Una mujer y un hombre cuentan sus traumƔticas vivencias.
“Me pegaba y yo me creĆa que Ć©l tenĆa razĆ³n”
Notas y entrevistas: Pablo montanaro
montanarop@lmneuquen.com.ar
Cuando una tarde su marido la dejĆ³ encerrada con llave en la casa con su hija reciĆ©n nacida para irse al rĆo, Mercedes SĆ”ez no se imaginĆ³ que Ć©se iba a ser el comienzo de una vida plagada de maltrato verbal, violencia fĆsica y abuso sexual. A los 16 aƱos –su padre habĆa muerto cuando ella tenĆa 4 y su madre la abandonĆ³ en una pensiĆ³n a los 14– se casĆ³ con un hombre mayor que ella y enseguida quedĆ³ embarazada. “Cuando nos casamos Ć©l tenĆa 24 aƱos, se creĆa que yo era de su propiedad, que era como su hija. Me decĆa ‘vos hiciste esto mal y por esto te castigo’”, cuenta esta mujer de 50 aƱos en la tranquilidad de su casa del barrio TCI.
Refleja una mezcla de sorpresa y bronca cuando afirma que casi la mitad de su vida sufriĆ³ la violencia de su marido. “Me costĆ³ mucho tiempo darme cuenta de que, ademĆ”s de Ć©l, yo tambiĆ©n estaba enferma. Fueron 23 aƱos en los que sufrĆ golpes, violencia verbal, abuso sexual porque yo no querĆa tener relaciones y Ć©l me obligaba”, describe la mujer.
Es difĆcil imaginarse que de esa tormentosa relaciĆ³n nacieron cuatro hijos. AĆŗn mĆ”s cuando Mercedes asegura que los chicos “cuando crecieron” tambiĆ©n fueron golpeados y maltratados. “Lo peor era que yo estaba convencida de que Ć©l tenĆa razĆ³n, que yo lo provocaba cuando por ejemplo le pedĆa que compremos zapatillas para los chicos y Ć©l me decĆa que no habĆa plata para comprar a pesar de que siempre tuvo trabajo o cuando preparaba una comida que a Ć©l no le gustaba”, explica Mercedes, quien alquila la casa en la que vive con tres de sus hijos “todos amontonados”; en tanto su ex marido se quedĆ³ con la vivienda que habĆan adquirido a travĆ©s de un plan.
Menciona una fecha clave: 30 de diciembre de 2006. Luego de contarle sobre su atormentada vida a un psiquiatra, Mercedes tomĆ³ coraje y le dijo a su marido que querĆa separarse. “Me dio una paliza terrible. Una de mis nenas me abriĆ³ la puerta de la casa para que pudiera escaparme y pedir ayuda a unos vecinos. A mi hija le pegĆ³ una patada en la nariz”, explica.
Hizo la denuncia y su marido fue preso por un dĆa. “A partir de ahĆ empezĆ³ otro calvario. A los chicos les decĆa que cuando habĆa estado preso le habĆan pegado en el calabozo, entonces mis hijos, cuando Ć©l venĆa a casa, me pedĆan que no llamara a la PolicĆa porque no querĆan que se llevaran preso otra vez a su padre. Le tenĆan miedo, hasta que crecieron y empezaron a perderle ese miedo”.
Un juez determinĆ³ la tenencia de los hijos para el padre, pero al poco tiempo volvieron con la madre. “Les pegaba. A una de mis hijas le quemĆ³ el brazo con agua hirviendo y los echaba de la casa”, explica.
Confiesa que en 2005 sintiĆ³ vergĆ¼enza de denunciarlo por violaciĆ³n en la comisarĆa, pero ahora no le tiene miedo a pesar de que vive a pocos metros de su casa y mĆ”s de una vez le dijo que la iba a matar.
Hace dos aƱos a Mercedes le detectaron un cƔncer de mama, por eso hace unas semanas atrƔs junto con sus hijos fueron a pedirle que dejara la casa.
“Tuvimos que llamar a la PolicĆa porque se puso muy violento. No le importa nada. Es tanto el odio que me tiene”, dice la mujer, quien asegura que ayudarĆa a otras mujeres que pasan por lo que ella viviĆ³.
