Al gobernador Omar Gutiérrez se le plantó un motor en el Senado. Como ocurre en los aviones con dos o mÔs turbinas, la mÔquina no se va a caer, pero el piloto deberÔ estar mÔs atento y demostrar mayor pericia para llegar a destino.
El voto dividido de la senadora Lucila Crexell y de su compañero de bloque Guillermo Pereyra frente a la ley de blanqueo de capitales que impulsó el macrismo y que se aprobó esta semana, sumado a los reproches posteriores entre los protagonistas, dejó al descubierto un clima de malestar e incipientes señales de competencia en el oficialismo.
Si bien la cuota de poder que administra el MPN en la cÔmara alta hoy no inclina la balanza, puede suceder que en el algún momento los representantes del partido recuperen el lugar de Ôrbitro que fue utilizado con tanta eficacia a lo largo de los años para negociar con los sucesivos gobiernos nacionales.
No es la primera vez que representantes del MPN votan diferente, tanto en el Senado como en Diputados. Sin mirar demasiado hacia atrĆ”s, en ocasiones Pereyra se ha comportado como Crexell cuando Jorge Sapag era el gobernador, con la diferencia en que ambos administraban las tensiones con silencio y dosis de hipocresĆa. El quiebre reciente, en cambio, llegó acompaƱado de peleas en pĆŗblico, con indiscretas revelaciones incluidas. Se trata de un nivel de enfrentamiento que el oficialismo suele reservar para las internas, pero que no es habitual observarlo a seis meses de iniciada una gestión de gobierno cuyos representantes, ademĆ”s, hacen fila para sacarse una fotografĆa junto a Mauricio Macri.
Crexell argumentó que su rechazo fue un voto de conciencia y no de oportunidad, porque consideró que la propuesta del Poder Ejecutivo abre el camino al lavado de dinero al no exigir una rendición del origen de los fondos. Pereyra no puso el foco sobre este aspecto de la ley, sino que se preocupó por remarcar que el MPN debe estar estratĆ©gicamente alineado con el gobernador para obtener beneficios para la provincia. Sucede que el blanqueo de capitales era sólo una parte de una ley ómnibus que incluĆa tambiĆ©n el pago de deuda a los jubilados y el aval legislativo al acuerdo firmado con Nación para recuperar el 15% de fondos de coparticipación que administraba la Anses.
Hasta aquĆ las formalidades. Pero las diferencias expuestas por los legisladores en este caso puntual no explican la profundidad del problema interno. Crexell, que llegó al Senado junto con Pereyra despuĆ©s de ganar una interna en la que enfrentó a su tĆo Jorge Sapag, se puso crĆtica del gobierno de GutiĆ©rrez y hasta comenzó a cuestionar algunas de las formas mĆ”s usuales de construcción polĆtica de su partido. En la pulseada se observa tambiĆ©n un componente generacional: el gobernador, el vicegobernador Rolando Figueroa y Crexell tienen cargo, vidriera y compiten en la lĆnea de los sub-50, que es la que naturalmente estĆ” transitando el camino de los reemplazos.
“Tiene una mirada ingenua de la polĆtica; se pelea con todos”, le reprochan a la senadora desde hace tiempo algunos dirigentes del partido que ya tienen los pergaminos amarillentos.
En la instancia actual, el establishment del MPN castigó con fuerza a Crexell, hija de la fallecida exintendenta de San MartĆn de los Andes y senadora Luz Sapag. En una solicitada que se publica en la edición de hoy, 36 intendentes y presidentes de comisiones de fomento, en una decisión que no puede sino estar consensuada en lo mĆ”s alto del partido y del gobierno, pidieron la renuncia de la senadora a la banca. Consideran a Crexell una traidora por el voto en contra de la ley ómnibus, una reacción que no se ha visto en ocasiones similares, cuando los protagonistas de algĆŗn “voto rebelde” eran otros parlamentarios.
Como dijo Pereyra esta semana, el MPN es “una gota en el ocĆ©ano”. Y en tren de comparaciones, habrĆ” que seguir de cerca la evolución de esta interna para determinar su expansión.
El voto dividido de la senadora Crexell y de su compañero de bloque Pereyra dejó al descubierto malestar e incipientes señales de competencia interna.
