuda. Brillo apelĆ³ y tres aƱos despuĆ©s la sala I de la CĆ”mara de Apelaciones en lo Civil confirmĆ³ la sentencia con los votos de Enrique Videla SĆ”nchez y Luis Silva Zambrano. Federico Gigena BasombrĆo votĆ³ en disidencia. El condenado volviĆ³ a recurrir y el expediente estĆ” desde entonces, pasados casi seis aƱos, en el Tribunal Superior de Justicia.
En una nota que firmĆ© el 9 de agosto del 2005, este diario informĆ³ que Christensen era la esposa de HĆ©ctor GutiĆ©rrez quien, unos 20 aƱos atrĆ”s, habĆa recurrido a los servicios del abogado Brillo. HabĆa que convocar a sus acreedores para arreglar el pago de crecidas deudas y evitar asĆ que alguno le pidiera su quiebra. A ese fin le entregĆ³ una suma de dinero.
El asunto, privado entonces, tomĆ³ estado pĆŗblico cuando, en julio de 1991, Brillo hizo una denuncia pĆŗblica de que GutiĆ©rrez lo habĆa secuestrado y extorsionado. Dijo que, invitado a comer un asado en Cipolletti, de pronto habĆa aparecido GutiĆ©rrez acompaƱado de dos personas que portaban armas que lo sujetaron y lo encerraron en un baƱo.
El dĆa siguiente lo condujeron a una escribanĆa de la ciudad donde, amenazado, firmĆ³ compromisos de entregar su casa y dinero en pago de errores profesionales que habrĆan motivado la declaraciĆ³n en quiebra de GutiĆ©rrez. Hizo lo que le exigĆan y recuperĆ³ su libertad.
Pero, dijo Brillo, las amenazas continuaron, en pos de mĆ”s dinero. Por eso hizo la denuncia en la PolicĆa y convino en que citarĆa a GutiĆ©rrez en un bar para que lo detuvieran cuando Ć©l le entregaba el dinero. Fue lo que ocurriĆ³.
La crĆ³nica, que no mereciĆ³ comentario alguno de Brillo, informĆ³ que en junio de 1995 GutiĆ©rrez fue absuelto en la causa penal que se le instruyĆ³. "Se pudo saber entonces –dice el texto– que Brillo habĆa recibido de su cliente una suma de dinero para obtener la adhesiĆ³n de los acreedores a un concordato. Brillo contestĆ³ que ese dinero lo habĆa devuelto a un hermano de GutiĆ©rrez, RubĆ©n GutiĆ©rrez, y presentĆ³ un recibo, pero una pericia demostrĆ³ que la firma del documento habĆa sido falsificada".
Por el contrario, la sentencia que absolviĆ³ a GutiĆ©rrez dijo que eran genuinas las firmas de Brillo en los documentos cuestionados por Ć©l. A la vez objetĆ³ los "desaciertos graves" cometidos por Brillo en el juicio de quiebra. "Brillo defrauda a su cliente y no le informa debidamente para alertarlo de las consecuencias que sobrevendrĆan en la quiebra a causa del rechazo del concurso preventivo".
En realidad, lo que habĆa pasado –segĆŗn la doctora GarcĆa Fleiss, citada en la sentencia penal– era que Brillo se habĆa apropiado "de la suma de dinero entregada por GutiĆ©rrez para ser afectada al levantamiento de la quiebra".
En todo el tiempo que pasĆ³ –poco mĆ”s o menos, casi un cuarto de siglo– desde que comenzĆ³ este pleito no hubo, que sepamos, causa penal alguna contra el jurisconsulto. Y no sĆ³lo eso: se supone que en reconocimiento a sus mĆ©ritos polĆticos y jurĆdicos un bolillero lo honrĆ³ colocĆ”ndolo en el jurado que debĆa decidir sobre el enjuiciamiento del fiscal Pablo Vignaroli, acusado de ser un enclave sobischista en la Justicia. Dejo para la astucia del lector el imaginar cĆ³mo votĆ³ Brillo.
jorge gadano
jagadano@yahoo.com.ar
Pudo esa carrera llegar a ser tambiĆ©n una carrera judicial cuando, en 1984 y siendo, como de costumbre, Felipe Sapag gobernador, se produjeron algunas vacantes en el Tribunal Superior de Justicia y, segĆŗn una versiĆ³n de cierta consistencia, Brillo era un candidato a ocupar una de ellas. Se lo preguntĆ© a don Felipe y Ć©l me contestĆ³ con un contundente no, a lo que agregĆ³ motivos que prefiero mantener en reserva.
