El mate en una mano, el celular en la otra y una comunicaciĆ³n que
finaliza. La cara de decepciĆ³n lo explica todo. Pero el suboficial que
dice llamarse Juan –aunque luce la chapita identificatoria cubierta por
una cinta negra–, comparte el contenido de la charla con un grupito que
espera sentado en el cƩsped, de frente a la puerta del Edificio
Guardacostas, donde suelen sentarse a descansar: “Me dicen que no hay
nada. Seguimos como hasta ahora. Hay que esperar al martes. Traigan la
almohada, de acĆ” no nos vamos mĆ”s”.
¿Y el fin de semana?, pregunta ClarĆn. (Leer en mĆ”s informaciĆ³n)
“MĆ”s
que nunca nos quedamos de guardia y el lunes vamos a ser muchos mƔs.
Para que sepan que si no atienden nuestro petitorio la cosa puede ser
peor”. La comunicaciĆ³n entre los manifestantes es asĆ, de boca en boca,
sin interlocutores formales y a veces con mucha desinformaciĆ³n. Este, de
todos modos, no era el caso: el descontento se mantiene firme. El
llamado a una convocatoria mayor para el lunes tiene que ver con una
forma de meterle presiĆ³n a quienes participarĆ”n del encuentro en el
ministerio de Seguridad.
La sensaciĆ³n que dejaban entrever los
efectivos en Puerto Madero, donde habitan los prefectos, y en Retiro,
donde estĆ” el edificio Centinela y pasan sus horas los gendarmes
rebeldes, es que la reuniĆ³n no arrojarĆa los resultados que el sector mĆ”s duro espera.
Si no, suponen, ya se habrĆa resuelto el conflicto y levantado la protesta.
El
martes se verƔn las caras el secretario de Seguridad, Sergio Berni, y
los flamantes jefes designados por la ministra Nilda GarrƩ: el
comandante general Enrique Zach, en GendarmerĆa ,y el prefecto general
Luis Alberto Heiler. TambiĆ©n acudirĆ” una comisiĆ³n de representantes de
los sectores que protestan, quienes plantearƔn que se cumpla el
petitorio presentado el martes, cuando estallĆ³ la crisis. En ese texto
piden, entre otras cosas, que se les reconozca un bƔsico de 7 mil pesos,
que no haya sanciones para quienes se manifiestan, una cobertura
social en todo el paĆs y el mismo sueldo para los jubilados .
La
estrategia del Gobierno apunta hoy al desgaste de los efectivos. En
algĆŗn sentido la Casa Rosada ha acertado: desde que anunciĆ³ que se
reintegrarĆa el porcentaje de los salarios descontados por el decreto
firmado por Cristina y de que se anulara por un tiempo aquella
resoluciĆ³n, se vio en las protestas un poco menos de confrontaciĆ³n. Un
cabo que participa activamente de las protestas explica que eso responde
a que “los que ganan mĆ”s de 7 mil pesos no quieren quilombos y ahora se
hacen los distraĆdos”.
No todos piensan asĆ. “Hasta que no haya
una resoluciĆ³n del ministerio de Seguridad firmada, no nos vamos a ir”,
amenazĆ³ RaĆŗl Maza, uno de los voceros de los gendarmes. El agente de la
Prefectura Naval Diego Serrano apuntĆ³ que la medida “sigue” y exhortĆ³ a
los suboficiales de la fuerza “a continuar de la misma forma:
conscientes y con suma tranquilidad”.
La avenida Madero, epicentro
de los reclamos, volviĆ³ a cortarse anoche. QuizĆ” sea una muestra de que
el malhumor va en ascenso, al menos para quienes insisten con un
aumento de salario. El jueves se habĆa liberado una mano para que
pudieran transitar los automovilistas, especialmente los camioneros. El
nuevo corte volviĆ³ a amontonar camiones y generĆ³ una gran congestiĆ³n,
justo el viernes, el peor dĆa de la semana para el trĆ”nsito.