No es la primera vez que representantes del MPN votan diferente, tanto en el Senado como en Diputados. El dirigente petrolero hizo lo mismo con Jorge Sapag.
El voto dividido de la senadora Lucila Crexell y de su compañero de bloque Guillermo Pereyra frente a la ley de blanqueo de capitales que impulsó el macrismo y que se aprobó esta semana, sumado a los reproches posteriores entre los protagonistas, dejó al descubierto un clima de malestar e incipientes señales de competencia en el oficialismo.
Si bien la cuota de poder que administra el MPN en la cÔmara alta hoy no inclina la balanza, puede suceder que en el algún momento los representantes del partido recuperen el lugar de Ôrbitro que fue utilizado con tanta eficacia a lo largo de los años para negociar con los sucesivos gobiernos nacionales.
No es la primera vez que representantes del MPN votan diferente, tanto en el Senado como en Diputados. Sin mirar demasiado hacia atrĆ”s, en ocasiones Pereyra se ha comportado como Crexell cuando Jorge Sapag era el gobernador, con la diferencia en que ambos administraban las tensiones con silencio y dosis de hipocresĆa. El quiebre reciente, en cambio, llegó acompaƱado de peleas en pĆŗblico, con indiscretas revelaciones incluidas. Se trata de un nivel de enfrentamiento que el oficialismo suele reservar para las internas, pero que no es habitual observarlo a seis meses de iniciada una gestión de gobierno cuyos representantes, ademĆ”s, hacen fila para sacarse una fotografĆa junto a Mauricio Macri.
Crexell argumentó que su rechazo fue un voto de conciencia y no de oportunidad, porque consideró que la propuesta del Poder Ejecutivo abre el camino al lavado de dinero al no exigir una rendición del origen de los fondos. Pereyra no puso el foco sobre este aspecto de la ley, sino que se preocupó por remarcar que el MPN debe estar estratĆ©gicamente alineado con el gobernador para obtener beneficios para la provincia. Sucede que el blanqueo de capitales era sólo una parte de una ley ómnibus que incluĆa tambiĆ©n el pago de deuda a los jubilados y el aval legislativo al acuerdo firmado con Nación para recuperar el 15% de fondos de coparticipación que administraba la Anses.
Hasta aquĆ las formalidades. Pero las diferencias expuestas por los legisladores en este caso puntual no explican la profundidad del problema interno. Crexell, que llegó al Senado junto con Pereyra despuĆ©s de ganar una interna en la que enfrentó a su tĆo Jorge Sapag, se puso crĆtica del gobierno de GutiĆ©rrez y hasta comenzó a cuestionar algunas de las formas mĆ”s usuales de construcción polĆtica de su partido. En la pulseada se observa tambiĆ©n un componente generacional: el gobernador, el vicegobernador Rolando Figueroa y Crexell tienen cargo, vidriera y compiten en la lĆnea de los sub-50, que es la que naturalmente estĆ” transitando el camino de los reemplazos.
“Tiene una mirada ingenua de la polĆtica; se pelea con todos”, le reprochan a la senadora desde hace tiempo algunos dirigentes del partido que ya tienen los pergaminos amarillentos.
En la instancia actual, el establishment del MPN castigó con fuerza a Crexell, hija de la fallecida exintendenta de San MartĆn de los Andes y senadora Luz Sapag. En una solicitada que se publica en la edición de hoy, 36 intendentes y presidentes de comisiones de fomento, en una decisión que no puede sino estar consensuada en lo mĆ”s alto del partido y del gobierno, pidieron la renuncia de la senadora a la banca. Consideran a Crexell una traidora por el voto en contra de la ley ómnibus, una reacción que no se ha visto en ocasiones similares, cuando los protagonistas de algĆŗn “voto rebelde” eran otros parlamentarios.
Como dijo Pereyra esta semana, el MPN es “una gota en el ocĆ©ano”. Y en tren de comparaciones, habrĆ” que seguir de cerca la evolución de esta interna para determinar su expansión.
El voto dividido de la senadora Crexell y de su compañero de bloque Pereyra dejó al descubierto malestar e incipientes señales de competencia interna.
No es la primera vez que representantes del MPN votan diferente, tanto en el Senado como en Diputados. El dirigente petrolero hizo lo mismo con Jorge Sapag.