PodrĆa haber sido ese nombramiento un lauro imperecedero en la currĆcula del dirigente que, ya entonces, formaba parte de la Junta de Gobierno del MPN. No se dio entonces, pero sĆ unos aƱos despuĆ©s, en agosto del 2002, la jueza civil Elizabeth GarcĆa Fleiss lo condenĆ³ a entregar su casa de Centenario a InĆ©s Christensen en pago de una deuda. Brillo apelĆ³ y tres aƱos despuĆ©s la sala I de la CĆ”mara de Apelaciones en lo Civil confirmĆ³ la sentencia con los votos de Enrique Videla SĆ”nchez y Luis Silva Zambrano. Federico Gigena BasombrĆo votĆ³ en disidencia. El condenado volviĆ³ a recurrir y el expediente estĆ” desde entonces, pasados casi seis aƱos, en el Tribunal Superior de Justicia.
En una nota que firmĆ© el 9 de agosto del 2005, este diario informĆ³ que Christensen era la esposa de HĆ©ctor GutiĆ©rrez quien, unos 20 aƱos atrĆ”s, habĆa recurrido a los servicios del abogado Brillo. HabĆa que convocar a sus acreedores para arreglar el pago de crecidas deudas y evitar asĆ que alguno le pidiera su quiebra. A ese fin le entregĆ³ una suma de dinero.
El asunto, privado entonces, tomĆ³ estado pĆŗblico cuando, en julio de 1991, Brillo hizo una denuncia pĆŗblica de que GutiĆ©rrez lo habĆa secuestrado y extorsionado. Dijo que, invitado a comer un asado en Cipolletti, de pronto habĆa aparecido GutiĆ©rrez acompaƱado de dos personas que portaban armas que lo sujetaron y lo encerraron en un baƱo.
El dĆa siguiente lo condujeron a una escribanĆa de la ciudad donde, amenazado, firmĆ³ compromisos de entregar su casa y dinero en pago de errores profesionales que habrĆan motivado la declaraciĆ³n en quiebra de GutiĆ©rrez. Hizo lo que le exigĆan y recuperĆ³ su libertad.
Pero, dijo Brillo, las amenazas continuaron, en pos de mĆ”s dinero. Por eso hizo la denuncia en la PolicĆa y convino en que citarĆa a GutiĆ©rrez en un bar para que lo detuvieran cuando Ć©l le entregaba el dinero. Fue lo que ocurriĆ³.
La crĆ³nica, que no mereciĆ³ comentario alguno de Brillo, informĆ³ que en junio de 1995 GutiĆ©rrez fue absuelto en la causa penal que se le instruyĆ³. "Se pudo saber entonces –dice el texto– que Brillo habĆa recibido de su cliente una suma de dinero para obtener la adhesiĆ³n de los acreedores a un concordato. Brillo contestĆ³ que ese dinero lo habĆa devuelto a un hermano de GutiĆ©rrez, RubĆ©n GutiĆ©rrez, y presentĆ³ un recibo, pero una pericia demostrĆ³ que la firma del documento habĆa sido falsificada".
Por el contrario, la sentencia que absolviĆ³ a GutiĆ©rrez dijo que eran genuinas las firmas de Brillo en los documentos cuestionados por Ć©l. A la vez objetĆ³ los "desaciertos graves" cometidos por Brillo en el juicio de quiebra. "Brillo defrauda a su cliente y no le informa debidamente para alertarlo de las consecuencias que sobrevendrĆan en la quiebra a causa del rechazo del concurso preventivo".
En realidad, lo que habĆa pasado –segĆŗn la doctora GarcĆa Fleiss, citada en la sentencia penal– era que Brillo se habĆa apropiado "de la suma de dinero entregada por GutiĆ©rrez para ser afectada al levantamiento de la quiebra".
En todo el tiempo que pasĆ³ –poco mĆ”s o menos, casi un cuarto de siglo– desde que comenzĆ³ este pleito no hubo, que sepamos, causa penal alguna contra el jurisconsulto. Y no sĆ³lo eso: se supone que en reconocimiento a sus mĆ©ritos polĆticos y jurĆdicos un bolillero lo honrĆ³ colocĆ”ndolo en el jurado que debĆa decidir sobre el enjuiciamiento del fiscal Pablo Vignaroli, acusado de ser un enclave sobischista en la Justicia. Dejo para la astucia del lector el imaginar cĆ³mo votĆ³ Brillo.
jorge gadano
jagadano@yahoo.com.ar
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