La victoria no sólo está en la cima - Piedra OnLine

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jueves, 22 de abril de 2010

La victoria no sólo está en la cima


La mayoría de los andinistas padece alguna discapacidad. Cuando llegaron a los 2.600 metros, la sensación térmica era de 27 grados bajo cero y había ráfagas de 70 km/h.
Los frenó un viento de hielo, pero irán por más.
SAN MARTÍN DE LOS ANDES (ASM). El frío congelaba hasta las palabras. Y había bronca, porque faltaba el último envión a la cumbre. Tal vez no era para tanto en el mercurio, "apenas" 10 o 12 grados bajo cero. Pero ese viento arrachado los exponía a los 25 bajo cero, sin esfuerzo. Y fue allí cuando Arnoldo, discapacitado motriz leve y con retraso mental, les dijo a sus guías: "Volvamos... si es posible en helicóptero".

Naturalmente, de helicóptero nada. Y los guías, celosos de la seguridad del grupo, ya daban por descontado que la expedición al Lanín había concluido en el refugio sobre la cota 2.600, cuando aún faltaban 1.176 para la cumbre. Pero cuánta sensatez hubo en ese joven, que se expresa con frases cortas, casi lacónicas, acompañadas de una sonrisa perenne. Esa sensatez es parangonable con el esfuerzo que él y sus compañeros con diversas discapacidades, habían encarado para llegar al techo del volcán, con la ayuda de los guías y profesionales que se sumaron al proyecto.

Este cronista se ha acercado a la discapacidad sólo por lecturas y preguntas. Por eso, ajeno a la tarea de construir la vida desde una supuesta minusvalía, ese acto de sensatez de Arnoldo lo conmueve tanto como el ascenso que hicieron los chicos y chicas de Puentes de Luz, con intención de reunir fondos para construir en esta ciudad un centro de atención diurna de discapacidades severas (ver recuadro).

Ese reconocimiento del frío, ese sentir el peligro y hacerlo saber sin imposturas, es una titánica comprobación de que discapacitado es, en realidad, aquel que no sabe ver las capacidades del otro. O, por contraste, como dijera Oscar Wilde de los necios: son aquellos que conocen el precio de cada cosa pero ignoran el valor de todas...

Por eso fue difícil, pero sólo eso. Con adecuado entrenamiento, cualquiera puede correr kilómetros de campo traviesa (un grupo de los expedicionarios completó 150 kilómetros, entre el lago Lácar y el Lanín, antes del ascenso). Incluso puede hacerlo quien lleva una pierna ortopédica, como Pablo Robledo. Son esfuerzos notables, sí. Pero posibles. Es sublime valorar ese esfuerzo, ponerlo en contexto. Saber qué se busca y qué se encuentra, aun cuando no se sea capaz de ponerlo en palabras.

"Queríamos demostrar ese esfuerzo", dice Pablo, ya desde la comodidad de un buen sillón, acompañado de los padres de Carolina Miguel, del guía de montaña Adolfo "Palito" Gatica y del coordinador de Puentes de Luz, Luis Rodríguez.

Es que "un volcán de superación", como llaman a la campaña que se realizó entre el 11 y el 13 pasado, por segunda vez, no es sólo una demostración de que los discapacitados pueden vivir una vida plena, sino también la expresión de que el esfuerzo se valida si se comparte.

"No queremos dar lástima... No se trata de despertar sentimientos al estilo de: mirá lo que es capaz de hacer esta gente, pobrecita... De lo que se trata es de mejorar la calidad de vida, que es algo que todos queremos. La única diferencia es que el discapacitado necesita de apoyo para hacerlo, pero es tan capaz como cualquiera", dice Luis Rodríguez.

En ese sentido, Pablo cuenta una vivencia esclarecedora. Como instructor de esquí para personas con movilidad reducida, trabajó cada invierno del 2003 al 2007 en el centro de esquí "Crested Butte", estado del Colorado, Estados Unidos. Allí la Universidad de Indiana realizó un estudio sobre los efectos del esquí adaptado para las personas con discapacidad que lo practican: el resultado fue inequívoco: mejora en la calidad de vida.

Por estas tierras, sin más instrumento que la percepción de padre, Raúl Miguel comenta de su hija Carolina, quien sufre de parálisis cerebral: "Ella era una chica rutinaria, que hacía sus cosas, su gimnasia, pero siempre un poco vaga. Cuando la gente de Puente de Luz nos propuso el ascenso al volcán, delante de ella, quedamos sorprendidos. Dijo que quería hacerlo. Se preparó, saliendo a caminatas y a ascensos de entrenamiento. Y ahora hasta se quedó con bronca porque el tiempo impidió llegar a la cumbre. Pero lo que nosotros notamos está en su mirada, en sus actitudes. Ella ha cambiado, está mejor, se siente mejor, sabe que puede...".
FERNANDO BRAVO

rionegro@smandes.com.ar

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