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domingo, 18 de septiembre de 2011

Ky-Mani Marley

Con gusto a poco

Es difĆ­cil describir la mezcla de sentimientos y sensaciones que se detonaron el Ćŗltimo viernes en Meet, donde se presentĆ³ Cultura ProfĆ©tica y Ky-Mani Marley, uno de los hijos de “la leyenda” del reggae. Es que de movida todo arrancĆ³ con el pie izquierdo. El concierto que estaba anunciado para las 21 comenzĆ³ reciĆ©n dos horas despuĆ©s. Y en ese sentido hay que rescatar el buen Ć”nimo del pĆŗblico rasta -y no-, que aguantĆ³. ReciĆ©n a las 23, siete mĆŗsicos en escena, liderados por Ky-Mani, fueron los encargados de romper un denso hielo y cambiar el presagio de una mala noche.
Al mĆŗsico nacido en Jamaica y criado en Miami no le pesĆ³ el apellido. Con una banda potente al borde del rock -habĆ­a tres guitarras en escena-, el cantante ostenta como privilegio ser de todo el clan, el que tiene la voz mĆ”s parecida a su padre. Don que utiliza muy bien junto a sus dotes de frontman, bailando y agitando, incluso a pesar de una fĆ©rula que sujetaba su pierna derecha. AsĆ­, sonaron algunos temas propios y casi como algo inevitable versiones muy acertadas de la leyenda rastafari: “No woman no cry”, “Redemption song”, “I shot the sheriff” y “One love”.
A poco de cumplirse su escueto segmento de unos 50 minutos, Ky-Mani desatĆ³ su decir rapero con dos temas que demuestran de quĆ© estĆ” hecho.
Con el tiempo ya cumplido, el saldo fue bueno, aunque aĆŗn faltaba “el plato fuerte”, plato que para desilusiĆ³n de los presentes llegĆ³ frĆ­o y tarde.
Cultura ProfĆ©tica llegĆ³ sobre la hora del show. VenĆ­an de ofrecer un mega concierto de 3.45 horas en el Luna Park, donde celebraron sus 15 aƱos. Show del que aquĆ­ no trajeron ni los resquicios. Y si bien cumplieron con lo pactado, sĆ³lo lo hicieron durante una hora exacta, dejando un extraƱo sabor a poco, mezclado con algo de disgusto de algunos que se fueron protestando.
De todas maneras, su pĆŗblico los aplaudiĆ³ de principio a fin y por supuesto coreĆ³ todas las canciones, incluidas las mĆ”s recientes de su disco “La dulzura”, como “Rimas pa’seducir” y “La complicidad”, entre otras. Todas canciones que llegaron a cargo de esa voz melodiosa y afinada que suelta consignas como balas. Llegado el final, sonĆ³ “Fruto de la tierra” y, a sabiendas de que el pĆŗblico esperaba un poco mĆ”s, el vocalista se “disculpĆ³” con la frase “esperemos complacerlos con esta canciĆ³n”.
“OjalĆ” haya una segunda vez”, dijeron desde la banda, y todos aplaudieron como seƱal de un presagio. (A.N.)

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