Nueve años, van para doce - Piedra OnLine

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domingo, 27 de mayo de 2012

Nueve años, van para doce

Por GABRIEL RAFART
El viernes 25 de mayo el kirchnerismo festejó un nuevo cumpleaños. Sus nueve años pueden resultar un tiempo corto, por demás fugaz para la historia de un país con dos centenarios a cuesta. Desde otras miradas, ese tiempo puede ser demasiado para una Argentina de más de medio siglo de democracia entrecortada y de extraordinarias limitaciones.

Vanesa Vivero (de verde),  Dirigente K de NQN en Bariloche
La primera fase de democracia -1916 a 1930- dejó a las mujeres fuera del cuerpo electoral y, la que siguió, de 1955 hasta 1973, fue de exclusión para la dirigencia peronista. Dirán los más criticos que los rasgos decisionistas, autoritarios y contrarios al juego equilibrado de los poderes han hecho de este período un tiempo en que la democracia carece de un desarrollo pleno, aún más de negación de la propia vida republicana. Relato que en la semana llevó a las calles a algo más de 300 personas que participaron del “abrazo” a los Tribunales de Comodoro Py en demanda de una “justicia independiente” por la cuestión del Vicepresidente pero no frente al procesamiento del jefe político del PRO. (Click en el título para leer más)
Foto: Juan Franco



La historia oficial del kirchnerismo habla de un solo proyecto. Cuentan los primeros cincuenta meses de Néstor Kirchner. Le sigue el traspaso de mando en 2007 y la continuidad en 2011 de Cristina Fernández. Si la idea era un juego de postas entre Cristina y Néstor para el año pasado o en los años por venir -2015, 2019, 2023-, hubo un quiebre con la muerte del primer Kirchner. De alli que el kirchnerismo en marcha ya cuenta con una vida limitada: transitará sólo una década y podrá festejar doce años con los meses que Eduardo Duhalde agregó aquel 25 de mayo de 2003 cuando decidió adelantar la entrega del bastón presidencial.
Lo que sigue después de diciembre de 2015, si continúa bajo la misma membresía, estará en manos de otros que competirán por ser los herederos puros o conversos. También los que dirán ser su superación. Hay uno que ya se anotó: el gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli.
Otros esperan la señal para lanzarse al ruedo. El historiador y biógrafo político siempre está tentado a “periodizar” un “bloque temporal”, seccionando ese tiempo político y social  que supone a primera vista cierta homogeneidad. Para llevar a cabo ese cometido, inicialmente debe cuestionarse la existencia de ese tiempo único, compacto, indivisible. Es allí que debe atenderse a la versión de los actores del momento.
El relato oficial habla siempre de continuidad, de un solo proyecto inaugurado aquel 25 de mayo de 2003. Fernández lo volvió a decir este viernes en Bariloche. El peronismo duhaldista dice otra cosa. Los aliados de Nuevo Encuentro tienen su propia versión. Los primeros convertidos en peronismo Federal hablan de un ciclo de año y medio hasta que Kirchner decidió romper la alianza y competir en su plaza más fuerte. La madre de aquella ruptura fue una batalla electoral entre las esposas de Duhalde y Kirchner en 2005 por la senaturia de Buenos Aires. Desde otro lado, los hombres de Martín Sabattella prefieren destacar el arrojo de Cristina tomando decisiones trascendentes después del fracaso electoral de mediados de 2009. Todo lo que se hizo desde la estatización de las AFJP hasta YPF forma parte de ese inventario más progresista, más “nacional y popular”. En el medio se encuentran muchos otros actores que toman parte de sus diversos momentos de cercanía al poder como etapas de logros por su sola  presencia y, las circunstancias de su distanciamiento, como desvio o traición. Es así que Hugo Moyano ya tiene su versión de los hechos, resaltando que en el tiempo de vida de Kirchner su interlocución era válida, que las cosas eran muy diferentes porque el movimiento obrero en su persona era parte del “proyecto”. Otro peronista de tiempos lejanos, Pino Solanas, también tiene su lectura de los Kirchner, especialmente cuando el primer Néstor lo sedujo. Hace tiempo habla del kirchnerismo como farsa. El ex jefe de gabinete Alberto Fernández, en su paso de lobbysta sin partido que se permitió lanzar en esa semana su propio sello habla  de dos kirchnerismos: el dialoguista y el autoritario. Para el primero cuenta la fórmula heredada de Duhalde con Scioli, lo mismo que la Concertación Plural con Cobos.
Ciertamente, cada cual que tuvo algo de protagonismo durante estos nueve años podrá  elaborar su propio tiempo y contenido acerca de lo que es y ha sido el kirchnerismo gobernante. En definitiva ,estarán quienes insisten que el mismo proyecto K es una “cuestión” en sí misma, que constituye un problema en un doble sentido: el de un límite para una gestión destacando el lugar más avanzado que se alcanzó; pero también límite porque no se fue más allá de él.
El cientista social tendrá que tomar estas lecturas como insumos y no perderse los enunciados de relatos interesados y de personalismos rampantes. La comparación sigue siendo la mejor arma del estudioso.
Por eso no puede pasar por alto que el país de estos nueve años es muy distinto al de una o dos década atrás. Si se toman indicadores socioeconómicos  y se los proyecta en una pizarra, no cabe duda que la Argentina de hoy cuenta con lineas y curvas siempre ascendentes que miden mejores ingresos y más empleo igual que más y mejor consumo. Aun cuando los últimos meses se observa cierto amesetamiento de algunas de estas variables el panorama sigue siendo el mismo, de crecimiento sostenido. La crisis mundial en curso demostrará cuan blindada está la Argentina de este tiempo. Durante estos nueve años el país bajo el signo del kirchnerismo ha sabido campear no solo su propia crisis también las derivaciones del terremoto financiero mundial del 2008.
Además de economía el kirchnerismo es política. Es hacer, decisión, centro, mando. En principio porque hizo de la política lo que es y repudio lo que se idealiza de ella cuando no se esta satisfecho por sus resultados. La naturaleza conflictiva de esta estuvo más presente que nunca, especialmente en la concepción del poder. Aquí el kirchnerismo se presenta como peronismo, o en todo caso como “conducción”. Y por si fuera poco la lectura del “Manual de Conducción política” que elaborara el mismo Juan Domingo Perón fue recargado con algo de la lógica vanguardista del setentismo. La “sabiduría” kirchnerista ha sido también una lectura acerca del poder político: este no puede vivir en el vacío bajo fórmulas abstractas de esas que insisten, en deliberación, consensos y equilibrios. En otros términos los nueve años pasados fueron de un kirchnerismo genérico que ha sabido entender que la sociedad valora el poder. Por ello el poder se expone. La sociedad lo valora si esta en sus vidas con acciones. Nueve años de poder K es parte de una historia que sigue su curso.