Fotos: Juan Franco.-
Benedicto XVI implora que desaparezca el hombre viejo ligado al pecado
El papa Benedicto XVI presidió este Viernes Santo en el Coliseo de Roma el VĆa Crucis, en el que dijo que la cruz no es la seƱal de la victoria de la muerte, sino del amor e imploró a Cristo que haga morir en nosotros "al hombre viejo ligado al egoĆsmo, al mal y al pecado".
"Ilumina nuestro corazón, haz que muera en nosotros el hombre viejo ligado al egoĆsmo, al mal y al pecado. Haznos hombres nuevos, hombres y mujeres transformados", afirmó el Obispo de Roma al final del rito ante varias decenas de miles de personas que asistieron al VĆa Crucis.
El PontĆfice dijo que esta noche del Viernes Santo es la de la cruz, el silencio y la muerte, pero que la cruz no es la seƱal de la victoria de la muerte, del pecado del mal, sino que es la seƱal luminosa del amor de Dios.
El Obispo de Roma agregó que la cruz habla del amor supremo de Dios e invita a renovar la fe y nos dona una vida nueva, de esperanza.
"En esta noche cargada de esperanza, resuenan las palabras de san AgustĆn: Tener fe, os he prometido mi vida, os invito a participar de mi vida, una vida donde nadie muere, la comida nunca falta y la cena es eterna", afirmó el papa.
Como en años anteriores, Benedicto XVI presidió el rito de rodillas desde la colina del Palatino, frente al Coliseo.
El Papa Ratzinger, de 84 aƱos, abrió el VĆa Crucis con una plegaria en la que denunció las "multiformes mĆ”scaras de la mentira que se burlan de la verdad y los halagos del Ć©xito que sofocan la honestidad".
"SeƱor JesĆŗs, tĆŗ nos invitas a seguirte tambiĆ©n en esta hora extrema. En tu hora estĆ” la prueba de nuestra vida en sus mĆ”s descarnados y duros recodos. Es la hora de las tinieblas, cuando vacilan los cimientos de la tierra, cuando las multiformes mĆ”scaras de la mentira se burlan de la verdad y los halagos del Ć©xito sofocan la Ćntima llamada de la honestidad", afirmó.
El VĆa Crucis discurrió por el interior del Coliseo -el famoso anfiteatro Flavio, que recuerda los sufrimientos de los primeros cristianos-, continuó por delante del Arco de Trajano y concluyó en la colina del Palatino.
El cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini, llevó la Cruz en la primera estación. Un joven y una joven romana le acompañaron a cada lado con una antorcha.
DespuĆ©s el sĆmbolo de los cristianos fue portado por un matrimonio italiano y sus cinco hijos; por un enfermo acompaƱado de una camillero y de una monja enfermera, por dos monjas agustinas, dos frailes de Tierra Santa, una familia etĆope con dos hijos, un fraile franciscano egipcio y una joven egipcia.
Este ha sido el sexto VĆa Crucis del Papa Ratzinger y ha traĆdo a la memoria las meditaciones que le encargó en 2005 Juan Pablo II, a quien beatificarĆ” el próximo 1 de mayo.
En aquellas meditaciones, el cardenal Ratzinger denunció "lo que tiene que sufrir Cristo por la suciedad que hay en su Iglesia", en la que "se abusa" -dijo- de su palabra.
Las meditaciones de las 14 estaciones del VĆa Crucis de hoy fueron encargadas por el PontĆfice a la monja agustina italiana MarĆa Rita Piccione, presidenta de la federación de las Monjas Agustinas.
La monja señaló en las mismas que el hombre actual se deja condicionar "y ya no sabe escuchar la voz sutil, exigente y liberadora de su conciencia".
La agustina exhortó al hombre, "que ya no sabe llorar por sus pecados", a reconocer "sus infidelidades y sus ambiciones, traiciones y rebeliones, heridas que gimen e invocan el bÔlsamo de la conversión".
En la estación "Jesús carga con la cruz a cuestas", la religiosa señala que Pilato vaciló y que una vez mÔs se repite la historia del corazón herido del hombre: "su mezquindad, su incapacidad para levantar la mirada fuera de si mismo".
La religiosa denunció que el corazón del hombre "mira hacia abajo, estÔ completamente embebido en la búsqueda del propio bienestar, permanece ciego ante la mano del pobre y del indefenso y del que pide ayuda y a lo sumo se conmueve, pero no se mueve".
MarĆa Rita Piccione exhortó al hombre a liberarse de toda manifestación de autosuficiencia y de buscar a Cristo.
El VĆa Crucis del Coliseo fue instaurado en 1741 por orden del papa Benedicto XIV. Tras decenas de aƱos de olvido, en 1925 volvió a celebrarse y en 1964 el papa Pablo VI acudió al anfiteatro para presidirlo. Desde entonces, todos los aƱos acude el sucesor de Pedro.
Efe
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