LA CALDERA. Lewis llegó a El Bolsón en 1996. Compró siete mil hectáreas a orillas de un espejo de agua llamado lago Escondido y después otras siete mil hectáreas más. Pero no se quedó de brazos cruzados. Levantó una mansión descomunal con ventanales al paraíso y trabó vínculos, en un aparente altruismo desinteresado, con el poder político local. Se relacionó a través de donaciones de dinero con los mandatarios vecinales antecesores de Romera y finalmente avaló al Cacho, ese radical bravo que manda en la comarca con ceño fruncido, pero también, desde hace unos días, con cierta preocupación.
Ocurre que desde que se convirtió en el intendente más famoso de la Argentina, luego de que CQC fuera a preguntarle sobre la polémica construcción de un aeropuerto que la comunidad rechaza, el caudillo tambalea. Resiste como puede a los pedidos de juicio político que flotan a su alrededor, en una aldea que cambió sus aires de pureza por otros aires más espesos, de conflictividad social. Si el Concejo Deliberante lo decidiera, el intendente debería ser desplazado y sometido a un proceso judicial por la sucesión de denuncias de corrupción institucional y hechos violentos que se le adjudican, incluida la prepoteada que le pegó al notero de CQC (ver recuadro). Pero la mayoría de concejales –cuatro sobre siete– responde a Romera y, mientras puedan, seguirán resistiendo la presión de la gente, que se queja cada vez más seguido. Ayer, por ejemplo, la calle principal del pueblo, en pleno mediodía, cuando la feria de artesanos recibe la mayor cantidad de turistas, fue escenario de una nueva marcha de repudio al oficialismo local. Una caravana de autos y vecinos atravesó la zona céntrica a puro bocinazo y levantando banderas contra la falta de acceso a la información pública y los ataques a la libertad de expresión.
El abanderado de esa protesta fue Reinaldo Rodríguez, un periodista radial cuya emisora terminó consumida bajo las llamas de un incendio intencional. Rodríguez venía denunciando desde FM Radioactiva que Romera estaba haciendo negocios con la tierra y que detrás de las intenciones de levantar un aeropuerto no estaba el intendente, sino su padrino, el Tío Joe. Tanto insistir, asegura él mientras camina entre las cenizas de lo que fue una cabaña con techo a dos aguas, le costó caro. “Acá –dice– el problema es lo que están haciendo con las tierras provinciales. Cómo las están vendiendo. Es una locura que nadie controla. Son cuatro tipos, en una mesa chica que define dónde lotean y quién compra”. Rodríguez se expande: “Los hechos dan muestra de una forma de gobierno agresiva y coercitiva, que divide e intenta silenciar a quien se oponga y así lograr beneficios para un grupo reducido. La sociedad local está agotada de soportar la subestimación y el atropello de sus derechos”.
El periodista se refiere a que en El Bolsón es notable la ausencia de juntas vecinales y de fiscalizadores del funcionamiento de la administración municipal. “Esto refleja una política de desmovilización y silenciamiento, que llena de sospechas los motivos que llevaron, por ejemplo, al incendio intencional de Radioactiva”, concluye.
Ocurre que desde que se convirtió en el intendente más famoso de la Argentina, luego de que CQC fuera a preguntarle sobre la polémica construcción de un aeropuerto que la comunidad rechaza, el caudillo tambalea. Resiste como puede a los pedidos de juicio político que flotan a su alrededor, en una aldea que cambió sus aires de pureza por otros aires más espesos, de conflictividad social. Si el Concejo Deliberante lo decidiera, el intendente debería ser desplazado y sometido a un proceso judicial por la sucesión de denuncias de corrupción institucional y hechos violentos que se le adjudican, incluida la prepoteada que le pegó al notero de CQC (ver recuadro). Pero la mayoría de concejales –cuatro sobre siete– responde a Romera y, mientras puedan, seguirán resistiendo la presión de la gente, que se queja cada vez más seguido. Ayer, por ejemplo, la calle principal del pueblo, en pleno mediodía, cuando la feria de artesanos recibe la mayor cantidad de turistas, fue escenario de una nueva marcha de repudio al oficialismo local. Una caravana de autos y vecinos atravesó la zona céntrica a puro bocinazo y levantando banderas contra la falta de acceso a la información pública y los ataques a la libertad de expresión.
El abanderado de esa protesta fue Reinaldo Rodríguez, un periodista radial cuya emisora terminó consumida bajo las llamas de un incendio intencional. Rodríguez venía denunciando desde FM Radioactiva que Romera estaba haciendo negocios con la tierra y que detrás de las intenciones de levantar un aeropuerto no estaba el intendente, sino su padrino, el Tío Joe. Tanto insistir, asegura él mientras camina entre las cenizas de lo que fue una cabaña con techo a dos aguas, le costó caro. “Acá –dice– el problema es lo que están haciendo con las tierras provinciales. Cómo las están vendiendo. Es una locura que nadie controla. Son cuatro tipos, en una mesa chica que define dónde lotean y quién compra”. Rodríguez se expande: “Los hechos dan muestra de una forma de gobierno agresiva y coercitiva, que divide e intenta silenciar a quien se oponga y así lograr beneficios para un grupo reducido. La sociedad local está agotada de soportar la subestimación y el atropello de sus derechos”.
El periodista se refiere a que en El Bolsón es notable la ausencia de juntas vecinales y de fiscalizadores del funcionamiento de la administración municipal. “Esto refleja una política de desmovilización y silenciamiento, que llena de sospechas los motivos que llevaron, por ejemplo, al incendio intencional de Radioactiva”, concluye.
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