La política abusó de los derechos humanos, que se dejaron abusar por la política. Mucho dinero clientelar para lograr íconos que sostuvieron al kirchnerismo. Pero ahora hay escándalo. Peligro de estafa. Malgasto de dineros públicos. Temor al lavado de dinero. Y la realidad del ladriprogresismo.
Hebe de Bonafini y Sergio Schoklender.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). La organización no gubernamental ícono del Frente para la Victoria, Madres de Plaza de Mayo, termina sospechada de ser una suerte de sociedad anónima no declarada, que habría incurrido en graves irregularidades financieras, administrativas y comerciales.
Ahora ha comenzado el cruce de responsabilidades entre los integrantes de la Fundación Madres de Plaza de Mayo.
Susana Viau, en el diario Clarín:
"(...) Hebe, en verdad, era todavía extrema, imperativa, radical, principista, intransigente. Se negaba a remover terrones para buscar cadáveres y condenaba al fuego del infierno a los que reclamaban indemnizaciones por ellos. Sostenía que a la Asociación y a Línea Fundadora las separaba un abismo de clase y contaba con regocijo cómo alguna vez había encerrado a dos madres en la cocina del local para que no se escaparan a la hora de lavar los platos. Las madres de la Asociación almorzaban juntas, se turnaban para hacer las compras. Su “casa” era un reducto de mujeres, una congregación laica.
Hasta la llegada de Schoklender.
Entonces el logo del pañuelo blanco sobre fondo azul comenzó a transformarse en insignia de un pujante emprendimiento . Sería injusto adjudicar esa mutación a la obra de un solo hombre. Fue el producto de la ambición de dos: Schoklender y Néstor Kirchner, que soldó con un chorro de dinero el destino de las madres a la imagen de su gobierno.
En su libro “El Flaco”, José Pablo Feinmann describe con ingenuidad brutal las dos opciones que Kirchner se planteó para llenar de consenso a una administración elegida con la menor cantidad de votos de la historia: apelar a la peligrosa insumisión del movimiento asambleario o blindarse con los derechos humanos para recién después, desde el gobierno, capturar el Estado y ponerlo “a nuestra disposición”.
“Lo que no vamos a poder (…) es movilizar a los asambleístas del 2001. Nuestro punto de partida tiene que ser los derechos humanos (…) ¡Eh, José! ¿Qué pasa? ¿Cómo te llevás con Hebe?”, lo acicateaba el flamante mandatario.
“¿Sabe en qué residía la inteligencia de Kirchner? – pregunta un radical santacruceño--. En trabajar sobre la miseria humana”. (...)
Nadie salió del despacho del ex Presidente con las manos vacías y Hebe de Bonafini menos que nadie. La Universidad de las Madres se puso intolerante con los atrasos de los alumnos en las cuotas y con los profesores díscolos, firmó convenios con las universidades peronistas de Lomas, Quilmes y San Martín, creó departamentos jurídicos, AM 30 Madre, su radio, percibió jugosos subsidios y nació “Sueños Compartidos”, una cooperativa de trabajo y vivienda cuyos socios, humildes entre los humildes, tenían la obligación de concurrir a los actos “K” bajo pena de despido. (...)".
Hebe de Bonafini y Sergio Schoklender.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). La organización no gubernamental ícono del Frente para la Victoria, Madres de Plaza de Mayo, termina sospechada de ser una suerte de sociedad anónima no declarada, que habría incurrido en graves irregularidades financieras, administrativas y comerciales.
Ahora ha comenzado el cruce de responsabilidades entre los integrantes de la Fundación Madres de Plaza de Mayo.
Susana Viau, en el diario Clarín:
"(...) Hebe, en verdad, era todavía extrema, imperativa, radical, principista, intransigente. Se negaba a remover terrones para buscar cadáveres y condenaba al fuego del infierno a los que reclamaban indemnizaciones por ellos. Sostenía que a la Asociación y a Línea Fundadora las separaba un abismo de clase y contaba con regocijo cómo alguna vez había encerrado a dos madres en la cocina del local para que no se escaparan a la hora de lavar los platos. Las madres de la Asociación almorzaban juntas, se turnaban para hacer las compras. Su “casa” era un reducto de mujeres, una congregación laica.
Hasta la llegada de Schoklender.
Entonces el logo del pañuelo blanco sobre fondo azul comenzó a transformarse en insignia de un pujante emprendimiento . Sería injusto adjudicar esa mutación a la obra de un solo hombre. Fue el producto de la ambición de dos: Schoklender y Néstor Kirchner, que soldó con un chorro de dinero el destino de las madres a la imagen de su gobierno.
En su libro “El Flaco”, José Pablo Feinmann describe con ingenuidad brutal las dos opciones que Kirchner se planteó para llenar de consenso a una administración elegida con la menor cantidad de votos de la historia: apelar a la peligrosa insumisión del movimiento asambleario o blindarse con los derechos humanos para recién después, desde el gobierno, capturar el Estado y ponerlo “a nuestra disposición”.
“Lo que no vamos a poder (…) es movilizar a los asambleístas del 2001. Nuestro punto de partida tiene que ser los derechos humanos (…) ¡Eh, José! ¿Qué pasa? ¿Cómo te llevás con Hebe?”, lo acicateaba el flamante mandatario.
“¿Sabe en qué residía la inteligencia de Kirchner? – pregunta un radical santacruceño--. En trabajar sobre la miseria humana”. (...)
Nadie salió del despacho del ex Presidente con las manos vacías y Hebe de Bonafini menos que nadie. La Universidad de las Madres se puso intolerante con los atrasos de los alumnos en las cuotas y con los profesores díscolos, firmó convenios con las universidades peronistas de Lomas, Quilmes y San Martín, creó departamentos jurídicos, AM 30 Madre, su radio, percibió jugosos subsidios y nació “Sueños Compartidos”, una cooperativa de trabajo y vivienda cuyos socios, humildes entre los humildes, tenían la obligación de concurrir a los actos “K” bajo pena de despido. (...)".
No hay comentarios:
Publicar un comentario