“Fui un hombre golpeado por mi mujer y la justicia”
“Yo me sentĆa con una gran responsabilidad por mis tres hijas”, aclara Jorge (N. del E: se cambia el nombre por pedido del entrevistado) cuando trata de explicar los motivos por los cuales permaneciĆ³ casado durante 12 aƱos, en los que sufriĆ³ violencia verbal y fĆsica por parte de su esposa.
La pareja se conociĆ³ en los aƱos 80 en la ciudad de Buenos Aires y un tiempo despuĆ©s llegĆ³ a NeuquĆ©n. Se llevaban dos aƱos. “Fue un matrimonio difĆcil de entrada, una relaciĆ³n complicada por mi inexperiencia en detectar ese tipo de personalidad violenta y antisocial. Yo creĆa que sus reacciones eran producto del estrĆ©s, la bronca, o porque era chinchuda”, explica.
El hombre que pasĆ³ la barrera de los 50 aƱos no tarda en mencionar la palabra “psicĆ³pata” para definir a su ex mujer. Confiesa que durante aƱos se sumergiĆ³ en el estudio de ese tipo de neurosis. “El psicĆ³pata requiere de otro que por su historia personal, por su flaqueza emotiva e inexperiencia encaje perfectamente en esa personalidad que se basa en el dominio, en el uso del otro”, describe. Y agrega: “En ese momento tenĆa culpa y una excesiva responsabilidad por el tema de mis hijas, porque ese tipo de personas enfermas oscila todo el tiempo entre el castigo y la sensaciĆ³n de que todo va a cambiar”.
Jorge enumera que primero fueron explosiones por cualquier cuestiĆ³n cotidiana, luego se transformaron en agravios a su condiciĆ³n masculina, “y todo lo que uno pueda imaginarse”, y mĆ”s tarde apareciĆ³ la violencia fĆsica. Pero sobre todo se agravĆ³ cuando Jorge planteĆ³ separarse. Durante esos 12 aƱos de tormentosa convivencia hubo tres separaciones momentĆ”neas. “DespuĆ©s que yo planteaba la separaciĆ³n, al otro dĆa sonaba el telĆ©fono, y el acoso a travĆ©s de la culpa: ‘La nena pregunta por vos’, ‘La nena tiene 40 grados de fiebre’. Entonces yo volvĆa y me empantanaba cada vez mĆ”s”.
Menciona que despuĆ©s del tercer planteo de separaciĆ³n, la violencia recrudeciĆ³: “Me cruzaba el auto en plena calle, se bajaba y me golpeaba, no con bofetadas sino con trompadas”. Recuerda que viviĆ³ algunas de esas situaciones con sus hijas en sus brazos.
CorrĆa el 2001 cuando Jorge presentĆ³ en un juzgado de familia la primera denuncia contra su mujer por violencia. “Las empleadas del juzgado se rieron de mĆ y cada vez que yo llevaba una nueva denuncia decĆan entre risas: ‘AhĆ viene el hombre golpeado’”, explica.
Las hijas de Jorge tambiĆ©n sufrieron golpes. “Un dĆa una de mis hijas que tenĆa 8 aƱos llegĆ³ golpeada a la escuela. La escuela solicitĆ³ una entrevista obligatoria con el Equipo de AtenciĆ³n al Maltrato Infantil del hospital Castro RendĆ³n”. Resultado de esa intervenciĆ³n: le sugirieron a Jorge que pidiera la tenencia de sus hijas. “Los informes de violencia familiar fueron contundentes contra mi mujer, pero finalmente la jueza dictaminĆ³ una tenencia compartida. Lo cual era una locura”, cuenta.
Jorge apelĆ³ la sentencia para pedir la tenencia. “ComenzĆ³ una guerra porque me denunciĆ³ por impedimento de contacto a raĆz de la negativa de mis hijas de ver a la madre en 2010. Estuve dos aƱos con probation y finalmente llegĆ³ mi sobreseimiento definitivo en la causa y la tenencia definitiva. Fue un alivio, logrĆ© acomodar mi vida, desvincularme de ese vĆnculo enfermo”, concluye emocionado.
domingo, 31 de mayo de 2015
Violencia en primera persona
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