El escritor italiano apunta a lectores que traten de encontrar una solución a los enigmas de sus novelas. - Piedra OnLine

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martes, 11 de octubre de 2011

El escritor italiano apunta a lectores que traten de encontrar una solución a los enigmas de sus novelas.

El escritor italiano apunta a lectores que traten de encontrar una solución a los enigmas de sus novelas.
Eco confiesa secretos de la creación literaria
El ensayista y novelista Umberto Eco descubre el complejo andamiaje y la extensa investigación que sostienen sus libros en "Confesiones de un novelista", recientemente publicado.
 El escritor italiano Umberto Eco reúne en su flamante obra "Confesiones de un novelista" un conjunto de apuntes sobre la trastienda de la creación literaria formulados a partir de un cuestionario que el ensayista responde con la ironía que lo distingue.


El autor de "El nombre de la rosa" narra en su nuevo libro distintos aspectos relacionados con su formación literaria y su acercamiento a la ficción después de destacarse como ensayista: así, desgrana detalles acerca de cómo prepara cada una de sus novelas, cómo delinea a sus personajes y el entorno que los rodea.

También aborda la cuestión de la ambigüedad –una dimensión que Eco se ocupa de propiciar para que los lectores se sientan libres de seguir su propio camino en la interpretación de un texto– y se detiene en las facultades de un escritor para manipular las emociones del receptor.

"Publiqué mi primera novela, 'El nombre de la rosa', en 1980, de modo que empecé mi carrera como novelista hace cosa de 30 años. Me considero, por lo tanto, un novelista muy joven y ciertamente prometedor, que hasta el momento ha publicado unas cuantas novelas y publicará muchas más en los próximos 50 años", deja sentado el autor en el prólogo de su obra.

En "Confesiones de un joven novelista", editado por el sello Lumen, el ensayista retoma algunos tópicos sobradamente explorados, como las tensiones entre inspiración y trabajo o talento y esfuerzo, a la vez que no olvida testimoniar cómo pasó de ensayista a novelista.

Eco sostiene que cuando cumplió 50 años no se sintió, "como les pasa a muchos alumnos, frustrado por el hecho de que su escritura no fuera 'creativa" y asegura que con el ensayo teórico "se pretende demostrar una tesis determinada o dar una respuesta a un problema concreto, mientras que, con un poema o una novela, lo que se pretende es representar la vida con todas sus contradicciones".

"Los escritores creativos piden a sus lectores que traten de encontrar una solución", asegura antes de explicar que en las charlas que ofreció tras la publicación de "El nombre de la rosa" se preocupó por argumentar por qué un novelista puede decir cosas que no puede decir un filósofo.

El resultado del conjunto de artículos que aparecen ensamblados en esta pieza es un conjunto de reflexiones y evocaciones escritas con la ironía y el desparpajo que distinguen al autor de "Apocalípticos e integrados", puestas en esta caso al servicio de una indagación sobre las condiciones de producción de la obra.

Fiel a su tarea educadora, el texto también exhibe un tono pedagógico que demuestra su empeño educador sin incurrir nunca en el aburrimiento: el resultado final es un libro entretenido y erudito, que no pretende sorprender por su originalidad pero que a su vez no desentona en la trayectoria ensayística del autor.

Eco pone al descubierto el complejo andamiaje que sostienen sus novelas: la rigurosa labor de documentación que incluye mapas, fichas, esquemas y visitas a los sitios en que ambienta sus ficciones, la previsión de las consecuencias que sus obras pueden provocar y la búsqueda apasionada de la verosimilitud.

"Cuando preparaba la redacción de 'La isla del día de antes' fui a los mares del Sur, a la localización geográfica exacta donde transcurre la acción del libro, para ver los colores del agua y del cielo a diferentes horas del día, y los matices de los peces y de los corales. Pero también me pasé dos o tres años estudiando dibujos y modelos de barcos de la época, para averiguar cómo era de grande una cabina o un cuchitril, y cómo podía una persona moverse del uno al otro", relata.

Eco se interroga también sobre la relación entre realidad y ficción, sobre los componentes reales que sobreviven en toda construcción literaria: "Y por qué cuando Goethe publicó en el siglo XIX 'Las tribulaciones del joven Werther', donde su héroe homónimo se suicida por amor, muchos jóvenes románticos de la época hicieron los mismo?", se pregunta.

Nacido en Alessandria (Italia) en 1932, Eco se destaca como crítico, ensayista y semiólogo además de como novelista y, actualmente, es catedrático de Semiótica y director de la Escuela Superior de Estudios Humanísticos en la Universidad de Bolonia.

Entre su obra ensayística, figura "Apocalípticos e integrados" (1964) y "Lector in fabula" (1979) y, entre su obra narrativa, destacan "El péndulo de Focault" (1988), "La isla del día de antes" (1994) y "La misteriosa llama de la reina Loana" (2003). (Télam)

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